Para todo el 2020, la demanda media será de 90.5 millones de barriles diarios, 9.3 % menos que el ejercicio precedente.
Para todo el 2020, la demanda media será de 90.5 millones de barriles diarios, 9.3 % menos que el ejercicio precedente.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) calcula que las medidas de confinamiento por el coronavirus están provocando un desplome histórico de la demanda de petróleo en el mundo, que llegará a rondar el 30% durante el máximo previsto en abril, y que se prolongará hasta finales de año.

En su informe mensual sobre el publicado este miércoles, la estima que después de un descenso de 10.8 millones de barriles diarios en marzo respecto al mismo mes del 2019, que ya constituyó un “récord”, la caída será todavía mayor, de 29 millones en abril, lo que significará volver nivel de consumo (70.4 millones de barriles diarios) de 1995.

En mayo, el retroceso interanual seguirá siendo de 25.8 millones de barriles y de 14.6 millones en junio, con lo que globalmente en el segundo trimestre el bajón será de 23.1 millones de barriles.

La recuperación a partir de ahí será “gradual” y, en cualquier caso, en el resto de los meses hasta que termine el 2020 la demanda será inferior a la del pasado año, con 2.7 millones de barriles diarios menos en diciembre.

Eso significa que para todo el 2020, la demanda media será de 90.5 millones de barriles diarios, 9.3 % menos que el ejercicio precedente.

La agencia se felicita por las “decisiones históricas” tomadas la semana pasada por los grandes productores en el marco de la OPEP y sus socios y del , que en conjunto deberían disminuir en 12 millones de barriles diarios el volumen de crudo que saldrá al mercado en mayo.

Constata que eso no permitirá reequilibrar la situación inmediatamente, pero considera que es "un comienzo sólido" para que en el segundo semestre la situación de exceso de producción se puede revertir.

Sobre los bajos precios del barril, la AIE avisa de que amenazan la estabilidad de un sector petrolero que “seguirá siendo central para el funcionamiento de la economía global”.

Y manifiesta inquietud por las consecuencias de largo plazo que puede tener el esperado descenso de 32% este año (hasta US$ 335,000 millones) de las inversiones en exploración y producción.

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