El episodio del supuesto globo espía chino que sobrevoló Estados Unidos ha provocado una nueva crisis política entre ambas potencias que ha hecho volar por los aires cualquier intento de distensión en un clima de creciente desconfianza mutua.
Para Pekín, que Washington derribara la aeronave hizo caer en saco roto los intentos por encauzar la relación después de la reunión que mantuvieron el pasado noviembre en Bali sus respectivos presidentes, Joe Biden y Xi Jinping, para rebajar las tensiones.
En un principio, China pidió a Estados Unidos no “especular” con lo ocurrido para después reconocer que, efectivamente, la aeronave era suya, pero que era “de uso civil” y se “desvió de su rumbo original por causas de fuerza mayor”.
Los funcionarios del país asiático enfatizan que fue un “accidente” que “en ningún momento se puso en peligro a los ciudadanos o a la seguridad nacional de Estados Unidos”, pero sobre todo acusan a Washington de “dañar gravemente” las relaciones por la decisión de abatir el globo, cuyos restos cayeron al océano y están siendo recuperados.
El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense, John Kirby, ha asegurado que su país no tiene intención de devolver los restos del aparato a China, que a su vez asevera que protegerá sus “derechos e intereses legítimos”.
A ojos chinos, el episodio se ve como parte de una incesante campaña por parte de Estados Unidos para desprestigiar al país asiático: “Lo que han hecho es una provocación, y grave. Antes o después, pagarán el precio por su imprudencia”, acusa este martes en su editorial el diario oficialista Global Times, uno de los altavoces del gobernante Partido Comunista (PCCh).
Sea verdad o no la versión china de la naturaleza del globo y su extravío, el incidente motivó de entrada la suspensión del viaje que el secretario de Estado, Antony Blinken, tenía previsto hacer al país asiático el pasado fin de semana, un golpe para quienes veían una oportunidad para calmar los ánimos entre ambos.
Clima de sospecha
A juzgar por los comentarios de la prensa estatal china, la entente alcanzada por Biden y Xi parece haber volado por los aires: “La manera en que Estados Unidos ha lidiado con este asunto es extremadamente grosera e irracional. Está claro que el globo era una aeronave civil inofensiva y que la parte china había expresado su buena voluntad para hablar sobre ese asunto”, agrega el mencionado rotativo.
Según el periódico, “la administración Biden no pudo tomar la decisión correcta por temor a ser criticado por el Partido Republicano”, lo que hizo que “convirtieran un accidente en un incidente” y, con el derribo de la aeronave, quisieran “crear una crisis política”.
El diario cita al experto Sun Chenghao, del Centro de Seguridad y Estrategia Internacional de la Universidad de Tsinghua, para quien “la incompetencia de la administración de Biden para resistir la presión sólo alimentará las provocaciones o el impulso de sentimientos irracionales contra China. Crearán más y más obstáculos para los intercambios hasta destruir las relaciones”.
“Lo sucedido es fiel reflejo del clima de sospecha que condiciona la relación entre ambos países y del alto nivel de deterioro acumulado en el último lustro”, comenta el experto español Xulio Ríos, del Observatorio de la Política China.
“Un episodio de estas características pasa factura a ambos y muestra la enorme dificultad existente incluso para garantizar la comunicación a niveles básicos”, agrega.
Ríos subraya que el incidente tiene lugar en un momento en que Estados Unidos acaba de lograr acceso a cuatro bases militares más en Filipinas mientras el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, visitaba Japón o Seúl para “señalar de nuevo con el dedo a China”.
“Las recientes presiones estadounidenses sobre sus aliados para limitar las exportaciones a China o el sondeo de una prohibición total de la tecnológica Huawei sugieren una vuelta de tuerca tras otra que pondrá las cosas bien difíciles a Pekín”, indica el experto.
A la crisis política, las disputas comerciales o la rivalidad tecnológica hay que sumar la cuestión taiwanesa: mientras aviones y barcos del Ejército chino siguen intensificando sus incursiones cerca de la isla, se especula con la visita a Taipéi del republicano Kevin McCarthy -presidente de la Cámara de Representantes estadounidense- esta primavera, “lo que en Pekín se leerá en términos de provocación y no precisamente de apaciguamiento”, señala Ríos.
Fuente: EFE