China ha otorgado préstamos por US$ 10,000 millones al endeudado Ecuador durante los últimos seis años para proyectos de energía e infraestructura, como parte de un esfuerzo global de Pekín para financiar el desarrollo en países pobres que son ricos en recursos naturales.
Sin embargo, los términos sobre miles de millones de dólares en financiamiento chino en África, Asia y Latinoamérica siguen manteniéndose en su mayoría secretos. En Ecuador, por ejemplo, ni siquiera el ministro de Hidrocarburos conoce las condiciones relacionadas a los préstamos de su país.
Las prácticas crediticias secretas de China en los países en desarrollo atraen cada vez más objeciones de Estados Unidos, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que quieren que Pekín revele más información acerca de sus préstamos. También quieren que los destinatarios sean más transparentes sobre su propia situación financiera, incluidos los niveles de deuda.
La presión para que China mejore la transparencia se produce en un momento en que el gobierno de Trump se enfrenta con Pekín por lo que EE.UU. denomina prácticas comerciales desleales.
El presidente Donald Trump ha amenazado con imponer aranceles sobre hasta US$ 150,000 millones en importaciones chinas y al mismo tiempo tomar medidas más enérgicas contra las inversiones del país en negocios estadounidenses. Ambas partes declararon una tregua el sábado.
"Si le preguntas a China por sus términos, no los encontrarás", dijo David Malpass, subsecretario de Asuntos Internacionales del Departamento del Tesoro, en un discurso a principios de este año, refiriéndose a los préstamos otorgados a Venezuela denominados en barriles de petróleo.
Las prácticas crediticitas poco transparentes "socavan los incentivos de los gobiernos receptores para mejorar sus entornos comerciales, estructuras de gobierno", dijo Malpass, y los acuerdos "a menudo consisten en contratos a largo plazo para exportaciones de productos básicos a precios favorables para China, no para el país exportador".
El secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, expresó su preocupación sobre el riesgo de que los países incumplan sus préstamos chinos en las reuniones del FMI el mes pasado y durante una conferencia del G20 en marzo.
Mnuchin, el FMI y el Banco Mundial le han pedido a China que se una al Club de París, un grupo de acreedores que se especializa en préstamos a gobiernos y requiere que tanto sus miembros como sus deudores cumplan con estándares de transparencia.
China se ha resistido, en parte debido a las preocupaciones de que otros miembros tendrían influencia en las negociaciones de reestructuración de la deuda bilateral que podrían afectar los intereses de Pekín.
El Ministerio de Relaciones Exteriores dijo el lunes que su cooperación económica con otros países "siempre es legítima y sin condiciones", y agregó que se adhiere a los principios de "igualdad, apertura, respeto mutuo, transparencia y resultados de beneficio mutuo".
'Comentarios irresponsables'
"Siempre acatamos las leyes del mercado y las normas internacionales. Siempre prestamos gran atención a la sostenibilidad de la deuda", dijo el lunes a la prensa el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Lu Kang.
"Esperamos que los países relevantes puedan ver esto de manera objetiva e inviertan su tiempo y energía en hacer contribuciones al desarrollo de otros países en lugar de hacer comentarios irresponsables sobre los esfuerzos de otros países".
El FMI publicó en marzo un informe de política que examina los niveles de deuda pública en los países en desarrollo de bajos ingresos, un documento interpretado como una crítica a las prácticas crediticias de China, aunque apenas menciona al país. Una declaración del 8 de mayo del fondo destacó el "sobreendeudamiento" en 15 naciones africanas, pero sin nombrar a China como el culpable.
El gobierno de Trump también está apuntando a la relación de China con el Banco Mundial, donde el país sigue siendo un receptor de financiamiento para el desarrollo. EE.UU. argumenta que la segunda economía más grande del mundo ya no necesita asistencia de naciones donantes y está exhortando al banco a que revise el acuerdo y retire a China de sus programas más rápidamente.
El Banco Mundial le prestó a China US$ 2,470 millones el año pasado, la mayor cantidad desde 1998. En un acuerdo este año con el gobierno de Trump para aumentar su capital en US$ 13,000 millones, el banco acordó revisar su política de "graduación", según un funcionario del banco.
La campaña de EE.UU. refleja la preocupación en Washington de que el creciente papel de China en el mundo en desarrollo socavará la influencia estadounidense, un temor que data de la administración de George W. Bush.
La Estrategia de Defensa Nacional de la administración Trump, lanzada en enero, acusó a China de intentar obtener "autoridad de veto" sobre las decisiones económicas de otras naciones y también citó específicamente inversiones estatales y préstamos como una forma en que Pekín estaba tratando de llevar a América Latina "a su órbita".