(G de Gestión) La primera celebración de Fiestas Patrias bajo la presidencia de Dina Boluarte no se caracterizará por ser el mejor momento macroeconómico de la historia republicana. Analizamos los cuatro principales motores para el crecimiento del país en un contexto en que el Banco Central de Reserva (BCR) bajó la proyección del crecimiento económico de 2,6% a 2,2% para el 2023.
Minería
Para este año se espera que la minería tenga una contracción significativa. El BCR estima una caída de 18,9% en la inversión minera por el retraso de varios proyectos. Si bien todavía Zafranal sigue en carrera y debería arrancar en setiembre, hacia el próximo año se prevé que la inversión minera caiga 8,7%.
Además, ya se registraron postergaciones de proyectos importantes, como el de Yanacocha Sulfuros. Así, la expectativa de US$ 5,600 millones, 4% por encima de lo esperado en el 2022 por el Ministerio de Energía y Minas (Minem), no se haría realidad. Solo los proyectos de ampliaciones mineras toman varios años en ver la luz, y esto imposibilita la expansión del desarrollo en este rubro.
“Desde que se empieza la prospección —en un promedio mundial— hasta llegar a mina, son unos 25 años. Vemos Quellaveco como un nuevo proyecto cuando en realidad tiene 60 años. Al Perú le toma el doble de tiempo sacar una mina respecto al promedio mundial”, afirma Miguel Cardozo, presidente de Perumin 36. Según el ejecutivo, solo en la aprobación de proyectos de exploración minera pasan cuatro años, cuando lo usual es la mitad o un poco menos.
“La razón es, básicamente, que si no hacemos exploración no habrá nuevos yacimientos. Hay 47 proyectos por más de US$ 53,000 millones. Si los sacamos, pasamos a producir cinco millones de toneladas de cobre fino, cuando hasta el año pasado produjimos la mitad”, asegura.
Para Raúl Jacob, CFO de Southern Perú Copper, la burocracia en el Estado y la falta de mejores perfiles en las entidades estatales son el principal problema. “Hay dos cosas básicas. Primero, la meritocracia en el Minem. Hay personas en puestos muy importantes que no tienen las capacidades necesarias, o hay puestos vacantes. Lo segundo es trabajar de manera integrada entre las agencias del Estado para reducir los plazos de los trámites. No pedimos que bajen estándares, sino que se cumplan los plazos que el mismo Estado impone”, precisa.
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Consumo masivo
El BCR ya señaló que, en lo que va del año, una de las ramas que registraron menor producción fueron los bienes de consumo masivo. Aun así, las ventas del comercio interno del sector de retail avanzaron 5.1% en abril, lo que significó el tercer mes de crecimiento continuo, según el Ministerio de la Producción (Produce). De acuerdo con dicha entidad, la facturación de las líneas de categorías de alimentos, por ejemplo, creció 26.1% en el rubro de supermercados e hipermercados.
Las tendencias se han topado con un “techo” en términos de costos, en tanto los consumidores han ajustado sus finanzas para adquirir productos más económicos. Por el lado de los productos no esenciales, estos han disminuido su rendimiento en cuanto a volumen, manifiesta José Ramos, analista de Investigación de Euromonitor International.
“Con los altos niveles de inflación que se han observado en la región, los consumidores han inclinado sus decisiones de compra hacia productos más económicos, por lo que los esenciales han mostrado mayor incidencia de compra en el último año y medio”, indica.
Gloria, por ejemplo, tiene claro este escenario. “En el caso de la canasta de alimentos, el crecimiento está aún rezagado, pero el canal tradicional continúa soportando el ritmo. Durante el segundo semestre del año estaremos entregando innovaciones pensadas en la democratización del consumo y en llegar a los segmentos que se han visto más afectados por el contexto macroeconómico”, dice Pilar Bermúdez, gerente de Marketing de Gloria.
Se espera que en el Perú, en un escenario de precios altos y una incertidumbre en los ámbitos político y económico, los consumidores se mantengan conservadores en torno al gasto. No obstante, Ramos asegura que los segmentos en los extremos de la pirámide tienen hábitos distintos, por lo que aquellos de mayor capacidad adquisitiva han mantenido el consumo en ciertas categorías de indulgencia y optan por presentaciones más grandes.
