Director Gerente de Phase Consultores
La inflación se ha elevado en todo el mundo, pero no en todas partes por igual: la más reciente actualización del reporte de Costo de Vida a nivel mundial realizada por The Economist, con datos a setiembre y publicada este mes, muestra que Lima es una de las principales ciudades en el mundo cuyo ritmo inflacionario se ha incrementado relativamente menos. Tomando como referencia el costo de vida en Nueva York, vivir en Lima se ha abaratado 5% (en dólares) respecto a hace 12 meses, con lo que ha bajado 11 posiciones en el ranking de ciudades más caras del mundo; ninguna otra incluida en el estudio se ha abaratado tanto comparativamente y solamente Roma ha bajado más posiciones (16) respecto al año pasado.
Pero, a diferencia de lo que decía Abraham Valdelomar, el Perú no es Lima. Y si bien la capital es, con el 5.7% a noviembre, una de las principales ciudades del país con menor inflación en los últimos 12 meses (solo en Tacna es menor: 5.2%), en 5 este indicador supera el 10%: Puerto Maldonado, Huaraz, Chiclayo, Chachapoyas y Pucallpa. Tomando como eje el dato de Lima, y considerando que es la inflación más alta desde enero del 2009, vemos que en ese momento había cuatro ciudades donde la inflación superaba el 10% y que dos de ellas eran las mismas que ahora: Huaraz (11.1%) y Chachapoyas (10.4%).
En ambos casos la tasa actual es menor que la del 2009. Y esa es una característica del episodio inflacionario actual: aunque las tasas de inflación en Lima son similares en los dos, en la mayor parte de las ciudades del Perú la de ahora es menor a la del 2009. Solo en siete ciudades es más alta, pero la de ahora supera en más de 300 puntos básicos la del 2009 en dos casos: Pucallpa y Puerto Maldonado. En este último, cabe añadir un tema adicional que no es menor: al 3T21, el PBI anualizado de Madre de Dios no solamente resultó 18.8% inferior al del 2019, sino que respecto al 2007, año base para las cuentas nacionales, muestra una caída promedio anual de 0.6%.
Veamos los sectores causantes de la inflación. Mientras esta ahora responde sobre todo a alquiler de vivienda, combustibles y electricidad, y transportes y comunicaciones, a enero del 2009, la inflación estuvo guiada por la subida del precio de alimentos (en especial tubérculos, debido a la caída en la producción de papa en la segunda mitad del 2008). Si tomamos la depreciación anual del sol a feb.-09 o a nov.-21, obtenemos en ambos casos una tasa similar, alrededor de 12.5%. Más aún, a nov.-21 el pass-through -es decir, el impacto acumulado de las variaciones del tipo de cambio sobre los precios en los últimos doce meses- es 1.4%, que es al que se llegó a mar.-09.
Volviendo al caso de Lima, la inflación acumulada a noviembre es 5.6%, con lo que el 2021 cerraría alrededor de 6%, lo que significa la mayor tasa en 13 años. La mayor parte de la misma proviene de los incrementos en combustibles (tanto en Lima como a nivel nacional el rubro de consumo en el que participan es el único con incrementos anuales superiores al 10%), pero no necesariamente del tipo de cambio (si el dólar no hubiera subido en el año, la inflación en Lima se hubiera ubicado alrededor de 4,5%). Pero, aunque la inflación ha resurgido y se ubica sobre la meta del Banco Central, lo crucial es que los agentes económicos asimilen que, a pesar de que la inflación pueda mantenerse sobre 3% la mayor parte del 2022 y sus efectos probablemente tarden en revertirse, se trata de un fenómeno global y transitorio. Como en las películas, el villano que se resiste a morir ha reaparecido, y puede hacer daño, pero su amenaza ya no es la de antes.