Los precios al consumo en Estados Unidos anotaron en marzo el mayor aumento en 16 años y medio porque la guerra de Rusia contra Ucrania elevó el costo de la gasolina a máximos históricos, lo que refuerza las perspectivas de que la Reserva Federal (Fed) suba las tasas de interés 50 puntos básicos en mayo.
El aumento de los precios comunicado por el Departamento de Trabajo este martes desembocó en un avance de la inflación anual a un pico desde finales de 1981.
Sin embargo, hubo atisbos de esperanza, ya que las presiones mensuales sobre los precios subyacentes aumentaron moderadamente al enfriarse los precios de los vehículos. Economistas también creen que la inflación general ha tocado techo.
“La Fed se tranquilizará un poco con el informe de este martes, pero todavía tiene mucho trabajo pendiente para restaurar la estabilidad de los precios”, dijo Sal Guatieri, economista senior de BMO Capital Markets en Toronto.
El índice de precios al consumo (IPC) subió 1.2% el mes pasado, la mayor alza mensual desde setiembre del 2005. El IPC había avanzado 0.8% en febrero.
El precio medio de la gasolina se disparó hasta un máximo histórico de US$ 4.33 por galón en marzo, según la asociación AAA.
Rusia es el segundo exportador mundial de crudo. Estados Unidos ha prohibido las importaciones de petróleo, gas natural licuado y carbón rusos como parte de una serie de sanciones contra Moscú por su invasión de Ucrania.
Además de hacer subir los precios de la gasolina, la guerra entre Rusia y Ucrania, que ya ha entrado en su segundo mes, ha provocado un aumento mundial de los precios de los alimentos, ya que Rusia y Ucrania son también importantes exportadores de productos básicos como el trigo y el aceite de girasol
En los 12 meses transcurridos hasta marzo, el IPC de Estados Unidos se aceleró 8.5% y sigue al aumento de 7.9% en febrero. Es el sexto mes consecutivo en el que se sitúa por encima de 6%.
Los economistas encuestados por Reuters habían previsto que los precios de consumo avanzaran un 1.2% en marzo y se dispararan un 8.4% interanual.
Las fuertes lecturas de la inflación se conocieron después de que los datos del mes pasado mostraran que la tasa de desempleo en Estados Unidos cayó a un nuevo mínimo de dos años de 3.6% en marzo.
El banco central estadounidense subió su tasa de interés oficial 25 puntos básicos en marzo, la primera subida en más de tres años. Las actas de la reunión de política monetaria, publicadas el pasado miércoles, parecían sentar las bases para un aumento importante de los tipos en el futuro.
La alta inflación y la postura a favor de endurecer la política monetaria de la Fed han hecho que el mercado de bonos tema una recesión en Estados Unidos, aunque la mayoría de los economistas esperan que la expansión continúe.
Muchos creen que marzo podría marcar el máximo de la tasa anual del IPC, pero advierten que la inflación se mantendrá muy por encima del objetivo de 2% de la Fed al menos hasta el 2023.
Los precios de la gasolina han retrocedido desde los máximos históricos, pero siguen estando por encima de los US$ 4 por galón. Las elevadas lecturas de inflación el año pasado también empezarán a moderar cálculo del IPC.
Una ralentización del alza de los precios de los autos y camionetas usados ha dado lugar a una lectura mensual de la inflación subyacente más suave.
“Marzo puede resultar ser el punto máximo de las medidas de inflación interanual para este ciclo”, manifestó Ben Ayers, economista senior de Nationwide.
“Aun así, teniendo en cuenta el elevado punto de partida y la probabilidad de que haya nuevos retrasos en arreglar las cadenas de suministro, las lecturas de la inflación deberían seguir siendo muy altas en el 2022 y hasta el 2023″, agregó.
Excluyendo los volátiles componentes de los alimentos y la energía, el IPC subió 0.3%, tras haber ganado 0.5% en febrero. El llamado IPC subyacente aumentó 6.5% en los 12 meses transcurridos hasta marzo, el mayor avance desde el de agosto de 1982, tras subir 6.4% en febrero.
Se considera que los confinamientos en China para contener un resurgimiento de las infecciones por el COVID-19 están ejerciendo una mayor presión sobre las cadenas de suministro mundiales, lo que podría mantener los precios de los bienes elevados.
Por otra parte, se espera que el aumento de los alquileres de la vivienda mantenga la inflación subyacente al alza.