Omar Manrique
El bajón de la economía en el primer cuatrimestre del año (-0.24%), simplemente no estaba en la mente de ningún director de empresas en el Perú a fines del 2022.
Estos reseñan a Gestión que formularon los presupuestos de las compañías en los últimos meses del año pasado, asumiendo que cada trimestre del 2023 sería de tenue crecimiento, aunque con la economía siempre en azul.
Pero la caída de la demanda interna en el primer trimestre, en medio de la convulsión política y social y la perturbación climatológica, con un consumo languideciente (apenas creció 0.7%), inversión en rojo (se contrajo 12%), alta inflación para los estándares peruanos (cercana aún al 8%) y la subsecuente reducción de ingresos por ventas, echó por la borda lo planificado en los directorios.
En simple, las compañías no invierten porque la incertidumbre política y económica las paraliza, como lo reflejan las recientes encuestas de expectativas macroeconómicas del BCR, con un persistente pesimismo empresarial, medido a través de sus perspectivas para la economía a tres meses. Si las empresas no invierten, contratan menos empleados, se resiente el consumo y, por tanto, las ventas bajan. Entonces, al achicarse su mercado, los empresarios no ven necesidad de aportar más capital, por lo que, como un círculo vicioso, inician el siguiente ciclo operativo con menos inversiones.
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“En las últimas semanas, los directorios están siendo más cautos. Si en los primeros cuatro meses no se dio lo que se planificó, tenemos que ser más austeros, no contratar, postergar decisiones, como inversiones grandes, porque las ventas no crecen y los costos siguen ahí. El panorama no es tan auspicioso como hace unos meses, cuando se detuvieron las protestas”, refiere a Gestión Marco Antonio Zaldívar, director de empresas.
“Hay una preocupación fuerte porque no hay crecimiento económico como antes; además, los bancos están siendo duros con las líneas de crédito”, añade.
¿Qué nuevos riesgos enfrentan las empresas?
De cara a un segundo semestre muy duro, las empresas reajustan su presupuesto por las malas cifras hasta abril y porque surgen nuevos riesgos, como denomina Zaldívar al enfriamiento de la economía china, la inflación que no cede como se esperaba, una inversión privada apagada y la amenaza de El Niño.
“Los riesgos regulatorios, la parte política, alza de tasas de interés, estaban mapeados; pero la contracción de la economía, inversión y consumo, nadie lo tenía planificado a fines del 2022″, enfatiza.
El último viernes, el BCR rebajó aún más su proyección para la inversión privada este año, desde un previo –0.5% a –2.5%.
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Pese a ser un curtido director de empresas, Rafael Venegas reconoce que las presentes dificultades, salvo en los inicios de la pandemia, no tienen precedentes cercanos: “Hemos aguantado fuertes años de crisis, pero la contracción del PBI preocupa mucho, pues causará decrecimiento en operaciones e ingresos (de las empresas)”.
El país no crece porque no hay inversión, y ello obedece a la inestabilidad política, social y regulatoria, sostiene y pone el acento en que “seguimos con un gobierno débil y un Congreso que da pena y risa, pero que puede tomar medidas desastrosas; todo eso se refleja en el menor crecimiento y en que nadie va a invertir para expansión sino solo defensivamente, no agresivamente como antes”.
¿Qué harán las empresas con sus utilidades?
Como las empresas invierten lo menos posible, podrían generar utilidades, pero estas se traducirán en dividendos para los accionistas y no en capitalizar el negocio, pues si no hay expectativas claras de crecimiento no necesitarán más capital, señala Christian Laub, otro director de larga trayectoria.
La poca confianza en el Ejecutivo y Legislativo se refleja en la inversión privada, lo que a su vez ralentiza el crecimiento económico, dice. “El mercado está muy duro. Crecer 2% o menos es triste y el ánimo de invertir no es el mejor; deberíamos crecer 6% o 7% para reducir la pobreza”, agrega.
El BCR recortó de 2.6% a 2.2% su estimado de crecimiento de la economía para este año. Moody’s lo hizo de 2.3% a alrededor de 1%.
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“Todas las empresas están ajustándose todo lo que pueden, super cuidadosas, reducen costos, balances, más ahora que las tasas de interés están subiendo”, indica Laub. Pero hace una acotación: “Deben tener cuidado al recortar costos, para no cortar músculo que luego limite su capacidad de crecer”.
Al mismo tiempo, como poco pueden hacer frente al adverso entorno internacional y local, las empresas deben enfocarse en elevar su eficiencia con mayor tecnología, mejorar sus procesos y estructuras de capital, complementa el ejecutivo.
Si antes los presupuestos se ajustaban cada seis meses, ahora se hace cada mes, proceso en el que claramente la estrategia de los directorios es disminuir costos pues los ingresos no vienen como se esperaba, recalca Zaldívar, aunque coincide con Laub en que esta depuración debe ser cuidadosa para no sacrificar la capacidad instalada necesaria para aprovechar la recuperación prevista en el 2024.
¿Qué compañías sobrevivirán?
Pero Zaldívar incide en los recortes, pues en una crisis caen o cierran primero las empresas con costos más altos. “Las que tienen mayores márgenes y menores costos sobrevivirán a las que no ajustaron costos lo suficiente”, advierte.
Por eso son competitivas las mineras y parte de las avícolas, añade. Las empresas de alimentos, agrícolas, mineras, pesqueras no controlan los precios en el mercado internacional, por lo que para estas es aún más relevante el manejo de costos, asevera Zaldívar.
Este proceso, que deberán reforzar las compañías, implica también el cierre de líneas o negocios que no son su core, o que no llegaron a serlo según lo previsto, afirma.
Venegas expresa preocupación por las empresas que no hicieron los ajustes esenciales en años previos, sobre todo al inicio de la pandemia, y que ahora, en medio de las complicaciones, buscan hacerlo “con demora, cuando ya están con la soga al cuello”.
Detalla que no por mal preparados, pero sí por la llegada de El Niño, las pesqueras, agrícolas, bancos y seguros redoblarán la cautela, mientras que las comercializadoras de electrodomésticos, que vivieron bonanza en la pandemia, recién ahora toman medidas frente al menor dinamismo.
Los directorios de las empresas más ordenadas, desde años anteriores se alistaron para un escenario de menor crecimiento, siendo más estrictas en el control de costos, de riesgos, en eficiencia, con un enfoque que deja de lado lo menos rentable y lo que no se conoce bien, menciona Venegas. “Ahora lo que hacen es continuar con esos esfuerzos, siendo cautas por los menores ingresos. De esta forma, si antes recortaron personal, ahora serán muy selectivas al contratar”, comenta.
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