Los republicanos de Estados Unidos han encontrado una nueva fórmula para movilizar a la base electoral del ex presidente Donald Trump sin asustar a los votantes independientes: Trumpismo sin Trump, una combinación que podría poner en apuros a los demócratas en las elecciones legislativas del 2022 y las presidenciales del 2024.
Trump sigue siendo el líder más importante del Partido Republicano, pero las elecciones del martes en Estados Unidos demostraron que es posible continuar con el trumpismo sin su embajador más carismático.
La persona que ha demostrado que esa idea es posible es Glenn Youngkin, un multimillonario sin experiencia política que arrebató a los demócratas la Gobernación de Virginia en los comicios del martes, una cita en la que el partido de Joe Biden cosechó peores resultados de lo esperado.
Días después, el Partido Republicano celebra la victoria y, en los pasillos del Congreso, la alegría aún contagia tanto a los republicanos moderados como a los legisladores más trumpistas. “Todos somos hermanos y hermanas”, dijo a Efe una fuente republicana.
La clave fue que Youngkin encarnó una versión educada del trumpismo, una figura con las mismas ideas pero mejores formas, capaz de mantener el apoyo de las bases y sumar a los independientes, que fueron claves para la victoria de Biden y lo serán en cualquier otra cita electoral.
La “variante delta” del trumpismo
En palabras de Michael Cornfield, profesor de Política de la Universidad George Washington, Youngkin es la “variante delta” del trumpismo: más contagioso y menos letal.
“Glenn Youngkin es ahora mismo el político más interesante de Estados Unidos”, apuntó Cornfield.
Tanto lo es que hasta algunos comentaristas de televisión elucubran sobre la posibilidad de que sea el nominado republicano a las elecciones presidenciales del 2024, algo todavía muy lejano, sobre todo porque el propio Trump sigue coqueteando con la idea de optar él mismo a la reelección.
Youngkin, que asumirá el cargo en enero, intentó en todo momento mantener cierta distancia con Trump y no apareció con él en ningún mitón electoral, aunque sí intervino de manera telefónica en un par de eventos.
Para unir a trumpistas y votantes independientes, Youngkin usó la educación: defendió la participación de los padres en las escuelas de sus hijos y prometió desterrar de las aulas la teoría crítica de la raza, una doctrina que considera que el pasado esclavista de Estados Unidos es origen de un racismo sistemático.
Frente a ello, el candidato demócrata y exgobernador (2014-2018) Terry McAuliffe llevó las elecciones al plano nacional y trató de retratar a su oponente como un aliado de Trump.
Unas elecciones decididas “en la mesa de la cocina”
La estrategia ganadora, sin embargo, fue la de hablar sobre los temas que impactan directamente en la vida de la gente, desde educación hasta impuestos, pasando por el precio del combustible o de los alimentos, explicó a Efe el analista republicano Alfonso Aguilar.
“El Partido Demócrata parece que está en una burbuja”, criticó Aguilar, que ocupó varios puestos en la Administración de George W.Bush (2001-2009).
Esa táctica de apelar a los asuntos de la vida diaria fue la que también usó el candidato republicano a la Gobernación en Nueva Jersey, Jack Ciattarelli, quien llenó las casas de su vecinos con anuncios y panfletos en contra de los impuestos a la propiedad del estado, que son de los más altos en Estados Unidos.
Ciattarelli no ganó al actual gobernador y candidato demócrata Phil Murphy, pero estuvo a punto: solo les separaron dos décimas, un margen mucho más estrecho que los 11 puntos de diferencia que predecían los sondeos.
“Estas elecciones fueron decididas en la mesa de la cocina” porque “la gente vota por temas de interés directo”, dijo Jaime Florez, director hispano de comunicaciones del Comité Nacional Republicano (RNC por sus siglas en inglés), el órgano ejecutivo de esa fuerza política.
Trumpismo ¿con o sin Trump?
El RNC recibió los resultados de las elecciones del martes con “entusiasmo y sentido de la responsabilidad”, pero Florez se resistió a comentar sobre la fórmula del “trumpismo sin Trump” y tampoco quiso entrar a debatir si el exgobernante se presentará o no a las presidenciales del 2024.
El objetivo del órgano ejecutivo del partido es “garantizar el proceso de primarias” para las elecciones, recordó Florez, quien en cualquier caso destacó el “carisma” y “magnetismo” de Trump.
“Trump es el líder más importante del Partido Republicano. Sigue siendo el que más votantes y opinión mueve. Cae mal a mucha gente, pero muchos también lo adoran”, insistió.
Tener el nombre de “Trump” en las papeletas a la hora de ir a votar es algo que ha servido en los últimos años para movilizar a los demócratas: les permitió recuperar la Cámara Baja en las elecciones legislativas del 2018 y, dos años después, ganaron las Casa Blanca y las dos cámaras del Congreso.
Sin embargo, aún quedan tres años para las elecciones presidenciales, y otros republicanos como el gobernador de Florida Ron DeSantis también suenan ya como posibles aspirantes.
No obstante, la primera cita será la de las elecciones legislativas del 2022, en las que los demócratas temen perder la estrecha mayoría que detentan en las dos cámaras del Congreso.
David Wasserman, uno de los analistas políticos más destacados de Estados Unidos y que rara vez se equivoca, ha augurado importantes pérdidas para los demócratas al menos en la Cámara de Representantes si se mantiene el clima político que ha llevado a los recientes resultados en Virginia y Nueva Jersey.