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Agroindustria
De acuerdo con el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri), el valor bruto de la producción agrícola nacional retrocedió 20% en abril. Esto ha hecho que, al 2022, se hayan perdido 400,000 empleos en la PEA agraria de los 4.3 millones que existían antes, según Gabriel Amaro, director ejecutivo de la Asociación de Gremios Productores Agrarios del Perú (AGAP).
“Antes de las movilizaciones pensamos que íbamos a crecer 10%, pero, hasta abril, en toda la agroexportación estamos igual. El golpe de Estado de fines del año pasado y las movilizaciones sociales que produjeron el bloqueo de carreteras hicieron que se perdiera mucho, y se dejaron de pagar salarios, porque no hubo trabajo”, cuenta.
Según las estimaciones de AGAP, se han perdido más de S/ 100 millones en salarios y más de US$ 300 millones en exportaciones. “Con la mezcla del Yaku y el Niño costero, se podrían ver afectadas más de 40,000 hectáreas de producción. Es casi como si todo Olmos o Majes Siguas hubiesen desaparecido”, subraya.
Si se considera que las regiones apenas han invertido el 24.9% de sus recursos para prevenir desastres —que podrían ser resultado de los fenómenos climatológicos— y que ninguna supera el 50% de ejecución, no es de extrañar que los impactos resulten graves. Cabe precisar que, como afirma el Senamhi, se espera una mayor intensidad de lluvias desde octubre y noviembre debido al fenómeno del Niño global.
A eso se le suma la rigidez del sector bancario para financiar más producción agrícola. “El costo del crédito se ha duplicado, al pasar de 8% a 20% para los pequeños productores y de 5% a 14% en el caso de medianos desde la declaración del fenómeno del Niño. Además, ya no hay mucha disponibilidad de líneas de crédito o los plazos son más cortos”, lamenta Juan Carlos Paredes, gerente general de Agrícola Pampa Baja.
A este escenario se le agrega un menor ritmo de crecimiento de demanda por los productos estrella de agroexportación. Entre el 2018 y el 2022, el precio promedio del arándano peruano pasó de US$ 7.4 a US$ 4.9 por kilo. La palta, por su parte, se redujo de US$ 2.4 por kilo en el 2019 a US$ 1.5 en el 2022.
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Zona de turbulencia
Recientemente, el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur) redujo la meta de turistas extranjeros para el 2023 de 2.5 millones a 2.3 millones. Y, si bien en los primeros cinco meses se registró un aumento de 60% respecto al mismo periodo en el 2022, la situación es difícil debido a las protestas de inicios de año y a temas climatológicos como el ciclón Yaku y el fenómeno del Niño.
“Hay algunas circunstancias que van mejor, como la estabilidad social que se ha logrado en el país. Además, la película de Transformers y tener a Central como restaurante número 1 son aspectos que ayudan mucho a atraer más visitantes. Se vienen los meses más fuertes hasta setiembre por las vacaciones en el hemisferio norte, por lo que la nueva meta es una cifra alcanzable”, afirma Carlos Loayza, gerente general de Canatur.
Según Comex, el gasto promedio por turista extranjero creció en los primeros meses del año 38.9% frente a la prepandemia, al llegar hasta los US$ 1,504 per cápita.
“Tenemos un nuevo cliente que nació pospandemia. Es un nómade que vacaciona y trabaja en cualquier parte del mundo. Además, hay mucho más turismo de familia. Principalmente, lo que ha cambiado son las estadías, que están por los 14 días en promedio. No hay ninguna posibilidad de que este nuevo escenario se modifique en el corto plazo”, cuenta Juan Stoessel, CEO de Casa Andina.
Pero no todo es tan prometedor. Por ejemplo, Machu Picchu tuvo un retroceso de visitantes de 36.4% en los primeros cuatro meses del año y de 32.4% respecto del mismo periodo en el 2019.
“Tenemos un gran problema: la habilitación diaria para llegar ahí. Son poco más de 4,000 entradas, de las cuales unas mil se adquieren presencialmente, lo que es complicado. Se pueden manejar flujos o alternativas. Si hubiese un control digital del aforo, podríamos sacar mejor provecho”, apunta Loayza.
Para Stoessel, el dengue ha generado una afectación en la ocupación de los hoteles en el norte. “Por fiestas, en promedio teníamos 80% de ocupación. Ahora en destinos turísticos estaríamos entre 50% y 55%, y en el norte la situación es más compleja”, sostiene.
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