Nada que se salga de la normalidad, salvo por un detalle: lo que hay en pantalla no es una persona real, sino el producto, muy estereotipado, de la imaginación de los ‘geeks’ españoles. (Foto: AFP)
Nada que se salga de la normalidad, salvo por un detalle: lo que hay en pantalla no es una persona real, sino el producto, muy estereotipado, de la imaginación de los ‘geeks’ españoles. (Foto: AFP)

La ola deque inunda el sector digital está cambiando el mundo de los que, queriendo aprovecharse de esta, podrían acabar siendo víctimas de sus nuevos competidores virtuales.

Con atuendos ajustados y cabellera rubia, la ‘influencer’ Aitana es descrita como “fuerte” y “decidida” por la agencia de publicidad The Clueless, radicada en Barcelona, que ofrece sus servicios para promocionar diversos productos.

Nada que se salga de la normalidad, salvo por un detalle: lo que hay en pantalla no es una persona real, sino el producto, muy estereotipado, de la imaginación de los ‘geeks’ españoles.

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La está llegando a todos los sectores, también al de las relaciones públicas, que ven en ella unas ventajas económicas innegables.

“Hemos tenido en cuenta el coste creciente de los ‘influencers’ humanos”, subraya desde la ciudad condal Sofía Novales, una responsable de The Clueless.

¿Las ventajas? “Un control creativo sin parangón, que permite una toma de decisión transparente en cuanto a imagen, moda y estética, sin la necesidad de realizar sesiones de fotos físicas”, destaca. Además, “los modelos virtuales, al ser digitales, representan una alternativa más económica”.

Público más joven

Que un ‘influencer’ esté representado por un avatar no es algo realmente nuevo, pero en este caso adquieren otra dimensión, apareciendo en los anuncios publicitarios como si fueran verdaderos actores.

Es el caso de Lil Miquela, con 2,6 millones de seguidores en Instagram. Fue creada por una agencia californiana en 2016 y acumula numerosas colaboraciones publicitarias, incluyendo un anuncio del fabricante de autos alemán BMW.

El objetivo era “crear algo nunca visto”, explicó la empresa a la AFP por correo. “Atraer a una generación más joven y amante de la tecnología constituye, para nosotros, la guinda del pastel”.

En Francia, Maud Lejeune, que dirige la agencia de influencia y marketing AD Crew, compara este sistema con el de “los actores en la tele: sabemos que eso no existe, y sin embargo los seguimos por que nos interesa, es como si viéramos una miniserie”.

Hace dos años, ella creó a su propia versión virtual, llamada “Metagaya”. “El nivel de diseño actual no existía todavía. Es algo técnico: hay que vestirla, hacer fotos para el fondo, contar una historia”, explica.

Videos “deepfake”

Los nuevos avances tecnológicos, como la IA generativa de videos Sora, lanzada por OpenAI, podrían impulsar este fenómeno.

El ‘influencer’ francés Charles Sterlings ve en esta herramienta una oportunidad para hacer traducciones. Él utiliza varios programas, como las plataformas HeyGen y Rask.ai, para la sincronización labial. Así, la IA transforma su video para que él no tenga que grabarse hablando en inglés o en español.

Sterlings también utiliza Deepshot, un software de generación y de sustitución de diálogos, para hacer ‘deepfakes’, videos engañosos, a partir de fotogramas verdaderos. En unos minutos y por unos cuantos dólares, el usuario puede hacer que la persona que aparece en un video diga algo distinto a lo que realmente dijo.

Unas herramientas que, pese a facilitar el trabajo de los ‘influencers’, también podrían quitárselo. “Todo el mundo puede ser ‘influencer’ desde su teléfono. A largo plazo, será la inteligencia artificial, disponible las 24 horas, mucho más baratas” las que coparán la actividad, señala Sterlings.

En pleno crecimiento, este mercado podría rozar los 200.000 millones de dólares para 2032, según datos de Allied Market Research.

Aún así, la agencia The Clueless niega querer quitarle el puesto a los ‘influencers’ de carne y hueso.

“No creemos que los modelos reales vayan a volverse obsoletos o que sean reemplazados por modelos generados por la IA como Aitana. Desde nuestro punto de vista, pueden coexistir, como cualquier otra competencia en la industria”, afirma Sofía Novales.

“A menudo lo comparamos con la transición de ir a las copisterías a tener impresoras en casa: la nueva tecnología no eliminó las copisterías, simplemente añadió otra opción”, agrega.

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