Escribe: Guillermo Boitano, director de Economía de la Universidad de Lima
Tras un complicado 2023, marcado por una recesión económica y una caída del 0.6 % en el PBI, este 2024 ha mostrado señales de recuperación y ha alcanzado un crecimiento estimado del 3.1%. La inflación regresó al rango meta del BCR (1.0%-3.0 %), lo que alivió a los consumidores, mientras que el tipo de cambio se ha mantenido estable. Sin embargo, con el fin de año tan cerca, no queda mucho más que destacar del 2024: un año con tropiezos, pero claramente mejor que su predecesor. ¿Qué podemos esperar del 2025?
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El crecimiento del PBI para el próximo año, se proyecta entre el 2.6% (FMI) y el 3.0% (BCR y MEF). Se espera que la inflación se sitúe en torno al 2.0%, dentro del rango meta, y que el tipo de cambio se mantenga estable, alrededor de S/ 3.75 por dólar, según los analistas. Sin embargo, pese a estas cifras, es preocupante que el crecimiento esperado sea menor al de este año y muy inferior al promedio del 4.9% registrado entre el 2000 y el 2019. Para un país como el Perú, este ritmo no es suficiente para reducir la pobreza que afecta al 29% de la población. Aunque se proyecta un crecimiento de la inversión privada del 4.1% (superior al 2.3% del 2024), aún estamos lejos del promedio de 7.2% observado entre 2000 y 2019.
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En el ámbito laboral, el ingreso promedio mensual de los peruanos ha mostrado un aumento nominal. Sin embargo, ajustado por inflación, aún es inferior al de 2019: S/ 1,980 frente a S/ 1,738 al tercer trimestre de este 2024. La tasa de desempleo, aunque en descenso, permanece en 5.3%, lejos del 3.9% del 2019. A esto se suma que la informalidad laboral, que afecta al 71% de los trabajadores, no muestra señales de cambio.
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Las condiciones internacionales, como un nuevo Gobierno de Donald Trump en Estados Unidos y la ralentización económica global, podrían limitar nuestras oportunidades de crecimiento externo. La dependencia de China y Estados Unidos exige reformas estructurales para impulsar la inversión privada, reducir la incertidumbre política y fortalecer nuestras instituciones.
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Las expectativas para el 2025 no parecen ser espectaculares, pues incluso si esperamos un crecimiento de la economía, mejoras en el ingreso y reducción del desempleo, mantenemos un peor desempeño que el de las primeras dos décadas del 2000.
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Si bien el Perú antes podía tener un crecimiento elevado gracias al de sus socios comerciales, China y Estados Unidos, la economía mundial está mucho más ralentizada y el país necesitará de reformas estructurales que permitan una mejora en la gestión de las instituciones y que acaben con la incertidumbre política (esto es bastante conocido, pero seguimos en lo mismo). Ello permitiría aumentar la inversión privada, incrementaría el crecimiento, reduciría la pobreza y generaría un mayor nivel de ingresos. El Perú no puede seguir en “piloto automático” si es que quiere seguir creciendo, sino que finalmente tendrá que aprender a manejar.
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