“Ni discrepo, ni estoy de acuerdo, sino todo lo contrario”

El ministro de Economía, José Arista se picó. No le cayó nada bien que el jueves último Julio Velarde, presidente del Banco Central de Reserva (BCR), dijera una realidad que ha repetido en más de una oportunidad: que en los últimos años el MEF ha perdido peso para negociar con el Congreso y que este poder del Estado aprueba leyes sin ninguna valoración técnica.

La respuesta de Arista francamente no se entiende. En principio, porque él mismo en una entrevista en RPP sostuvo que el Gobierno de Dina Boluarte es débil frente al parlamento, lo que a todos luces es evidente ante el nivel de sometimiento. Este arranque de sinceridad del titular del MEF, incluso, generó la ira de la presidenta que salió a responderle públicamente.

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Pero, además de la incongruencia de Arista respecto a la debilidad del Gobierno y por consecuencia del MEF, lo que más llama la atención es que en su respuesta a Velarde lo cuestione por no reducir aún más la tasa de interés real para, dice el ministro, ayudar a reactivar la economía al ritmo que el Gobierno quisiera.

Olvida Arista que el mandato constitucional del BCR no es la reactivación de la economía, sino mantener los precios y la moneda estables, objetivos que Julio Velarde y todo un equipo de técnicos alejados del populismo han venido cumpliendo con profesionalismo en ya 18 años en el ente emisor, como bien explicamos hoy en nuestra editorial.

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Pero más allá de las extrañas respuestas de Arista como el “Yo no quiero entrar en polémica. Ni discrepo ni estoy de acuerdo, sino todo lo contrario”, lo que sí debería llamarnos a reflexión es la crítica que lanzó el presidente del BCR sobre el actual Tribunal Constitucional por avalar justamente las leyes populistas que aprueba este Congreso.

Es verdad que desde el Gobierno de PPK tenemos a un MEF débil que cada vez le cuesta más convencer o negociar con el Congreso. Pero es en este quinquenio que ha dejado de haber un adulto en la casa. No solo el Ejecutivo está sometido a los caprichos parlamentarios, sino también el propio Tribunal Constitucional, que en el pasado detuvo varias arremetidas populistas del legislativo. Eso se acabó.

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Bien lo recordaba Velarde el otro día cuando calificó de “barbaridad” el hecho que el TC haya avalado que el Congreso pueda dictar leyes que generen gasto para el Estado en clara colisión con el artículo 79 de la Constitución, solo por mencionar una de las tantas polémicas votaciones del nuevo colegiado que compone el máximo órgano de interpretación de la carta magna.

Es bastante claro que, así como el Gobierno de Boluarte está sometido al Congreso, gran parte de los miembros de este TC también le deben el cargo a las actuales fuerzas políticas y no quieren chocar con sus pequeños intereses, con honrosas excepciones como la del magistrado Manuel Monteagudo.

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El problema es que este sometimiento no solo genera consecuencias políticas sino también económicas, en la medida que tenemos a un parlamento populista que ha perdido los estribos y sin ningún tipo de contrapeso. En otras palabras, la seguridad jurídica se ha vuelto un chiste y el debilitamiento institucional ha hecho metástasis en todo el Estado.

El ministro Arista sabe que estos factores son los que verdaderamente desalientan la inversión de mediano y largo plazo e impiden una verdadera reactivación de la economía. Entonces, dado que es el titular del MEF y responsable de la política económica del país sí esperamos que cuando corresponda sí discrepe, sí esté en contra y no todo lo contrario.

SOBRE EL AUTOR

Omar Mariluz Laguna

Magíster en Economía, diplomado internacional en Comunicación, Periodismo y Sociedad, estudios en Gestión Empresarial e Innovación, y Gestión para la transformación. Cuento con más de 15 años de experiencia en el ejercicio del periodismo en medios tradicionales y digitales.