Mientras Argentina negocia la reestructuración de su deuda con los acreedores tras un noveno default, el gobierno se enfrenta a otra crisis: evitar la fuga de valiosos dólares de su agonizante economía.
Hay estrictos controles de divisas, pagos de deuda estancados y cuarentena nacional. No obstante, los dólares se agotan. Las reservas de divisas extranjeras cayeron a un mínimo de cuatro años la semana pasada, totalizando menos que cuando el Fondo Monetario Internacional inició un programa de endeudamiento de US$ 56,000 millones en el 2018.
La tensión es clara. Luego de ampliarse a un récord de 85.4% el 14 de mayo, la brecha entre el tipo de cambio oficial y no oficial todavía se ubica cerca de 67% a medida que inversores aceptan grandes pérdidas para eludir los controles de divisas y deshacerse de los pesos.
Es posible que Argentina deba reforzar aún más los controles de capital, o permitir que el tipo de cambio oficial se debilite más rápidamente, con el riesgo de una mayor inflación.
“El Gobierno tendrá que dejar que el peso se deprecie un poco más”, dijo Alejo Costa, estratega jefe para Argentina en BTG Pactual en Buenos Aires. Con reservas líquidas netas inferiores a US$ 6,000 millones, “la presión de otras monedas de mercados emergentes, especialmente el real brasileño, aumenta la presión sobre el peso”.
La brecha entre el tipo de cambio oficial y el llamado contado con liquidación, calculado a partir de la diferencia entre los precios de las acciones y bonos que se negocian localmente y en el extranjero, es más amplia que el promedio de 40% durante el período de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner entre el 2011 y 2015, que fue infame por los controles de capital.
El expresidente Mauricio Macri había levantado esos controles pero se vio obligado a reimponerlos al final de su mandato después de que el peso se depreciara.
“Yo creo que una vez terminada la negociación y que se normalice algo la economía, con el tema de la cuarentena, se va a acelerar la tasa de deslizamiento del tipo de cambio”, dijo Marcos Buscaglia, fundador de Alberdi Partners, con sede en Buenos Aires.
No es tarea fácil
La caída de las reservas es notable dado lo difícil que es comprar dólares.
Los bancos tienen prohibido enviar pagos de dividendos al extranjero y los argentinos solo pueden comprar US$200 al mes a través de medios oficiales desde octubre pasado. Más recientemente, funcionarios han limitado la cantidad que los fondos locales pueden tener en dólares y restringido que productores de petróleo operen en el mercado de divisas hasta el 31 de diciembre.
El regulador de valores de Argentina, conocido como CNV, estableció un mínimo de cinco días de espera para inversores antes de poder vender activos locales en una moneda extranjera, según un decreto del Gobierno el martes.
El Gobierno también ha bloqueado algunas importaciones.
“Esto está peor que nunca”, dijo Edgardo Guerrini, propietario del fabricante local de neumáticos Guerrini Neumáticos SA, que tiene 14 contenedores varados en los puertos debido al freno en las importaciones. “Nos pidieron que cancelemos nuestras solicitudes de importación. Y han dicho a mis colegas que importen 30% menos que en 2019”.
Al mismo tiempo, el gobierno ha detenido todos los pagos de deuda en dólares y está solicitando a acreedores un período de gracia de tres años antes de reanudarlos.
No hay confianza
Históricamente, el peso ha decepcionado a inversores, registrando las mayores caídas en los mercados emergentes en cada uno de los últimos tres años.
Los argentinos no solo quieren dólares, sino que quieren tenerlos en un lugar percibido como más seguro que un banco argentino. Recuerdan el “corralito” de 2001 cuando el Gobierno restringió el acceso a los depósitos en dólares en medio de una crisis financiera similar.
El valor de los depósitos en dólares disminuyó durante 30 días hábiles consecutivos hasta el 20 de mayo, cayendo 6.3%, o US$ 1,160 millones. El banco central también dijo que vendió US$ 1,300 millones en el mercado spot para evitar el debilitamiento de la moneda durante ese período.
Un portavoz del banco central de Argentina dijo que la reestructuración de la deuda mejorará el ambiente financiero de Argentina y desalentará las operaciones especulativas.
“No hay ningún indicio de que el tipo de cambio esté atrasado. No hay reclamo de los exportadores”, indicó.
Mientras funcionarios renegocian la deuda y la cuarentena continúa, agricultores acaparan la cosecha de soja, esperando una devaluación para recibir más dólares por sus cultivos almacenados.