Familias y empresas están sintiendo en carne propia la dura constatación de que la política y economía ya no corren por cuerdas separadas, como hasta hace un tiempo se propalaba.
La clase empresarial, desde las grandes corporaciones hasta los pequeños negocios, afrontan lo que calificadoras como Fitch denominan “parálisis política”, o Standard & Poor’s, “erosión de la institucionalidad”.
El escenario se agrava por las adversidades climatológicas que afectan a sectores clave como la pesca y el agro, y que amenazan con recrudecer con la irrupción de El Niño Global.
El malestar económico provocado por estos problemas es canalizado por sectores radicales que anuncian, a partir del 19 de julio, la tercera “toma de Lima” para desaforar al Gobierno y promover una nueva Constitución.
Gremios como Confiep y AFIN alertan de las consecuencias económicas que nuevas paralizaciones y bloqueos pueden ocasionar en Lima y regiones.
Las micro y pequeñas empresas (mypes) tampoco esquivan la incertidumbre interna y, por lo pronto, están retrayendo la demanda de créditos para sus negocios, según dan cuenta las cajas municipales.
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¿Por qué las mypes temen endeudarse?
“La demanda de créditos de las mypes se reduce tras el golpe de Estado fallido, las posteriores protestas, Yaku y el Niño, y ahora plagas. El Gobierno no da optimismo, las expectativas para invertir de las grandes empresas son bajas; entonces las mypes son reticentes a endeudarse, o lo hacen por menores montos. El contexto no ayuda”, describe el gerente de negocios de Caja Huancayo, Ramiro Arana.
“Ahora se anuncia la toma de Lima. En el anterior intento, eso generó pérdidas a los negocios del centro y otras regiones del país pues la comercialización se paró. Por eso el microempresario piensa que si toma ahora un crédito, luego no podrá pagarlo y considera que es mejor no endeudarse”, detalla.
En similar dirección, el presidente de Caja Sullana, Joel Siancas, enfatiza que las mypes necesitan vender para subsistir, pero saben, como sucedió antes, que las paralizaciones las dejan sin ingresos e impiden honrar sus deudas.
Por ello, refiere que las mypes temen endeudarse hasta que no se disipen eventos críticos como la prevista protesta en la capital. “Una vez superadas las dificultades de la toma de Lima, el escenario puede mejorar”, añade.
Walter Rojas, gerente central de negocios de Caja Cusco, concuerda en que en hay mucha prudencia de las mypes en tomar préstamos porque las últimas campañas, escolar y del Dia de la Madre, no fueron buenas y, por tanto, prefieren no arriesgarse con nuevo financiamiento para adquirir stock que no rotará ni permitirá pagar lo prestado.
Los datos avalan las tribulaciones de las entidades financieras. En mayo, los créditos a las mypes desaceleraron su ritmo de crecimiento anual a 5.4%, casi a la mitad del que exhibían en el 2022 (9.9%), de acuerdo con estadísticas del Banco Central de Reserva (BCR).
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¿Cómo incide la incertidumbre en el programa Impulso MyPerú?
Este convulso contexto es una de las causas de la lentitud en los desembolsos del programa de garantías del Gobierno Impulso MyPerú, según los entrevistados.
Hasta ahora, el esquema, que cuenta con garantías estatales de 98% para créditos de hasta S/ 30,000 a mypes, y de 90% para financiamientos de entre S/ 30,000 y S/ 90,000 a mypes, ha asignado S/ 1,600 millones en subastas a las entidades financieras. Pero estas solo han desembolsado a sus clientes poco más de S/ 100 millones, según últimos datos de Cofide, administrador del programa.
Para Rojas, otro problema que enlentece los créditos de MyPerú es la baja rentabilidad de los mismos, por el alto costo de fondeo, que ronda el 10%, pero los préstamos a mypes se otorgan a tasas de interés de entre 13% y 15%. El margen resultante, entonces, es insuficiente para cubrir los costos operativos en que incurre la institución financiera al intermediar los préstamos, sostiene.
Ramírez, a su vez, considera que las entidades financieras requieren tiempo para acondicionarse al esquema, pues tiene una estructura distinta a Reactiva Perú o FAE Mype, al incluir bonos al buen pagador. “En caja Huancayo tenemos el dinero listo; falta solo culminar la parte operativa”, dice.
Joel Siancas considera que el programa ganará fluidez una vez que el público conozca mejor sus características.
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