Tres semanas después de su estreno, el mes pasado, y antes de ser transmitida vía streaming por Amazon, casi un millón de argentinos habían visto en cines “Argentina, 1985″, una película sobre los procesos judiciales contra generales y almirantes que dirigieron la más vil dictadura en América Latina.
El filme se remonta a los eventos de dicho año, en una Argentina de casetes de música, máquinas de escribir manuales y muchos, muchos cigarrillos. Para buena parte de los espectadores, describe una historia desconocida o medio olvidada.
Sin estridencias, la obra es una crítica a la versión de la “memoria histórica” propugnada por Néstor Kirchner (fallecido el 2010) y su viuda, Cristina Fernández de Kirchner, la pareja peronista que ha gobernado argentina 16 de los últimos 20 años.
Los hechos
Cuando las Fuerzas Armadas tomaron el poder, en 1976, Argentina sufría una galopante inflación, un asesinato político cada cinco horas y la explosión de una bomba cada tres.
La organización guerrillera Montoneros y otros grupos izquierdistas armados combatían contra escuadrones de la muerte derechistas en lo que parcialmente era una guerra civil dentro del peronismo.
Muchos argentinos creyeron que el Ejército restauraría el orden y que rápidamente devolvería el poder a los civiles. Pero en lugar de ello, presidió un sistemático terrorismo de Estado que incluyó prisiones clandestinas, secuestros y torturas.
Solo el fracaso económico y el fiasco de la invasión de las islas Malvinas (Falkland en inglés) ocasionaron que la Junta Militar convocase a elecciones en 1983.
Nunca más
El ganador fue Raúl Alfonsín, de la Unión Cívica Radical, un político liberal de centroizquierda que rápidamente implementó una promesa de campaña para revocar una auto amnistía decretada por la Junta.
El mandatario estableció una de las primeras comisiones de la verdad, cuyo reporte, titulado “Nunca más”, halló que al menos 8,960 personas habían “desaparecido” durante la guerra sucia de la Junta, muchas de las cuales no tenían conexión con las guerrillas.
Alfonsín estaba decidido a que los perpetradores de la violencia y la ilegalidad debían ser enjuiciados. Así que cambió la legislación para que un tribunal civil juzgue a los militares acusados si los tribunales castrenses demoraban en hacerlo. Y así sucedió.
Darín y su talento
La película se enfoca en el trabajo de Julio Strassera, el fiscal a cargo del proceso, quien es retratado como un hombre común y corriente que debe asumir un rol extraordinario, en una interpretación característicamente convincente de Ricardo Darín (protagonista de la ganadora del Oscar “El secreto de sus ojos”).
El joven asistente de Strassera, Luis Moreno Ocampo, se convertiría en el primer fiscal jefe de la Corte Penal Internacional. Ambos laboran en una atmósfera de amenazas e intimidaciones.
“Daremos a los comandantes militares lo que ellos no dieron a sus víctimas: un juicio imparcial”, afirma Strassera. Los fiscales se basan en gran medida en el trabajo de la Comisión de la Verdad en tanto que testigos ofrecen espeluznantes testimonios de torturas y maltratos.
Los sentenciados
El tribunal sentenció a cadena perpetua a dos miembros de la Junta, a tres a condenas en prisión y liberó a cuatro. Fue un evento histórico, la primera ocasión en América Latina en que dictadores eran juzgados y sentenciados por un tribunal civil.
Alfonsín también declaró que los juzgados debían investigar a los comandantes de las guerrillas, que fueron responsables de más de 1,000 muertes en los diez años que terminaron en 1979 y cuyas acciones gatillaron el golpe militar. Mario Firmenich, el líder de los Montoneros, fue sentenciado a cadena perpetua.
Los juicios a la Junta demandaron mucho coraje, pues las Fuerzas Armadas seguían siendo poderosas. Los procesos judiciales prosiguieron contra otros oficiales, pero dada la impopularidad del Gobierno debido a problemas económicos, Alfonsín enfrentó varias rebeliones militares.
Y se vio obligado a poner un alto a más juicios. Su sucesor, Carlos Menem, decretó una amnistía que liberó a los generales y a Firmenich.
Epílogo
Los juicios comenzaron de nuevo con Néstor Kirchner, cuando el Ejército había sido neutralizado con el recorte de su presupuesto bajo Alfonsín y Menem.
El 2004, Kirchner pidió disculpas en nombre del Estado “por la vergüenza de haber callado tantas atrocidades durante 20 años de democracia”.
Pero la versión de justicia de los Kirchner es selectiva: si bien más de 1,000 oficiales militares han sido sentenciados, Firmenich vive tranquilamente en España, donde es profesor de Economía.
Mucha gente con vínculos con los Montoneros trabajó en los gobiernos de los Kirchner. Cristina Fernández de Kirchner, hoy vicepresidenta de Argentina, despotrica contra el Poder Judicial por acusarla de corrupción (acusaciones que ella rechaza).
Una crítica a “Argentina, 1985″ es que Alfonsín solo figura brevemente, cuando exhorta a Strassera a que haga su trabajo sin temor a la intervención política. Pero el juicio habla por sí mismo.
Al hacerlo, muestra cuánto han falsificado los Kirchner la historia reciente de Argentina, y que Alfonsín fue un héroe del Estado de derecho en una región donde todavía está dolorosamente ausente.
Traducido para Gestión por:
Antonio Yonz Martínez