Economista
En abril de 2022, las tasas de inflación de alimentos a escala nacional y en Lima Metropolitana bordeaban el 2% anual. Casi un año después, en marzo del 2022, estas tasas superaron el 11%. El mes pasado, la tasa de inflación nacional llegó a 7.5%, luego de haber cerrado en diciembre de 2020 en 2.2%.
En buena parte las razones son de índole externa. En lo que va del presente año, el petróleo se cotiza en promedio casi 40% por encima del promedio de 2021, cuando ya había subido cerca de 65% con respecto al promedio de 2020. Esto último tanto por la recuperación de la actividad económica mundial como por la habilidad de la OPEP+. A fines del año pasado, la inflación de electricidad y combustibles llegó hasta 19.8%, la máxima desde 2010.
Algo similar sucede -por ejemplo- con el trigo y el maíz. El primero ha subido cerca de 42% en los últimos 15 días con respecto al promedio de 2021, como consecuencia de la guerra entre Rusia y Ucrania. Pero ya había subido un 28% en promedio contra 2020, como reflejo de las malas cosechas. Mientras que el segundo ha subido hasta 29% en los últimos 15 días con respecto al promedio de 2021, cuando ya había subido cerca de 60% con respecto a 2020.
Estamos pues ante un fuerte cambio en precios relativos difíciles de observar simultáneamente en las últimas décadas.
Por otro lado, el índice de precios al por mayor ha llegado hasta 13.9% en el tercer trimestre de 2021, mientras que el índice de precios de la construcción también ha mostrado similar dinámica, alcanzando el 15.8% a fines del año pasado. Ambos índices mostraron sus máximos incrementos desde octubre de 2008.
Por su parte, la devaluación del sol peruano también ha jugado un rol inflacionario hasta fines del año pasado. Hacia julio de 2021 la devaluación había llegado hasta un 15%. Afortunadamente, en lo que va del año el tipo de cambio ha venido convergiendo a niveles más consistentes con sus fundamentos de largo plazo. La devaluación anual ronda el 0% y pronto será negativa. En los próximos meses será el ancla principal de los precios vinculados al dólar.
Las respuestas de política. El BCRP ha continuado aumentando la tasa de referencia por octava vez consecutiva, hacia una posición cada vez más neutral, aunque aún falta terminar de recorrer ese camino.
Cuando se trata de choques de oferta la lucha es más lenta y eventualmente hasta dolorosa. Ya que por más que la tasa de referencia sea alta, ello no afecta los precios internacionales. Se afecta la evolución del resto de precios no vinculados al choque de oferta, para que las expectativas de inflación no se transmitan al resto de la economía y se consolide el proceso generalizado del alza de precios. Es decir, para que -en la medida de lo posible- solo se alteren los precios relativos y no el IPC general.
En el caso del MEF se ha buscado exonerar del IGV a los productos que tengan una incidencia inflacionaria mayor a 0.12 puntos porcentuales y si la inflación anual excede el 6%. Es decir, una regla ad hoc para las actuales circunstancias. Ello junto a una exoneración del ISC al diésel y gasolinas de bajo octanaje, con un costo fiscal por 3 meses estimado en S/ 1,000 millones. Sin embargo, el Congreso fue más allá al exonerar gran parte de los alimentos sujetos al IGV hasta fin de año. Esta es la política fiscal ante un choque de oferta, en ayuda del instituto emisor, y con grandes gastos tributarios.
Finalmente, el Ejecutivo presentó un proyecto de ley que -en voz del premier- “prohíba los monopolios, oligopolios y otras posiciones dominantes porque ciertos centros de poder económico son los que fijan los precios altos”.
La inflación caerá en los próximos meses, sobre todo desde julio. Esperemos que el populismo no crezca más en medio de la crisis política.