Tras un decepcionante desempeño de la economía peruana en los primeros cuatro meses, cuando se contrajo 0.24%, las proyecciones de analistas y calificadoras para el país se vuelven cada vez más exiguas.
A despecho de lo que estima el Ministerio de Economia y Finanzas (MEF), de un crecimiento de 2.5% en el 2023%, y del 2.2% que vislumbra el Fondo Monetario Internacional (FMI), instituciones privadas como la agencia calificadora de riesgo Moody’s esperan solo la mitad o menos que eso. En concreto, la agencia de rating avizora que el Producto Bruto Interno (PBI) apenas avanzará alrededor de 1% este año.
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La calificadora no es agorera del Perú en vano. Las cifras en rojo de la economía hasta el primer cuatrimestre, según datos frescos del INEI, conducen a un lógico recorte de sus proyecciones. Basta decir que el Banco Central de Reserva (BCR), a fin del 2022, pronosticaba un aumento de la actividad económica de 2.9% en el 2023.
Entonces, tras la contracción económica de los primeros meses del año, bancos locales y extranjeros, consultoras y empresas, como Moody’s (que antes estimaba que Perú avanzaría 2.3%), deben, obligadamente, reformular sus cálculos para todo el ejercicio anual.
Hasta el 2019 era frecuente que al Perú, por su alta tasa crecimiento respecto de la región, se le calificara como “la estrella de la región”. Por entonces, Jaime Reusche, vicepresidente del Grupo de Riesgo Soberano de Moody’s, dijo ante un auditorio nutrido de empresarios y analistas, que el país era “el chico bueno del vecindario”, porque a su notable crecimiento le añadía solidos fundamentos económicos (déficit gemelos -fiscal y externo- muy bajos, reservas internacionales por todo lo alto y un muy reducido endeudamiento, entre otros galones).
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¿Qué afectó el crecimiento económico de Perú?
Esos buenas bases macroeconómicas, afortunadamente, Perú no las perdió; pero el golpe de la pandemia y mala gestión de los gobiernos frente a la misma, una inestabilidad política casi de tragedia -la economía ya no corre por cuerdas separadas de la política-, y, recientemente, adversos factores climatológicos, así como la incertidumbre por el debilitamiento mundial, lastraron dinamismo a nuestra economía.
Otrora lider del crecimiento en Latinoamérica, ahora Perú está a la cola en la región, y todo indica que así acabará el año. Entre los países más grandes de esta zona, Perú cerraría el 2023 con la tercera tasa más baja de crecimiento, solo por encima de Chile y Argentina, según Moody’s.
Paradojicamente, Moody’s habla de un buen inicio de año (2023) para la generalidad de países de la región, ante la reapertura china, tras las restricciones del covid, el avance de la economía estadounidense y una demanda interna airosa, apuntalada por el consumo e inversion en la mayoria de los paises.
Esos vientos de cola -como le le llaman los economistas a las condiciones favorables para la actividad- no soplaron a favor del Perú, que más bien afrontó las turbulencias politicas, sociales y climáticas antes mencionadas.
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¿Qué se viene para las economías peruana y Latinoamericana?
Si con ese entorno positivo, el país se replegó en vez de crecer, el panorama podría ser inquietante, pues la agencia de rating advierte señales recientes de moderacion en las economías de China y EE.UU., principales socios comerciales del Perú.
“Ademas de la desaceleracion de la demanda externa para las exportaciones latinoamericanas, la economía de la región enfrentará de manera más evidente el freno de la demanda interna impuesto por la politica monetaria (alzas de tasas de interés) y por el reducido espacio fiscal (capacidad de gasto de los gobiernos)”, señala.
Jorge Chavez presidente de Maximixe explica que la convulsión social de los primeros meses, el impacto de El Niño, la caida de la inversion privada y un consumo menguante explican las menores proyecciones para el crecimiento en el 2023. Maximixe ha rebajado su proyeccion a entre 1.2% y 1.5%.
“La inflación que frena el consumo, proyectos de inversión que no han prosperado por los conflictos y eventos climáticos, y una inestabilidad politica latente afectan el crecimiento y las perspectivas del mismo a mediano plazo”, enfatiza.
Pero, para el economista hay una hálito esperanzador. “La salida de (Pedro) Castillo ha mejorado algo la confianza, y, pese al desprestigio del actual Gobierno y Congreso, al menos implican un mínimo de estabilidad; eso puede ayudar a la actividad económica”, dice.
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