Alonso Segura  (Foto: GEC)
Alonso Segura (Foto: GEC)

Por Alonso Segura

Exministro de Economía

Un país más inclusivo, más igualitario, más tolerante, fortalecido institucionalmente, en el cual prime el respeto a las reglas de parte de los peruanos en su accionar a nivel personal y laboral desde cualquier ámbito en el que se desempeñen. Es difícil discrepar con estos objetivos de país, el reto está en definir (e implementar) las estrategias para lograr que se vuelvan una realidad. Allí fallamos sistemáticamente.

Primero, es fundamental entender que cualquier agenda país requiere forjar consensos mínimos en materia política, económica y social. Cuando estos consensos no existen (política), se erosionan (económica) o son insuficientes (social), no es posible definir objetivos, menos aún desarrollar políticas e instrumentos para alcanzarlos en el tiempo.

Segundo, no hay una ruta única al desarrollo, pero la historia muestra que no existe país que haya logrado un progreso sostenido en su agenda de desarrollo económico y social, en ausencia de colaboración entre el y el Hay cosas que solo puede hacer el sector público (bienes públicos, entorno regulatorio, redistribución), y otras que sólo puede hacer el sector privado (inversión y generación de empleo y riqueza, información sobre estándares y trabas). Ello requiere de un sector público fuerte (no es lo mismo que grande, pero necesita una escala mínima) y que sea más eficiente. También de un sector privado que entienda que no debe minimizar la relevancia del sector público, y que hay responsabilidades con su entorno que van más allá de la rentabilidad privada.

Tercero, necesitamos una estrategia de desarrollo regional, que reconozca las idiosincrasias de los distintos territorios, acerque al Estado a los peruanos y garantice la representatividad local, pero también que somos una república con objetivos comunes que no deben atomizarse. La descentralización como proceso político y económico es esencial, pero no ha logrado los objetivos deseados. Urgen ajustes, incluyendo mejor articulación entre niveles de gobierno.

Cuarto, debemos reconocer innegables mejoras, en promedio, en el bienestar de los peruanos en los últimos 20 años, pero también que hay importantes segmentos que han quedado atrás. Yerran quienes añoran un pasado sin errores (que no existió), tanto como aquellos que no reconocen logros económicos y sociales. Necesitamos complementar nuestra fortaleza macro (que no debemos permitirnos perder) con el fortalecimiento de políticas de inclusión y protección social, ambientales y de desarrollo productivo sostenibles, que permitan solucionar nuestra dualidad productivo-laboral, tarea aún más urgente en un mundo de baja productividad y post-Covid.

La inercia, el conflicto y la persecución de intereses propios, no sólo garantiza que no logremos estos objetivos, sino arriesgar lo avanzado.