Tras recortar la producción de bebidas destiladas en casi un 50% durante el 2020 debido a la pandemia, los productores vitivinícolas en Perú han vuelto al ruedo a consecuencia de una demanda inusual. Así, en los primeros ocho meses del año la elaboración de vino y pisco ha crecido más que en el 2019, en 59.4% y 19.5% respectivamente, según información del Instituto de Estudios Económicos y Sociales de la Sociedad Nacional de Industrias (SNI).
Pero es el vino el que llama la atención (ver cuadro). Según indicó el gerente general de la SNI, Antonio Castillo, el nivel de crecimiento en la producción de esta bebida no se registraba “hace muchos años” y estaría explicado por los nuevos hábitos de consumo de la población en el país: “buscan una bebida para tomar en sus casas”.
Este despegue ha comenzado a reconfigurar, además, el destino de las uvas patrimoniales -como la uva “Moscatel” de Alejandría, conocida como “Italia”- que son usadas principalmente para la elaboración del pisco pero que ahora también han comenzado a utilizarse para la producción de vinos para atender la demanda.
“Muchos productores de pisco (principalmente los más medianos y pequeños) de Ica, Moquegua, Tacna, han comenzado a ampliar sus portafolios e incorporar el vino pero hechos a base de uvas para el pisco. Incluso han comenzado a hacer algunas pruebas de vinos secos, para el segmento A, utilizando no solo uvas nobles sino toda la corriente de uvas patrimoniales, como la quebranta, la italia, la uva negra criolla, entre otras”, detalló Martín Santa María, fundador de pisco 4Fundos y presidente de la Academia Peruana del Pisco.
¿Por qué?
El vino es un producto más económico de elaborar a diferencia del pisco (por cada cinco litros de vino se hace solo un litro un pisco), y llega al mercado peruano a un precio más accesible por lo que es más dinámica su compra, lo que le permite al productor tener caja más rápido.
No obstante, la producción de vinos se concentraría solo en el consumidor local -añade San María- pues la mayor producción es de vinos dulces, como la borgoña, que no es el perfil del mercado internacional, principalmente de Europa.
“El consumo de vino está creciendo en todos los segmentos en Perú, pero con algunas diferencias. En el segmento más alto el consumo es de vino extranjero que ha reemplazado al whisky, mientras que el gran volumen de la producción nacional de vino se concentra en los segmentos de menores recursos, C y D, que ven el producto como una alternativa agradable y de precio razonable para sus economías”, añadió.
Proyecciones
Según el fundador de 4 Fundos, la producción de vino y pisco cayó hasta en 50% en el 2020, tras el cierre de los principales canales de venta -hoteles, restaurantes y bares-, pero este 2021 ambos productos se acercarían a las cifras prepandemia.
No obstante, hay preocupación por el bajo consumo per cápita del pisco -250 mililítros por persona al año- pese a que “probablemente” es el destilado más fino del mundo y que la industria está conformada por más de 500 marcas que tienen autorización para usar la denominación ‘pisco’.
“Los ingleses dicen que el pisco es 100 veces más fino que el coñac, sin embargo, no reconocemos que tenemos una joya. Antes de pensar en conquistar el mundo con el pisco, hay que conquistar el Perú, apuntando al posicionamiento de marca y una permanente campaña de promoción”, finalizó Santa María.
Dato
- De acuerdo a la Academia Peruana del Pisco, las áreas de uva pisquera se reducen cada año en el Perú, debido al bajo precio que se le paga al productor (S/ 1.20 el kilo) y la urbanización de las zonas de producción.