Este no es un libro normal, al menos no de esos que te impulsan a devorar sus páginas solo para conocer si el héroe, gracias a su ingenio o fuerza, logra sobreponerse a la adversidad que el autor plantea. En “La ridícula idea de no volver a verte” no hay un nudo que desenredar, mucho menos una trama llena de personajes particulares. Este libro es más parecido a una conversación, a esas que podrías tener en una reunión con un amigo al que dejaste de ver por mucho tiempo y, acompañados de un café o una cerveza, te pone al día de los eventos de su vida. Este libro, aunque suene paradójico, es más para escuchar que para leer.