Por Alex Webb
Spotify Technology SA durante mucho tiempo ha pretendido ser el próximo Netflix Inc. La firma de un acuerdo con Joe Rogan, que podría generarle al podcaster más de US$ 100 millones, ayuda a que la empresa de transmisión de música comience a cumplir esa promesa.
La firma de tecnología con sede en Estocolmo tiene un problema difícil de resolver: por cada dólar en ingresos que recibe el gigante de la transmisión de música, envía 65 centavos directamente a la industria discográfica.
Las regalías que Spotify paga a las discográficas, editoriales y artistas limitan su potencial de ganancias. Eso es justo: sin los músicos, la compañía no existiría. Pero también significa que, a pesar de todas las similitudes superficiales entre Spotify y Netflix en cuanto a que los servicios de suscripción ofrecen un oferta interminable de contenido, el modelo de negocio de Spotify es menos robusto.
Si Netflix paga, por ejemplo, US$ 30 millones para hacer una nueva temporada de un drama como Ozark, ese costo no aumentará si atrae más audiencia. Media Rights Capital, que produce el programa, gana el mismo dinero con Netflix, independientemente de si la audiencia es de 5.000 o 50 millones.
No ocurre lo mismo para Spotify. Los costos suben con los suscriptores. Cada transmisión de, por ejemplo, Bad Guy de Billy Eilish, significa que una parte de la tarifa de suscripción mensual del auditor se dirigirá a Universal Music Group, la unidad de Vivendi SA que posee sus derechos de grabación y publicación.
El margen bruto de Spotify probablemente alcanzará solo 25% de los ingresos este año, una cifra baja para lo que se supone que es un negocio de software y servicios. Se espera que Netflix, con todos los miles de millones que gasta en contenido, disfrute de ganancias brutas que representen 39% de las ventas.
Con solo tres grandes sellos discográficos que controlan la mayor parte de la industria de la música, es poco probable que la base de costos relativamente alta de Spotify cambie en el corto plazo. Y es difícil para Spotify desarrollar a sus propios artistas. Eso irritaría a los sellos, sumado a que los músicos generalmente quieren estar en la mayor cantidad de plataformas posibles, ya que eso ayuda a vender entradas para sus conciertos.
Los podcasts proporcionan a Spotify un flujo de ingresos sobre el que tiene más control. La firma ha gastado recientemente más de US$ 600 millones en la adquisición de cuatro empresas de podcasting: The Ringer, Gimlet Media, Anchor y Parcast. La firma del martes de Rogan suma uno de los podcasts más populares del mundo.
Por un costo fijo, o limitado, Spotify atrae a nuevos auditores y potencialmente suscriptores, especialmente si los podcasts son de producción propia. Mientras más tiempo pasen los auditores en los podcasts, menos dinero dará Spotify a las discográficas.
Luego está la oportunidad de publicidad. Spotify ganó solo 4.42 euros (US$ 4.84) por usuario de su negocio de suscripción en el primer trimestre y 91 centavos adicionales por usuario en ingresos por publicidad. El próspero negocio de anuncios de Facebook Inc. le ayudó a ganar US$ 34.18 por cada uno de sus usuarios de América del Norte en el mismo período. La publicidad podría representar 12% de los ingresos de Spotify para el 2022, frente a 8% actual, según Bloomberg Intelligence.
Es cierto que Spotify aún tiene que crecer en su capitalización de mercado de US$ 33,000 millones, un múltiplo de 3.7 veces los ingresos esperados (no se espera que sea rentable este año). Pero el director ejecutivo, Daniel Ek, está empezando a tocar las melodías que los inversionistas necesitan escuchar.