CEO de Konecta - miembro del comité Líderes por la Equidad de Género
Impulsar el acceso y la participación de las mujeres, en igualdad de condiciones y oportunidades, en el mundo corporativo y la toma de decisiones se mantiene como un reto vigente en todos los sectores y países alrededor del mundo; y a pesar de que se han alcanzado importantes progresos en los últimos años, de acuerdo al informe de Mckinsey “Women in the workplace” del 2021, ello no significa la igualdad en el acceso a puestos senior o una mayor representación en el mundo corporativo, pues estas continúan enfrentándose a diversos obstáculos que limitan su participación en los niveles más altos para la toma de decisiones, sobre todo luego de la pandemia.
En esa misma línea, el estudio realizado por PwC Perú y Aequales en 2019, titulado “Moviendo la aguja”, indica que si lo que queremos es crear economías más fuertes, lograr los objetivos de desarrollo y sostenibilidad, y en general mejorar la calidad de vida de las mujeres y comunidades a través de un mayor equilibrio, es fundamental empoderar a las mujeres en el mundo de los negocios para que participen plenamente en la vida económica, así como la colaboración entre hombres y mujeres para la generación de condiciones que permitan un sistema más justo y con mayores oportunidades de participación.
Y es que a pesar de que los informes del Instituto Nacional de Estadística indican que en 2018 el 39,6% de las mujeres alcanzaron el nivel de educación superior, frente al 36,0% de los hombres, con una brecha de 3,6 puntos porcentuales a favor de las mujeres, la excusa más común para justificar este problema es que existe una menor cantidad de mujeres capacitadas para asumir posiciones de liderazgo.
¿Por qué debemos empoderar al liderazgo femenino de todas las mujeres? Porque más líderes mujeres pueden ayudar a fortalecer y potenciar el crecimiento de las empresas y organizaciones a todo nivel y en cualquier ámbito. Bajo esa perspectiva, el informe de McKinsey “El estado de agotamiento de las mujeres en el trabajo”, publicado a inicios de este año, indica que si bien son más las mujeres que luego de la pandemia indican sufrir de más cuadros de estrés o, incluso, de burnout laboral, es también a raíz de su labor que existen más colaboradores felices, satisfechos y que sintieron que se les ofreció apoyo psicolaboral en medio de la búsqueda de mayor equilibrio entre su vida laboral y personal.
La información recogida en este informe indica que las empresas con un mayor número de mujeres presentes en su fuerza laboral, sobre todo aquellas en puestos de mayor rango y liderazgo, han sido claves para favorecer las dinámicas de los equipos y enriquecer la diversidad en la toma de decisiones. El resultado serán empresas y organizaciones más productivas, con mejor manejo del riesgo, con más innovación y capacidad de retener talento, pero sobre todo, en el largo plazo significa ofrecer a las futuras generaciones de mujeres modelos positivos a seguir, persiguiendo el objetivo de empoderar a las niñas y mujeres, con miras a promover la igualdad de género en la práctica y lograr la equidad. Enseñarles a las niñas que son dueñas de su futuro es una tarea conjunta de todos los miembros de su entorno, y debemos tomar responsabilidad por ello, luchando contra los obstáculos presentados a través de las barreras de género.
En este mundo cada vez más globalizado e interconectado, hacer uso del capital social y económico es fundamental para el éxito. Antes del inicio de la pandemia, desde el sector privado ya se visibilizaban importantes iniciativas para impulsar la participación de las mujeres en más posiciones de liderazgo, como por ejemplo la conformación del Comité de Trabajo “Acción por la Igualdad”, en una colaboración de la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (Confiep) junto a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), como una instancia para contribuir a acelerar el cierre de brechas de género en el entorno empresarial.
Iniciativas como esta, y herramientas como los Principios para el Empoderamiento de las Mujeres, impulsadas por ONU Mujeres y el Pacto Mundial de las Naciones Unidas, y que ofrecen a las empresas y al sector privado orientaciones prácticas sobre cómo empoderar a las mujeres en el lugar de trabajo, los mercados y la comunidad, son centrales para que los diferentes actores del empresariado encuentren formas de generar alianzas que nos permitan como país y sociedad conjunta avanzar en materia de igualdad y diversidad, sobre todo para la inclusión de mujeres en los negocios.
Desde mi experiencia personal, una de las lecciones que he aprendido es que hay que apoyar y empujar a las personas a superar sus límites, darles el reconocimiento que se merecen por su trabajo, pero, sobre todo, compartir lo que sabemos y ayudar a los demás a crecer y eliminar sesgos para impulsar la igualdad y equidad.
Debemos, desde el sector privado, ser socios claves en los esfuerzos de promoción de la igualdad de género y del empoderamiento de la mujer, no solo por las múltiples ventajas que trae la mayor paridad a nuestros resultados de negocio, sino porque trabajando de forma conjunta podemos lograr grandes cambios. No existen soluciones rápidas a este problema que, tanto mujeres como hombres, llevamos décadas combatiendo, pero sí hay decisiones que tomar, y cuanto antes lo hagamos podremos ayudar a eliminar las barreras persistentes y el retroceso de los últimos dos años en materia de género.