Escribe: Javier Postigo, CEO de Mall Aventura
La expansión de los centros comerciales en el Perú se ha convertido en un fenómeno clave para medir el desarrollo económico y social en diversas regiones. Estos espacios no son solo puntos de consumo, sino motores que representan aproximadamente un 3% del PBI, alrededor de 35 mil millones de soles en ventas, generan más de 170 mil empleos formales, impulsan el comercio local y mejoran el entorno urbano de las comunidades en las que se instalan. Sin embargo, para que esta tendencia continúe, es crucial que quienes nos gobiernan fortalezcan las condiciones necesarias para la inversión y el desarrollo de más centros comerciales en todo el país.
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Ejemplos recientes del impacto positivo de los centros comerciales los hemos podido ver en Iquitos, una ciudad que por primera vez recibió su propio mall. Con este nuevo espacio, llegaron a la región varias marcas por primera vez; o en San Juan de Lurigancho, el distrito más poblado del país, y que no contaba con su propio centro comercial.
La apertura de los centros comerciales no solo ha generado entusiasmo entre los consumidores locales, sino que también ha transformado los hábitos de consumo, abriendo nuevas oportunidades para el comercio formal y ofreciendo empleos de calidad. Estos casos ilustran claramente cómo la llegada de un mall puede impactar profundamente a una comunidad o distrito, trayendo oportunidades de desarrollo.
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El los últimos años se han tenido aperturas importantes de centros comerciales en otras partes del Perú, como Juliaca, Huánuco y el mismo Cusco, donde estos ingresos han demostrado ser un factor clave para dinamizar las economías regionales, lo que también permitió a las familias que anteriormente tenían que desplazarse largas distancias para acceder a tiendas y servicios de marcas reconocidas ahora pueden contar con una oferta comercial y de entretenimiento de calidad a solo unos pasos de su hogar. Este tipo de desarrollo impulsa la economía local y genera tributos para los municipios, convirtiéndose en puntos de encuentro que modernizan el entorno, mejoran la infraestructura vial, embellecen el paisaje urbano y, lo más importante, ofrecen a las familias un lugar seguro y accesible para el entretenimiento y el consumo.
A pesar de estos beneficios evidentes, la expansión de los centros comerciales en el Perú sigue enfrentando varios obstáculos. La falta de infraestructura y las trabas burocráticas por parte de algunas municipalidades ralentizan la llegada de estos importantes proyectos a más regiones del país. Es imperativo que las autoridades tomen acciones concretas para crear condiciones que favorezcan la inversión en este sector. Esto incluye mejorar la infraestructura vial, ofrecer incentivos fiscales y facilitar los procesos de permisos y licencias.
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Los centros comerciales no solo son espacios para comprar; son un termómetro del crecimiento económico y social del Perú. En ellos se instalan espacios para pequeños emprendedores, centros de salud, vacunatorios, centros de prevención del cáncer, puntos de donación de alimentos para poblaciones vulnerables, centros descentralizados de trámites en entidades del Estado y se gestan las campañas de labor social de mayor impacto que tiene el Perú.
No debemos dejar que los obstáculos actuales frenen su crecimiento. Con más apoyo gubernamental y un enfoque estratégico en el desarrollo de infraestructura, el Perú puede seguir avanzando hacia un futuro en el que más regiones se beneficien de este impulso económico y social.
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