Con solo siete años de edad, José Adolfo Quisocala, conocido como el niño banquero les preguntó a sus padres porque en su ciudad de Arequipa tantos niños trabajaban en lugar de estudiar. Esta simple pregunta lo llevó por un camino digno de admiración, el cual lo motivó a fundar un banco para niños, con la simple finalidad de darles dinero cuando lo necesiten.
Hoy el Banco del Estudiante cuenta con más de seis mil asociados y José -ya con 16 años y cerca de terminar el colegio- ha emprendido la tarea de incluir financieramente a los niños peruanos con la promesa de tener un mejor futuro; sus planes no se han frenado y hoy Quisocala, quien se presentó en el primer Cabildo Bicentenario, busca atraer inversionistas para expandir este proyecto a mas ciudades de Lima, diseñar un cajero que los niños puedan utilizar, entre otros grandes planes.
¿Cómo inició el proyecto del Banco del Estudiante?
Luego de decidir que mi objetivo era ayudar a los niños, me puse a pensar como podría concretarlo. Fue ahí que concluí que cuando mis padres necesitaban dinero generalmente acudían a un banco, y se me ocurrió que debería existir una institución que ayude a los niños cuando ellos también necesitarán ayuda. Fue ahí cuando el director de mi escuela me propuso volverme alcalde de mi institución educativa para así poner en marcha mi proyecto.
¿Cuál fue el primero paso?
El director me ofreció el espacio donde guardaba su auto, que eran dos palos de eucalipto y un techo de calamina, ahí con una mesa y dos sillas fundamos el Banco del Estudiante y le comenté a mis compañeros que les iba a enseñar cómo ahorrar para que se pudieran comprar lo que más querían por sus propios medios. Sin embargo, me topé que muchos niños habían escuchado de sus padres que los bancos no eran buenos y tuve que convencerlos sobre los verdaderos beneficios de las instituciones financieras y como la mía iba a ser diferente.
¿Cuántos niños se sumaron en la primera ronda?
Inicié con 10 niños asociados en el primer año, les prometí que en el plazo de un año iban a ahorrar lo suficiente para una compra soñada y fue así como inicié. Semana tras semana depositaban en sus cuentas diez, veinte, cincuenta céntimos y fue ahí cuándo me di cuenta que con esos montos muchos iban a estar defraudados; por lo que tuve que cambiar el modelo.
¿Cuál fue este cambio?
Investigando sobre más formas de hacer dinero, escuché una tarde que un reciclador compraba latas, botellas, papel y cartón y lo primero que pensé; eso es exactamente lo que nos sobra en el colegio, en ese momento teníamos un exceso de residuos. Converse con él y le ofrecí ser parte del proyecto, él nos pagaría por los kilos de material reciclado y ese dinero se abonaría directamente al banco. Fue así como pasamos a ser un ecobanco, donde la principal moneda es el residuo sólido. Para fin de año, dos alumnos lograron comprarse el producto para el que estaban ahorrando, una bicicleta y unas zapatillas, que para un niño es como comprarse un departamento.
¿Cómo ha continuado el proyecto?
Luego del primer año la idea era cerrarlo, pero se me acercaron otras instituciones educativas interesadas también en participar y vi que el proyecto tenía mucho potencial. Fueron muchos años de sacrificar, fiestas cumpleaños hasta incluso tiempo para mis estudios; en el 2013 fui finalista del premio internacional “Inclusión Financiera para Niños y Jóvenes en Estambul (Turquía) lo que me llevó a recibir más interés por mi proyecto. Actualmente contamos con cerca de 6,000 niños asociados y hemos logrado ahorrar hasta seis toneladas de residuos sólidos al mes.
¿Qué retos has enfrentado?
Por mucho tiempo sentí que mi mayor impedimento fue ser un niño, muchas puertas se me cerraron por mi edad; las personas me decían que a mi edad no debería estar pensando en nada que no fuera el colegio y no me tomaban en serio. Considero que no tenemos que esperar a crecer para hacer un cambio en el mundo.
¿Cómo los impactó la pandemia?
Muchos proyectos que teníamos quedaron suspendidos, para el 2020 nos habíamos asociado con empresas privadas para acelerar el tema de la recolección e íbamos a expandirnos a Lima de la mano del municipio de Los Olivos pero por obvias razones todo quedó en pausa. La idea es reactivarnos y volver a buscar estas asociaciones y posibles inversionistas para llevar este proyecto a un segundo nivel y apoyar a mas niños peruanos.
¿Qué se viene para el Banco del Estudiante?
En lo que he estado trabajando últimamente es que el banco sea sostenible y realizar pequeñas inversiones en otros proyectos, como lo hacen los otros bancos. Sin embargo, lo haremos a través del modelo de banca ética; muchas personas no están conscientes de donde se invierte su dinero y la idea es que la inversión que realicemos vaya estrictamente a cosas importantes para la sociedad. Actualmente recibo asesoría de un ex Nobel de la Paz para emprender este proyecto.
¿En donde te gustaría estar en algunos años?
Mi objetivo es realizar una carrera universitaria en el extranjero, una de las carreras que más me interesa es la economía. Pero no quisiera irme del país sin antes dejar el Banco del Estudiante operando sólidamente y haber logrado un cambio en el país.
El Dato
Cursos. Además del Banco del Estudiante, Jose Quisocala ha diseñado cursos de educación financiera y educación ambiental básicos para niños y adultos. Estos son gratuitos para todos los hispanohablantes y hoy los ha traslado a la plataforma virtual Blended. “Muchas de las malas experiencias que se han tenido con bancos son por desconocimiento del sistema y la idea es erradicar esto”, apuntó.