El último sábado 25 de diciembre el Ministerio de Educación publicó -a través de una resolución ministerial- el documento normativo para el retorno a la presencialidad y/o semipresencialidad para el año escolar 2022. La misma establece las medidas a seguir -tanto en colegios públicos como privados- para el retorno a clases, tras dos años de paralización a raíz del COVID.
Renzo Forlin, presidente de Adecopa (Asociación de Colegios Particulares), consideró -en diálogo con Gestión- que está normativa es un avance positivo para el retorno a las aulas tras dos años de educación virtual. “Lo positivo es que se ha escuchado a los gremios ligados al sector educación e incorporado elementos que hacen posible implementar la presencialidad como -por ejemplo- reducirse el distanciamiento a 1 metro. Sin embargo, también hay limitantes”.
Uno de los “limitantes” o reajustes que se deben hacer es -indicó- abrir la posibilidad de que en los colegios de las áreas urbanas se establezca la jornada completa (7 a 8 horas pedagógicas), así como la posibilidad de que los niños, niñas y adolescentes lleven lonchera como lo establece el protocolo en los colegios de las zonas rurales.
La normativa de retorno a la presencialidad establece -para las áreas urbanas- un máximo de 4 horas cronológicas diarias de clases presenciales, que implica en la práctica 5 horas pedagógicas (de 8 a 12).
“La pandemia no puede cortar la alimentación de los niños. Están abiertos los restaurantes, los malls, entre otros lugares que venden comida a las familias, incluyendo a los niños. No tiene sentido esa disposición cuando los colegios son lugares seguros. Por el contrario, no es el momento para este tipo de medidas”, dijo.
“Cuatro horas de clases plantea un problema de movilización bastante grande, dado que hay niños, niñas y adolescentes que recorren grandes distancias en zonas urbanas para llegar a sus colegios, lo que ocasiona serios problemas a los padres de familia y también en la disposición de horarios”, comentó.
Agregó que el desarrollo de un máximo de cuatro horas cronológicas genera que en los colegios se prefieran desarrollar -en esas cuatro horas, reiteró- las llamadas materias fundamentales, dejándose de lado actividades lúdicas y recreativas cuando la salud depende de estas actividades.
“Si se restringe el número de horas, los colegios van a priorizar los aprendizajes más sólidos y -además. se tiene que llenar el vacío de dos años. Con cuatro horas, no se va a lograr ello. Creo que hay disposición del Ministerio de Educación para hacer cambios, pero hay que ponerle el acelerador porque a -veces- se queda fijo en la norma cuando se puede hacer una reconsideración”, apuntó.
Lo ideal es que los cambios se efectúen antes de la quincena de enero dado que los colegios -en enero y febrero- hacen su programación.
Lo ideal -remarcó- es que se tenga claridad desde un inicio para que los padres, docentes y personal sepa cómo se va usar la tecnología de manera eficiente.
A reglón seguido, dijo que una muestra de la necesidad de talleres deportivos en los colegios es que se ha visto -en los pocos colegios que han vuelto a la presencialidad- una torpeza motora notoria en niños y jóvenes.
“Tenemos que compensar cuanto antes estos dos años de prácticamente poco o cero actividad física y lúdica. El deporte es salud”, acotó.
-Posibles casos de COVID-
El documento normativo de retorno a las aulas establece que “el empleador de la Institución Educativa gestionará -antes de reiniciar el servicio educativo- ante las autoridades sanitarias correspondientes las pruebas de despistaje de COVID-19 para todo el personal educativo, sean moleculares o de antígeno”.
Además -dice- que se deberá realizar el descarte de la sintomatología asociada a la COVID-19 al personal y estudiantes, a través de la ficha de sintomatología COVID-19.
¿Podría tener un impacto en las pensiones de los alumnos que cada 15 días de deba gestionar pruebas de descarte? Al respecto, el representante de Adecopa dijo que tanto para el Estado como las privados la pandemia está generando un incremento de costos.
“Por ejemplo, los colegios vuelven a la presencialidad, pero junto con ello se tiene mantener los sistemas híbridos que permita -en casos de emergencia- opciones tecnológicas para continuar con la educación, que implica un gasto que no es sencillo. Por otro lado, la presencialidad implica también un gasto en lo que es bioseguridad como los test de antígenos, gel, desinfectantes, lavado de manos, mascarillas, entre otros, eso es el estándar. Aunque cada colegio puede tener mayores niveles de protección”, precisó.
Ante ello consideró que se debería impulsar una línea de crédito especial para dar facilidades a los colegios para su reapertura. “Los costos de operación han subido a lo que se suma la inflación lo que va hacer que los colegios evalúen su presupuesto y tomen decisiones respecto a las pensiones. Aunque ya los colegios han fijado sus pensiones”.
En algunos colegios privados -agregó- sus pensiones para el 2022 han retornado a los niveles prepandemia mientras que otros los han ajustado a la inflación.
Nota
- En opinión del especialista en Educación, Paul Neira, hay un descalce entre el plan de retorno a las aulas y el presupuesto aprobado debido a que esta última disposición (para el regreso a las aulas) fue publicada tardíamente.
- Otro tema fundamental para Neira en que la norma no es clara respecto a qué va a pasar con los estudiantes que se pasaron de la escuela privada a la pública que de acuerdo a datos del Minedu suman 350,000 estudiantes.
- Para Jorge Camacho, vocero de Alianza de Escuelas Privadas, otro tema controversial está relacionado con lo dispuesto por la norma de un máximo de 4 horas cronológicas diarias de clases presenciales en zonas urbanas, que implica en la práctica 5 horas pedagógicas (de 8 a 12) ya que tendrá un impacto en la calidad educativa y abre la posibilidad de sacrificar algunas materias por otras.
- “El hecho de que en las escuelas de zonas urbanas no se permita a los alumnos ingerir alimentos dificulta mucho el retorno a clases ya que tener un alumno cuatro en clases sin que pueda comer, es imposible. Algunos vienen con un alimento muy ligero y tampoco se permite -en las zonas urbanas- que los estudiantes lleven lonchera, lo que es imposible y hasta cierto punto ilógico. En un colegio están de todas las edades desde muy chiquitos hasta los adolescentes”, comentó.
- Para Camacho debería darse la facilidad/flexibilidad a cada colegio para que se organice con su comunidad educativa, sobre lo más adecuado para su niños y adolescentes “Tampoco se ha considerado los nidos/guardería que necesitan muchas familias que salen a trabajar y no tienen otro lugar para dejar a sus hijos. No se les ha considerado, no los ha tomado en cuenta el Minedu”, subrayó.
-VIDEO RECOMENDADO-