Ante la crisis sin precedentes que vive el sector aeroportuario, Lima Airport Partners (LAP) mantiene el ritmo en la ejecución de algunos de sus proyectos para la ampliación del Aeropuerto Jorge Chávez y busca hacer modificaciones en los plazos de inversiones comprometidas para los próximos años, según indicó su gerente general, Juan José Salmón, en entrevista con Gestion.pe.
Solo en el presente año, sostuvo, el consorcio estima la ejecución de US$ 160 millones, si se lograra adjudicar entre fines de julio e inicios de agosto el último paquete para la ejecución de la segunda pista, que se sumaría a la reciente adjudicación del proyecto para la construcción de la torre de control.
“Estamos llevando adelante el Lado Aire o Lado Pista, tratando de mantenerlo, en la medida de lo posible, dentro de los términos que tenemos en el contrato de concesión. Ya hemos reiniciado las obras del primer paquete del Lado Aire hace una semana y un poco más. Entregamos la buena pro para la (construcción de la) Torre y estas obras deberían estar comenzando la semana que viene, si terminamos de aprobar los protocolos. El tema del COVID-19 ha retrasado un poco las cosas y está pendiente el último paquete para culminar el Lado Pista, que esperamos entregarlo en julio o agosto”, manifestó.
No obstante, el consorcio sí buscaría modificaciones en los plazos de construcción del nuevo terminal, que se tenía previsto entregar a fines del 2024.
Para este año, inicialmente LAP esperaba alcanzar los 25 millones de pasajeros y superar así la cifra alcanzada en el 2019 (23 millones de pasajeros). Sin embargo, la abrupta caída de la demanda podría llevarlos a cerrar el año con apenas 10 millones de pasajeros, cifras que se alcanzaban hace 10 o más años y fueron creciendo de forma constante.
“Si los vuelos domésticos comienzan en julio y los vuelos internacionales en agosto, podríamos estar llegando a alrededor de 10 millones de pasajeros, cantidad que movilizaba el aeropuerto en el 2010, así que tendríamos una pérdida de mercado de 10 años. Si esta apertura se demora o es limitada, vamos a cerrar con 7 millones de pasajeros, cantidad que teníamos en el 2006”, expresó.
Para las primeras semanas del reinicio de actividades, LAP estima que el nivel de actividad en el aeropuerto será de niveles de entre 15% y 20% de los alcanzados en el periodo pre COVID-19, lo que dependerá de la situación de los contagios en las ciudades del Perú y los países de destino, y de sus decisiones, puesto que algunos países podrían optar por no recibir vuelos procedentes del Perú.
Por ello, en abril planteó al Estado peruano supeditar los plazos de construcción y entrega del nuevo terminal del Aeropuerto Jorge Chávez al cumplimiento de una meta -por definir- de número de pasajeros. Sin embargo, aún no ha recibido respuesta.
“Hemos pedido llegar a un acuerdo para definir que, una vez se llegue a un número de pasajeros determinado, es decir que recuperemos en algo el tráfico, en ese momento se gatille la obligación de LAP de iniciar la construcción del nuevo terminal. Si esa cifra de pasajeros, por casualidades del destino, se cumple en el próximo año, nosotros seguimos adelante sin ningún problema”, fue la explicación de su propuesta.
Asimismo, señaló que a raíz de la pandemia es probable que algunos procesos dentro del aeropuerto cambien, si se llegasen a introducir modificaciones en el manual de aeródromos de Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) -como ha ocurrido ante otros hechos de gran magnitud en el pasado- y ello podría implicar modificaciones en el diseño del aeropuerto.
Otra de las propuestas que planteó LAP al Estado es la de mantener las tarifas constantes (ajustadas por inflación), conjuntamente con una disminución temporal de la tasa de retribución que paga al Estado peruano, de 46% a 30%. “Esto tendría un impacto directo en las tarifas que se cobran a las aerolíneas, que serían 24% menores”, expresó Salmón.
El ejecutivo precisó que el 45% del flujo de pasajeros del aeropuerto depende de los vuelos internacionales y el 55% de los vuelos domésticos. De estos últimos, el 35% corresponde a viajes relacionados con Cusco y su principal atractivo turístico, Machu Picchu. Sin embargo, señaló que ahora los aeropuertos y aerolíneas se enfrentan a una nueva realidad, puesto que la mayoría de las personas ya no viajará para placer, sino solo por necesidades puntuales, como motivos de trabajo o salud.