Estados Unidos prevé iniciar pronto un diálogo franco con China sobre comercio, pero mantendrá por ahora los aranceles, anunció el gobierno de Joe Biden, que estima que Pekín incumplió el acuerdo firmado en el 2020 con la administración de Donald Trump.
“China asumió compromisos destinados a beneficiar a ciertos sectores estadounidenses, incluido el agrícola, que debemos hacer cumplir”, dijo la representante comercial estadounidense (USTR), Katherine Tai, en una presentación en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), un grupo de expertos con sede en Washington.
“Tengo la intención de tener conversaciones francas con mi homólogo chino en los próximos días”, señaló Tai, subrayando que el objetivo “no es exacerbar las tensiones comerciales con China”, pero sí defender “al máximo” los intereses económicos de Estados Unidos.
“Y eso significa tomar todas las medidas necesarias para protegernos contra las oleadas de daños infligidos a lo largo de los años a través de la competencia desleal”, afirmó.
Tai, a quien Biden le pidió al asumir en enero pasado que realizara una revisión integral de la relación bilateral, señaló que el acuerdo firmado en enero del 2020 entre Trump y el viceprimer ministro y jefe negociador de China, Liu He, “no respondió de manera significativa a las preocupaciones fundamentales” de Estados Unidos acerca de las prácticas comerciales de China y “su impacto adverso en la economía estadounidense”.
Después de ocho meses de trabajo, la representante comercial dio pocos detalles sobre cómo abordaría estos problemas.
Adelantó sin embargo que Washington decidió mantener los aranceles punitivos impuestos por la administración Trump a US$ 370,000 millones en productos chinos anualmente, mientras inicia un procedimiento de exención para ayudar a las pequeñas y medianas empresas estadounidenses gravemente afectadas por estos recargos.
“Comenzaremos con el proceso de eliminación de aranceles específicos. Nos aseguraremos de que la estructura de aplicación existente sirva de manera óptima a nuestros intereses económicos. Mantendremos abierta la posibilidad de procesos de eliminación adicionales según se justifique”, explicó.
Los aranceles, adoptados en represalia por las prácticas comerciales chinas, son criticados por muchas empresas estadounidenses, algunas de las cuales tienen pocas alternativas a los productos chinos y, por lo tanto, se ven obligadas a pagar estos impuestos.
A principios de agosto, algunos de los grupos empresariales estadounidenses más influyentes instaron a la administración Biden a reducir estos recargos.
Aliados y “enfoque pragmático”
Tai, quien hasta ahora solo ha tenido un intercambio con Liu He, nunca ha ocultado que estos aranceles aduaneros fueron usados como palanca en las discusiones.
Al igual que el gobierno anterior, la administración Biden quiere abordar problemas más estructurales como los subsidios masivos a las empresas estatales chinas o el “robo” de propiedad intelectual.
En el llamado acuerdo de “Fase Uno”, China se comprometió a comprar US$ 200,000 millones adicionales en productos estadounidenses durante dos años, incluidos productos agrícolas, energéticos y manufacturados, con el objetivo de reducir el desequilibrio comercial entre los dos países.
Este convenio había permitido una tregua en la guerra comercial entre Estados Unidos y China que había frenado su crecimiento. Se trataba de reequilibrar el comercio bilateral, antes de una segunda fase para abordar los problemas estructurales.
Tai, que viajará a París para las discusiones en la OCDE, espera contar con el apoyo de aliados históricos de Estados Unidos.
“El núcleo de nuestra estrategia es el compromiso de garantizar que trabajemos con nuestros aliados para crear mercados justos y abiertos”, prometió Tai.
También subrayó que las relaciones comerciales y económicas entre las dos mayores potencias económicas del planeta tienen “un impacto en todo el mundo y en miles de millones de trabajadores”.
Washington anticipa arduas discusiones con Pekín.
Un alto funcionario del gobierno de Biden deploró el “enfoque autoritario” de Pekín y consideró que el gobierno chino está haciendo oídos sordos a las preocupaciones estadounidenses sobre cuestiones estructurales, como los subsidios estatales.
“Sabemos que es poco probable que China realice reformas significativas al menos por el momento”, admitió este responsable bajo condición de anonimato.
“Necesitamos tener una estrategia que trate con China como es, en lugar de lo que desearíamos que fuera”, comentó.
“Debemos adoptar un nuevo enfoque holístico y pragmático en nuestras relaciones con China”, concluyó Tai.