Periodista
El presidente ha dejado muy mal parados a varios de sus invitados a Palacio durante las últimas semanas de diciembre.
Al final de esas reuniones, algunos de esos invitados ofrecían declaraciones en las que señalaban que el jefe de Estado había reconocido varios de los errores cometidos en su gestión, que había hecho un mea culpa y que se mostraba sincero, que quería mejorar su relación con la prensa, y que se le notaba un verdadero deseo de rectificación.
Han pasado apenas algunos pocos días, y no solo no ha habido ni mea culpa ni rectificación alguna, sino que, por el contrario, ha habido una ratificación y profundización de los errores, si así los queremos llamar.
Quizás lo más llamativo y grave sea que el presidente, según su abogado y según el secretario general de Palacio de Gobierno, no va a entregar la lista de los “visitantes” a la casa de Breña (compromiso que fue anunciado por la premier, y que el presidente ni desmintió ni corrigió en su momento) sea porque –según dicen- no la tiene, no la recuerda, no puede llevar un cuaderno de registro a todo lugar a donde va, o porque “es legal y materialmente imposible proporcionar la información requerida…” porque “no existe un registro de visitas fuera de las instalaciones de Palacio de Gobierno…”.
Este anuncio del abogado: i) deja en muy mala situación a la primera ministra, ii) nos muestra la poca preocupación que el presidente tiene por su propia imagen y por su nivel de credibilidad, iii) constituye una burla a la opinión pública, al sector político, y a los medios de comunicación, que creyeron en el compromiso del gobierno anunciado por la misma vocera del Ejecutivo, y iv) muestra una clara intención y determinación de mantener oculta la información.
Si se mantienen las mismas prácticas y las mismas decisiones, ¿se puede hablar de mea culpa?, ¿se puede decir que hay un deseo de rectificación?, ¿cómo se quiere mejorar su relación con la prensa, si le ofrece y luego le niega abiertamente la información que todos los medios le piden?, ¿cómo mejorar esa relación si además permite que –apenas unas horas atrás- miembros de su gabinete ataquen duramente a la prensa?
Por otra parte, hemos pasado a otro año y siguen al frente de los ministerios las mismas personas que según el presidente defraudaron su confianza. A sus invitados les dijo que varios colaboradores no habían dado la talla y que habían cometido varios errores. Lo lógico era cambiarlos. Pero no lo ha hecho. Y no solo eso, sino que ha dejado que varios de esos errores se profundicen, como ha ocurrido en el sector Transportes, por citar un solo ejemplo.
Lo mismo ocurre en el campo económico, en donde el ministro de Economía ha intentado mostrar como un gran triunfo lo que casi todos los entendidos señalan que en realidad es una gran deficiencia, y un camino equivocado.
Ni mea culpa ni rectificación. En realidad, fue una mecida de fin de año, o una celebración más del día de los inocentes.