La crisis sanitaria también ha alcanzado a la industria editorial. Y es que hoy, a diferencia del 2019, la producción de libros ha caído en 40%, aproximadamente, revela Esteban Quiroz, fundador de la editorial independiente, Lluvia de Editores.
“En el 2020, muchas casas editoras tuvieron que ‘frenar en seco’. Nosotros afortunadamente hemos seguido produciendo porque tenemos en cartera varios libros, pero la venta igual sigue siendo lenta”, señala.
Por ello, al igual que muchas empresas, están viendo la manera de dinamizar el negocio, es así que para su próximo libro “Drácula” (600 páginas) apostarán por la preventa, es decir antes de que llegue a librería, para poder sacarlo de la imprenta y tener dinero anticipado.
Ya han hecho algo similar anteriormente y tuvieron gran acogida, por eso confían en esta estrategia de aplicar bonos de prepublicación para impulsar la venta, recuperar su inversión y no quedarse con gran stock, ya que en el Perú los libros se venden de tres en tres, tres a la semana o incluso en un mes, dice.
Explica que producir un libro de unas 150 páginas cuesta S/ 8; no obstante, para que la casa editora y la librería (que se lleva el 35%) ganen se debe multiplicar este costo por cuatro.
“Yo publico mil ejemplares desde hace 43 años, pero estos no se venden en un mes, sino entre uno y tres años. El único libro que vendí hace poco llegó a 10,000 ejemplares, aunque esto es algo que pasa cada 30 años”, acota.
Golpeados por la crisis
Las editoriales no han sido las únicas golpeadas por la pandemia del COVID-19, las imprentas también han dejado de operar, y muchas lamentablemente han quebrado, asegura. “Antes, en una cuadra podía haber tres imprentas, ahora no hay ninguna abierta, excepto la tienda de papelería”, comenta Quiroz.
En tanto, las librerías de alguna forma se han mantenido, como en los casos de Communitas y El Virrey, que tuvieron que adaptarse e incluir la venta por delivery.
Precisa, además, que la baja penetración de librerías que existe en el país ha hecho que probablemente no se canibalicen entre sí. Estima que son 132 puntos de venta de libros en Lima y provincias; mientras que, Chile con poco más de 19 millones de habitantes tiene alrededor de 500.
Este reducido número, para 32 millones de peruanos, es en parte una de las razones de la baja lectoría que, según cifras del Ministerio de Cultura llega al 0.8 de un libro per cápita, aunque para el editor esta cifra en realidad es de 0.5. “Estamos estancados desde hace 21 años con un índice de medio libro al año, al mismo nivel que Bolivia, Ecuador y Uruguay que tienen menos habitantes”, afirma.
En cambio, los pares chilenos leen 5.4 libros al año; Colombia 2.2 y Argentina 4.2; y ni qué decir de Finlandia y Japón con 47 y 46 libros al año, respectivamente, detalla.
“La mayoría de peruanos no compra libros, pero sí televisores, refrigeradoras y lavadoras porque son útiles y necesarios, lo cual está bien. Sin embargo, sí me parece incongruente que en una familia existan cuatro celulares y que no puedan comprar un libro al mes”, enfatiza.