Un reciente estudio ha conseguido, por primera vez, “domar” a las células para que formen, una vez reprogramadas, glóbulos blancos tempranos; capaces de madurar en células del sistema inmunitario a voluntad de los investigadores.
Según Xataka, con este hallazgo se puede entender mejor qué ocurre en las fases tempranas de maduración y comprender su mecanismo, así como desarrollar células modificadas por ingeniería genética para combatir enfermedades autoinmunes o apoyar la inmunoterapia contra el cáncer. A pesar de que todavía queda un trecho para ver terapias basadas en esta técnica funcionando en los hospitales, las perspectivas son increíblemente optimistas.
Células inmunitarias en una placa de petri
La técnica de reprogramación celular es uno de los mayores avances en ingeniería genética de nuestro tiempo. Mientras que las primeras técnicas necesitaban de células madre para poder programar el destino de las mismas, las más punteras toman tejidos ya diferenciados, como la piel, y las devuelven a su estado primitivo con un cóctel hormonal adecuado. Tras conseguir dichas células, en un proceso denominado reprogramación celular, estas pueden tomar la vía que queramos.
Este estudio ha demostrado el método adecuado para, por primera vez, reprogramar células de la piel y convertirlas en células del sistema inmunitario temprano. Estas, hasta la fecha, solo se podían obtener a partir de la médula ósea, lugar donde se diferencian y maduran este tipo de células.
Para ello, los investigadores, según describen, han tenido que usar en conjunto las técnicas más innovadoras de ingeniería genética y crecimiento de células madre para poder diferenciar las que presentan una señal concreta: la manifestación de una proteína RAG-1, que dirige la diferenciación en células inmunitarias, para obtenerlas y separarlas.
Aunque dicho así parece sencillo, como decíamos, es la primera vez que se consigue debido a lo difícil que es reprogramar, identificar y separar dichas células; cuyo proceso ocurre en los centros de maduración inmunitarios como son el bazo o la médula. Con este logro se abren interesantes puertas a tratamientos e investigación.
Cómo se forman las células inmunitarias
Entre las cosas más interesantes del estudio se encuentra el conocimiento sobre cómo se forman las células inmunitarias tempranas, un proceso que todavía esconde algunos e importantes secretos. Este conocimiento nos brinda la oportunidad de conocer el mecanismo que subyace en enfermedades autoinmunitarias, como la leucemia o la diabetes tipo 1, por ejemplo.
También permite estudiar en el laboratorio, desde el principio, el proceso de maduración de dichas células; lo que da la oportunidad de entender mejor el complejo proceso y utilizarlo en nuestro beneficio, no solo como tratamientos sino también como apoyo a otras terapias.
Por si fuera poco, tener células inmunitarias reproducibles en laboratorio y poder jugar con la técnica para crearlas da la oportunidad de hacer “células a la carta” para combatir diversas enfermedades. Esto es especialmente importante en la terapia inmunitaria contra el cáncer, que está cogiendo fuerza y se presenta como una de las grandes protagonistas del futuro.
Todavía faltan años para una terapia y, aun así, es un éxito
Como indican los investigadores, todavía faltan años para que esta técnica pueda ser empleada en clínica, como parte de un tratamiento. Esto es lógico debido al concienzudo proceso que ha de pasar cualquier terapia antes de salir al mercado, además de estar todavía en sus primeras fases. Sin embargo, eso no quiere decir que no dé sus frutos desde ya mismo.
Como decíamos, el empleo de esta técnica permite estudiar, ya mismo, los mecanismos de maduración y aparición de células inmunitarias. Eso quiere decir que no solo puede resultar una herramienta terapéutica sino que también será importante para la investigación más básica en biología celular. Esto generará un conocimiento importante e inmediato.
Dicho conocimiento nos permitirá avanzar en otras disciplinas, por lo que el hecho de que la propia técnica esté en sus comienzos no impide que este descubrimiento sea ya un interesante hito en la era de la medicina moderna.