Algunos productores lácteos británicos se han visto obligados a destruir decenas de miles de litros de leche debido al aumento de los costos, la escasez de mano de obra y un agudo déficit de conductores de camiones que ha golpeado las cadenas de suministro hasta la efracción, dijeron agricultores.
La escasez de trabajadores tras el Brexit, agravada por la tensión mundial por el COVID-19, ha sembrado el caos en las cadenas de suministro de todo tipo de productos, desde el combustible y la carne de cerdo hasta las aves de corral y el agua embotellada, lo que hace temer que el crecimiento se vea afectado.
Un productor de leche de cuarta generación, propietario de un rebaño de Holstein Friesian en el centro de Inglaterra, se vio obligado a tirar 40,000 litros de leche en los últimos dos meses porque no apareció ningún conductor para recogerla.
“Es un doloroso, es emocionalmente agotador cuando estás produciendo leche y al final del día tienes que tirar de la manguera y botarla”, dijo el agricultor, que pidió no ser mencionado debido a la preocupación por el impacto que la publicidad negativa pueda tener en los clientes.
El ganadero se vio obligado a destruir cuatro cargas de leche en los últimos dos meses debido a la escasez, aunque en toda su carrera de 45 años sólo recuerda haberlo hecho dos o tres veces antes, y entonces debido al mal tiempo.
El Reino Unido produjo 15,300 millones de litros de leche el año pasado, por lo que el abastecimiento aún no está amenazado, pero la destrucción de leche muestra la magnitud de los problemas laborales que están poniendo a prueba las cadenas de suministro en todo el país.
Leche en apuros
Según Peter Alvis, presidente de la Real Asociación de Productores Lecheros Británicos (Royal Association of British Dairy Farmers), el organismo del sector que defiende los intereses de los ganaderos, los márgenes son muy estrechos y la leche es perecedera.
“No creo que las cosas con las cadenas de suministro globales se hayan estabilizado de nuevo después de la pandemia, y la escasez de conductores de camiones está teniendo un impacto bastante grande”, dijo.
Alvis señaló que el desperdicio de leche se limitaba hasta ahora a unos pocos incidentes, pero que es difícil obtener datos precisos.
Como muestra de la presión a la que está sometido el sector lácteo, muchos ganaderos han tenido que recurrir a los servicios de ayuda a la leche, pequeñas empresas creadas para comprar leche a precios más bajos y transportarla a otros puntos de venta, en un esfuerzo por evitar que se pierda.
Rob Huntbatch, de 38 años, rescata la leche por la mitad de su precio normal y la convierte en cuajada, y suele disponer de dos horas desde que un ganadero le llame para recoger la leche antes de que sea vertida.
Sólo en Cheshire, Huntbatch salvó 160,000 litros de leche en setiembre -un aumento de 100,000 litros respecto del mes anterior-, pero aun así no pudo salvar 80,000 litros.
“Esto es sólo la punta del iceberg”, afirma Huntbatch. “Creo que la situación empeorará: en invierno, si hay nieve, los conductores irán más despacio y eso va a tener un impacto aún mayor”.