Este sábado, como cada 10 de octubre desde 1994, se celebra el Día Mundial de la Salud Mental. Una fecha que en esta ocasión cobra una dimensión especial debido a la pandemia de COVID-19 que afecta al mundo desde inicios de año y los efectos producidos por las medidas adoptadas en diferentes países para frenar la propagación del virus.
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Los toques de queda, las cuarentenas, los nuevos espacios de trabajo y la limitada interacción social han tenido, sin duda, una gran repercusión en la mente de todos nosotros.
“La OMS define la salud mental como el estado de bienestar que tiene que ver con las capacidades para afrontar las tensiones del día a día, ser productivo y aportar a la comunidad”, detalla Carolina Méndez, psicóloga de la Municipalidad de Lima.
¿Cómo podría resumir el impacto de la pandemia en la salud mental de las personas?
La salud mental se construye en el vínculo con el otro. Que la pandemia haya limitado esa relación con nuestros seres queridos ha mermado en la salud mental. El vínculo con el otro es una manera de tener un soporte emocional. Sumado a los cambios en el estilo de vida, hábitos, métodos de trabajo y las tareas propias del hogar han afectado especialmente a grupos como mujeres que son víctimas de violencia; niñas, niños y adolescentes; adultos mayores y personas con discapacidad. Es importante recalcar que para esos grupos el impacto ha sido mucho mayor.
¿De todos los factores mencionados qué es lo que más le ha afectado a la gente?
Creo que fue una mezcla de todo. En la Municipalidad de Lima implementamos una línea de atención psicológica y la mayoría de casos referían estrés, depresión, pánico por el aislamiento social y también problemas en la convivencia familiar. La sobrecarga laboral ha influido mucho en la forma de relacionarnos.
¿Qué otras conclusiones obtuvieron de esa línea de ayuda?
Bueno, la línea de Lima te escucha se inauguró a la semana de que decretaran la cuarentena, es un servicio orientado a brindar una intervención corta, básicamente una orientación a quienes se vieron emocionalmente afectados. Iniciamos con cuatro líneas telefónicas, ahora tenemos tres, y respondíamos a los correos que nos iban llegando. A la fecha hemos atendido 2.034 casos. Si bien el servicio era para Lima Metropolitana también recibimos llamadas de Cusco, Arequipa, Lambayeque, entre otros.
¿En este más de medio año de emergencia ha podido identificar variaciones en los efectos psicológicos de la pandemia sobre la gente?
Tanto como un cambio radical, no. Los problemas de ansiedad y depresión se siguen manteniendo. Pero es porque estos problemas no surgieron con la pandemia, estaban de mucho antes, solo que la pandemia ha permitido que se visibilice. Lamentablemente, en quienes ya los tenían estos se han agudizado.
Uno de los principales factores de estrés ha sido el cambio del estilo de trabajo. ¿Qué consejos tiene para lidiar con la nueva forma de trabajar?
Creo que parte mucho de cómo uno se organice. Además, es necesario establecer ciertos límites. El teletrabajo ha sido visto como una razón para que las personas no tengan un horario específico de trabajo sino más bien los llamen a cualquier hora con el pretexto de que están en sus casas. Eso termina afectando no solo por el agotamiento sino por estar expuesto por tantas horas a un aparato tecnológico. Las recomendaciones son en función a cómo nos organizamos y a tomar pausas activas. Si bien tenemos un horario específico que cumplir, se deben tomar descansos intermitentes de 5 minutos.
En el pasado, salir de la oficina daba la sensación de haber terminado la jornada. ¿Cómo se puede reemplazar ese cambio de espacios físicos?
Claro, antes la casa era un espacio de desconexión, ahora se ha convertido en un espacio laboral y de descanso a la vez. Pero debemos colocar límites, hay prioridades pero tu salud mental y compartir con tus seres queridos también es una de ellas. Cuando acaben su jornada laboral deben desconectarse de los aparatos tecnológicos.
¿Cómo debemos actuar cuando no somos nosotros los más afectados sino un familiar o alguien cercano?
Es importante mostrar mucha empatía. No a todos nos ha afectado igual, validar lo que otro puede vivir o sentir es muy valioso. Debemos hacerle saber que estamos ahí, muchas veces por ayudar queremos eliminar las tristezas de la otra persona pero eso podría invalidar sus emociones. Mantener una actitud de acompañamiento, sin necesidad de dar un consejo sino escuchar y entender, va a ser muy valioso para que el otro acepte sus emociones y sentirse comprendido.
¿A qué alarmas debemos estar atentos?
Un cuadro de estrés agudo se suele manifestar con mucha irritabilidad, cambios en el estado de ánimo o problemas para conciliar el sueño. Hay cambios en sus rutinas diarias, ya no realiza lo que antes disfrutaba hacer. Además, puede presentar síntomas físicos como dolores de cabeza, dolores musculares o cansancio. Mucha ansiedad, temor, sentimientos de inseguridad o incertidumbre, pensamientos catastróficos son otras señales. Esto responde mucho, además, a la cantidad de información que uno recibe, por eso recomendamos limitar el acceso a las noticias a máximo una vez al día y verificando siempre que provengan de fuentes confiables.
Viendo hacia el futuro, ¿cómo nos podemos preparar mentalmente para la pospandemia?
Es un poco complicado distanciarse de la crisis en la que aún estamos. Pero creo que la pandemia dejará consecuencias agudas, quienes ya tenían problemas de salud mental han dejado de recibir tratamiento y eso deberá ser abordado. Sobre cómo prepararse, creo que debemos rescatar algo bueno dentro de la crisis, se ha podido identificar la ineficacia en los servicios de salud y ha permitido que muchas organizaciones y el mismo Estado se interese más en poder trabajar temas de salud mental, hay iniciativas muy interesantes. Pese a todo lo malo, la pandemia ha permitido que nos interesemos más en la salud mental.
Más allá de eso, ¿cómo podría ir trabajando cada uno con miras a lo que vendrá en el futuro?
Creo que deberíamos ir recuperando nuestras rutinas de manera progresiva. A nivel individual, debe haber un autocuidado, en el sentido de cuidar nuestras horas de sueño, nuestra alimentación y separar tiempo para hacer cosas que nos gusten. En medio de la rutina del día a día, separen al menos una hora para ustedes mismos, realicen actividades que les gusten.
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