El Banco Central Europeo (BCE) rechazó el jueves las apuestas sobre una bajada inminente de los tipos de interés, reafirmando que los costes de financiación se mantendrán en máximos históricos a pesar de las expectativas de inflación más bajas.
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, subrayó en cambio que la inflación repuntaría pronto y que las presiones sobre los precios siguen siendo fuertes, lo que contrasta con el tono más pesimista adoptado el miércoles por su homólogo de la Reserva Federal estadounidense, Jerome Powell.
“¿Debemos bajar la guardia? Nos lo preguntamos. No, no debemos bajar la guardia en absoluto”, dijo Lagarde en una rueda de prensa tras la decisión.
“No hemos discutido en absoluto sobre recortes de tipos. Ninguna discusión, ningún debate”, dijo Lagarde, describiéndose a sí misma como “en modo de recuperación COVID” y hablando notablemente más tranquila que de costumbre.
Si bien reconoció que las presiones subyacentes sobre los precios se estaban relajando, Lagarde afirmó que la inflación interna, impulsada en gran medida por los costes salariales en los 20 países que utilizan el euro, “no se está moviendo”.
“Tenemos que entender mejor lo que está ocurriendo”, dijo Lagarde sobre la dinámica salarial, y en qué medida las empresas absorberán cualquier nueva alza salarial.
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Los riesgos futuros para la inflación en Europa abarcaron desde la tensión geopolítica que podrían elevar los precios de la energía en 2024 hasta la posibilidad de que las condiciones meteorológicas extremas dañen las cosechas de alimentos del próximo año.
“La inflación subyacente se ha moderado aún más”, dijo el comunicado BCE, “pero las presiones internas sobre los precios siguen siendo elevadas, debido principalmente al fuerte crecimiento de los costes laborales unitarios”.
Tras la decisión del jueves, el tipo de depósito del BCE se mantiene en un récord del 4%, que se compara con el -0.5% de julio de 2022.
La institución repitió su frase de que “los tipos se fijarán en niveles suficientemente restrictivos mientras sea necesario”, indican que el coste de los préstamos se sitúa en niveles que, mantenido “durante un periodo suficientemente largo, contribuirá sustancialmente al objetivo (de inflación)”.
Los comentarios van en contra de las apuestas de los inversores que apuestan por recortes de los tipos de interés en el primer semestre del año próximo, en lo que supondría un brusco cambio de rumbo respecto a la secuencia de 10 subidas consecutivas que finalizó en septiembre.
El BCE anunció además el fin anticipado de su último programa de compra de bonos, poniendo fin a una década de experimento de absorción de deuda en la zona euro, formada por 20 países.
El banco subió los tipos de interés a un nivel récord a principios de este año, pero los datos de inflación inesperadamente benignos de los últimos meses prácticamente han descartado un mayor endurecimiento de la política monetaria, desplazando el debate a la rapidez con la que invertirá el rumbo.
Los mercados prevén dos recortes antes de abril y 155 puntos básicos de relajación en el conjunto de 2024, a pesar de que una serie de dirigentes monetarios conservadores ha tratado de contrarrestar estas expectativas en el período previo a la reunión de diciembre.
El BCE puso fin a su último programa de compra de bonos, el Programa de Compras de Emergencia frente a la Pandemia (PEPP, por sus siglas en inglés), por valor de 1.7 billones de euros, y anunció que empezará a reducir las reinversiones a partir de mediados de 2024.
Según el BCE, la reinversión total en el marco del PEPP finalizará el 30 de junio y, a partir de entonces, la cartera se reducirá en 7,500 millones de euros al mes hasta finales de año.
Anteriormente, todo el efectivo de la deuda que vencía en el PEPP debía reinvertirse hasta finales de 2024, pero una serie de dirigentes monetarios han argumentado que el programa ha cumplido su propósito, por lo que no había lógica económica detrás de mantener la fecha de finalización original.
Es probable que las dudas del BCE se deban a su reticencia a renunciar a su principal instrumento para estabilizar los mercados en caso de que los inversores ejerzan una presión indebida sobre algunos países, en particular las naciones endeudadas de la cuenca mediterránea.
El BCE podría sesgar las reinversiones del PEPP hacia determinados países y la desaparición del plan le deja con el Instrumento para la Protección de la Transmisión (TPI, por sus siglas en inglés), un programa de compra de bonos no probado que tiene un listón mucho más alto para su despliegue.
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