Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal. (Foto: AP)
Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal. (Foto: AP)

La convicción del presidente de la Reserva Federal (Fed), Jerome Powell, de que la economía de Estados Unidos ha “aprendido a manejar” el coronavirus y no será afectada por una nueva ola de infecciones o por una mayor inflación podría verse a prueba en las próximas semanas, con cadenas de suministro aún obstruidas y la disminución de los beneficios federales por desempleo.

Datos publicados el jueves mostraron los riesgos que se avecinan, mientras el país atraviesa la transición de una economía que ha dependido de los beneficios del gobierno federal durante el último año a una en la que esos programas de emergencia expiran y los ingresos privados se hacen cargo.

La economía volvió a su nivel de producción anterior a la pandemia en el segundo trimestre, según los datos del Producto Bruto Interno (PBI) publicados por el Departamento de Comercio el jueves, un repunte que se produjo antes de lo esperado.

Pero el informe también mostró que los ingresos personales cayeron junto con una disminución en los pagos de transferencias federales y la economía creció a una tasa anual de 6.5%, ligeramente por debajo de 7% esperado por el banco central de .

Un estímulo federal masivo, beneficios por desempleo y otros pagos llevaron a resultados “mejores de lo esperado” durante un aumento de contagios de coronavirus durante el verano boreal pasado, un hecho que Powell citó el miércoles como evidencia de que cada ola de COVID-19 ha tenido sucesivamente menos efectos económicos.

Esos pagos del gobierno están desapareciendo justo cuando aumentan las preocupaciones en torno a la propagación de la variante Delta del virus, lo que pone una nueva nota de precaución en torno a las perspectivas de crecimiento de Estados Unidos.

A pesar de que el PBI del segundo trimestre fue ligeramente más bajo de lo esperado y la variante Delta es “un riesgo clave a la baja”, Lydia Boussour, economista líder de Oxford Economics en Estados Unidos, dijo que sigue anticipando un crecimiento de 7% para todo el año a medida que se alivian los problemas de la cadena de suministro, los productos llegan a los estantes y los consumidores continúan gastando.

“Aún esperamos que la economía mantenga un fuerte impulso”, escribió en una nota.

Por el contrario, Paul Ashworth, economista jefe para América del Norte en Capitol Economics, pintó un panorama económico más oscuro en el que la variante Delta se convierte en un lastre y el aumento de los precios reduce el poder adquisitivo de los hogares.

Las medidas de inflación en el informe del PBI del jueves, superiores al 6%, son las más altas desde principios de la década de 1980, cuando la Fed luchaba contra alzas de precios arraigadas.

Ashworth dijo que el crecimiento económico podría desacelerarse a solo un 3.5% en la segunda mitad del año, “con el impacto del estímulo fiscal menguando, el aumento de los precios debilitando el poder adquisitivo, y la variante Delta desbocándose en el Sur”.

“Desafiantemente optimista”

Powell emitió su contundente evaluación de la amenaza del a la economía durante una conferencia de prensa el miércoles para discutir la última reunión de política monetaria de la Fed.

En su comunicado, las autoridades de la Fed dijeron que la recuperación económica parecía encaminada, que el impacto del virus en la economía seguía disminuyendo y que ésta estaba avanzando hacia el día en que el banco central podría reducir algunas de las medidas de emergencia tomadas en el 2020 para apoyarla durante la pandemia.

Epidemiólogos han advertido desde el principio que el coronavirus no desaparecerá y que la inmunidad colectiva real es un objetivo difícil en un país con altos niveles de escepticismo frente a las vacunas, por lo que formará parte del entorno social y económico en los próximos años.

La Fed, de manera gradual, ha parecido adoptar ese punto de vista. Desde abril dejó de referirse a la pandemia como un factor que pesa sobre la economía, enfatizó el impacto de las vacunas y esta semana sostuvo, en efecto, que el virus permanecería como un riesgo futuro, pero no significativo. “Hemos aprendido a vivir con eso”, dijo Powell.

Incluso en momentos en que la ha llevado a una saturación de los hospitales en algunas partes del país, “con un porcentaje razonablemente alto del país vacunado y la vacuna aparentemente siendo efectiva los efectos probablemente serán menores. Probablemente no habrá confinamientos significativos y cosas como esas”.

Powell reconoció que, en los márgenes y al menos durante un tiempo, el aumento de contagios de la variante Delta podría generar más complicaciones si los distritos escolares retrasan la reapertura de las clases presenciales o si los trabajadores marginados esperan unas semanas más para regresar a sus empleos.

Pero por ahora, y en ausencia de un oscurecimiento evidente de las perspectivas económicas, no descarrilará la planificación de la que anticipa un crecimiento continuo del empleo y también debe gestionar los riesgos de una inflación potencialmente más alta.

Diane Swonk, economista jefa de Grant Thornton, calificó los comentarios de Powell de esta semana como “desafiantemente optimistas” y enumeró los obstáculos que enfrenta su panorama, desde la variante Delta hasta los esfuerzos lentos y continuos de millones de trabajadores desempleados para hallar nuevos puestos de trabajo.