En los últimos tres años, muchas de las grandes inversiones se han puesto en pausa y las expectativas de los empresarios han pasado a terreno negativo. ¿Qué motor mantuvo a la economía local a flote? El consumo de las familias. Así, ‘ahorro’ y ‘crédito’ fueron dos palabras que empezaron a sonar con más fuerza después del quiebre que significó el coronavirus en el 2020.
Sin embargo, el dinero que los peruanos tenían ahorrado ha disminuido desde entonces. Y si bien el consumo privado seguía avanzando gracias a la liquidez obtenida con los retiros de AFP y CTS -ambas medidas ‘extraordinarias’-, ese combustible no dura para siempre.
Hoy los expertos pronostican que, si el empleo no se recupera lo suficiente, la toma de préstamos -a tasas altas y cada vez con menor espacio- seguirá creciendo para compensar. El problema es que no todos tienen acceso.
Consumiendo los retiros
El consumo es el componente más importante de la economía en términos de escala: representa más del 60% del PBI. Este año, la economía nacional “se sustentó principalmente en el consumo privado, el cual estuvo impulsado por la recuperación del empleo, y los retiros permitidos de ahorros previsionales y CTS”, dice el Banco Central de Reserva (BCR).
Entre enero y setiembre de 2022, el consumo privado creció 5.1% por la recuperación del mercado laboral, los incentivos monetarios dados por el Gobierno, la disponibilidad del 100% de los depósitos CTS y el retiro de hasta 4 UIT (S/ 18,400) de los fondos de pensiones. No obstante, se debe observar que ha ido perdiendo dinamismo: se incrementó 6.9% en el primer trimestre, 4.9% en el segundo y 3.5% en el tercero.
Esa pérdida de ‘fuerza’ se extendería al 2023, creciendo 3% en el próximo año, según el BCR, “una vez se hayan disipado las fuentes de ahorro que estuvieron disponibles durante 2022″.
Ingresos: El impacto de la inflación en los ingresos reales acotaría el crecimiento del consumo. A esto se agrega -dice Thorne & Associates- que la informalidad subió tras el golpe de la pandemia, lo que significa que hemos incorporado a la economía a trabajadores que tienen alrededor de 50% de ingresos más bajos que los formales, lo que muestra una reducción de salario real.
Esta no es solo una estimado del BCR. Los economistas consultados comentaron en la misma línea y consideraron que el consumo privado se desacelerará el próximo año. “(El consumo) ya perdió impulso en el 2022, se ha caído del primer trimestre al segundo semestre, y esto se profundizaría un poco más durante el 2023″, explica Víctor Fuentes, economista jefe del IPE.
“Lo que hemos vivido es que el consumidor ha utilizado sus ahorros. Si vamos un poco más atrás, tuvimos un impulso fiscal que fue casi 18 puntos porcentuales (pp) del PBI. Hasta el 2022, ha habido un apoyo de ahorros de los consumidores -o del Gobierno- que han sostenido el consumo. En 2023, vamos a ver la verdad de las cosas”, advierte Alfredo Thorne, socio de Thorne & Associates.
Cifra ‘inflada’: “Hemos inflado el consumo por lo menos 1 a 2 puntos porcentuales (pp). Porque además de la AFP y la CTS, también estuvieron los bonos, que algo ayudaron. Entonces, cuando ajustamos todos esos números, creo que entre 1 y 2 pp del consumo se deben a factores exógenos”, agrega Thorne.
De ahorros a préstamos
Luego de registrar un máximo histórico de 25.5% del PBI en el 2020, el ahorro privado se contraería a 13.9% del PBI en 2022 (el menor desde el 2012). “Todo esto está asociado a la normalización de los hábitos de consumo de las familias, la aprobación de la disponibilidad de la CTS y parte de los fondos en las AFP”, según el BCR.
En el horizonte de proyección, se espera que el ahorro privado se incremente hasta alcanzar 16.2% del PBI en 2024, según el BCR. Pero aún así, incluso en el 2024, estaríamos en un nivel de ahorro privado similar al del 2015, lejos del nivel precovid (2019: 18.1%).
“Lo que va a sostener al consumo es una recuperación en el empleo de sectores que venían rezagados aún como restaurantes, hoteles, transporte. Ya no va a estar el impulso que hubo de recursos este año por estos ingresos extraordinarios de liquidez (CTS, AFP)”, remarcó Luis Eduardo Falen, Head of Macroeconomic & Strategy Research de Intéligo.
Mientras el ahorro es menor -y se diluye la liquidez de las familias-, una tendencia que ya se veía y que podría continuar en 2023 es la de la compensación mediante créditos, sobre todo de consumo. “El dinamismo del crédito ha sido impulsado principalmente por el crédito a personas naturales, el cual pasó de crecer a 5.4% en 2021 hasta 17.1% en octubre de 2022”, indica el BCR.
Sin embargo, el costo del crédito aumenta y esto se traslada, principalmente, sobre sectores de menos ingresos. “Si bien este grupo puede financiarse algo y de alguna manera pasar el temporal, no les va a quedar mucho espacio, porque los costos de endeudarse son muy altos”, subrayó Thorne. ¿Acaso todos podrán acceder a un préstamo cuando ya no tengan ahorros, en un contexto de salarios casi estancados?
El castigo al consumo: Además de la inflación y el costo de financiamiento que castigarán el consumo, otro factor serán los términos de intercambio, que ya no se ven tan favorables para el Perú.
Para Thorne, la clase media vulnerable es la que tiene menos espacio para endeudarse; así como a los trabajadores del agro, que es un sector que tiene menos acceso al crédito. “Sobre el tema de crédito, ¿volverán al nivel del 2020? Si bien ha venido recuperándose, el gran tema son las tasas, que están elevadas todavía y se van a mantener durante el transcurso del 2023. Esto ocasiona cautela sobre quienes dan los créditos, así como quienes toman los créditos”, subraya Falen.
El economista de Intéligo también comentó que los estratos más bajos son los que se van a ver más afectados. “Por ser considerados sectores más riesgosos hay una mayor dificultad para el acceso al crédito. (El 2023) va a ser un año todavía de inflación, ya no en máximos pero sí moderándose. A eso se sumará la dificultad de acceder al crédito, el hecho que no habrá ahorros disponibles tras disponibilidad de liquidez”, remarcó.
El gasto con tarjeta: El Índice Big Data de Consumo para Perú de BBVA Research (elaborado sobre la base del gasto, corregido por inflación, con tarjetas y retiros de efectivo) se aceleró en noviembre a 8.7% (7.6%: octubre). El indicador apunta a que el gasto que realizan las familias mejoró en el cuarto trimestre (octubre y noviembre). “Los retiros adicionales CTS darán algún soporte al consumo. Pero de otro lado, la elevada inflación seguirá afectando la capacidad de compra de las familias. Asimismo, las mayores tasas de interés darán un castigo adicional al consumo”, señala el BBVA Research. En noviembre, destacó el crecimiento de las compras con tarjetas (19%), con lo que mantuvo su participación en alrededor de 41%. Al interior de las compras con tarjetas, el canal on-line mostró nuevamente un alto crecimiento (35%) y elevó su participación (47% frente a 45% en octubre; 20% como promedio de 2019).