La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y sus aliados producen el 40% del crudo mundial, y quieren mantener sus precios elevados y estables. De hecho, a pesar de la muerte del presidente de Irán, Ebrahim Raisi, el mes pasado, y la guerra en Gaza, el precio brent, que sirve de referencia global, se ha mantenido en US$ 2 por encima o por debajo de US$ 82 el barril desde inicios de mayo.
Un motivo de que la OPEP no pueda elevar los precios es porque sus miembros no están respetando metas de producción. En marzo, sus líderes y Rusia acordaron una reducción de 2.2 millones de barriles diarios (b/d), equivalentes a 2% de la oferta mundial, hasta fines de junio, que se sumaría al recorte acordado previamente para el 2024 (3.7 millones de b/d. Pero el cártel está sobreproduciendo tanto que su nivel diario ha cambiado poco desde el cuarto trimestre del 2023.
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Hay otros motivos. Las tensiones entre Irán e Israel se están enfriando, la inflación estadounidense está disminuyendo con tal lentitud como para que la Reserva Federal baje sus tasas de interés pronto, la economía china crece con tibieza y nueva oferta de petróleo está ingresando al mercado, en especial de Estados Unidos. Durante la mayor parte de los últimos dos años, la OPEP produjo menos de sus cuotas, pero eso cambió en enero, cuando las reducciones fueron acordadas, pues el cártel ha superado su nueva meta todos los meses. Como consecuencia, las existencias globales de petróleo han aumentado, contrariamente a lo esperado.
Existen dos tipos de recortes: obligatorios, que aplican a todos los miembros vía cuotas, y voluntarios, que son anunciados por un grupo de grandes productores, entre ellos Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Rusia. El problema es que hay un incentivo para hacer trampa, ya que los países pueden vender por encima de sus cuotas y confiar en los esfuerzos de sus otros socios para mantener los precios altos. En abril, se produjeron 806,000 b/d por encima de la meta. Los mayores infractores son Irak y Kazajistán.
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Otro incumplido es Rusia, que parece gustar del efecto de anunciar recortes pero le disgusta vender menos, quizás porque necesita financiar su guerra. Algunas estimaciones señalan que incluso el líder de facto, Arabia Saudita, ha sobreproducido ligeramente. Estos países estarían esperando que productores como Azerbaiyán, Nigeria y Sudán continúen extrayendo crudo por debajo de sus metas.
En el corto plazo, el cártel tendría algún respiro. Se espera que la demanda global por petróleo se fortalezca el próximo trimestre. Muchas refinerías, tras haber recibido mantenimiento, volverán a operar y a buscar más petróleo. También influirá el aumento del turismo durante la temporada turística de fin de año. La mayoría de analistas espera que Arabia Saudita y sus amigos mantengan sin cambios sus recortes anunciados para el resto del año, lo cual podría añadir US$ 10 al precio del petróleo, estima JPMorgan Chase.
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Pero la estrategia estaría bajo mayor presión el 2025, cuando ingrese al mercado oferta adicional de países no miembros de la OPEP. En mayo, Canadá inauguró un oleoducto de US$ 25,000 millones que le permitirá exportar mucho más petróleo. Además, los productores de esquisto en Argentina están acelerando sus operaciones y una oleada de proyectos de perforación en altamar habrá terminado su fase constructiva en Sudamérica. Esto dificultará que Arabia Saudita mantenga altos niveles de producción sin inundar el mercado.
En el ínterin, este país podría ganar cierto espacio de maniobra si eleva un poco su producción, de modo que pueda reducirla de nuevo el 2025 sin perder mucha participación de mercado. Lo que resta del 2024 también brinda dicha oportunidad, sostiene Walt Chancellor, del banco de inversión Macquarie. Esto deleitaría a Joe Biden, cuyas chances en la elección de noviembre dependen en parte del precio de la gasolina, así como a bancos centrales que aún bregan con una terca inflación.
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Sin embargo, haría poco para aplacar las discrepancias en la OPEP. Muchos miembros piensan que las cuotas son injustas y no reflejan mejoras de la capacidad instalada. El 14 de mayo, Kazajistán abrió el debate sobre las metas para el 2025 al argumentar que deben asignarle un aumento de su producción —posee un megaproyecto a punto de completarse—. El 2023, cuando ocurrió la última gran revisión, la animosidad provocó que Angola abandone el bloque.
En esta ocasión, la desconfianza es tan profunda que la OPEP ha encargado a tres empresas occidentales poner bajo el microscopio la capacidad de producción de sus miembros. Sus hallazgos no iban a estar listos para la cita anual del grupo, realizada el 2 de junio —el acuerdo al que se llegó fue prolongar la vigencia de algunos recortes de producción el 2025, y eliminar gradualmente otros—. Pero otro punto sí es claro: el compromiso alcanzado no ha sido del agrado de todos los miembros, lo que significa que la tentación de actuar indebidamente se intensificará.
Traducido por Antonio Yonz Martínez.
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