En los últimos 90 años, el país ha experimentado diversos ciclos económicos; algunos caracterizados por la contracción y otros por la expansión. Estos ciclos brindan un marco de referencia crucial para entender la trayectoria económica del Perú y los desafíos que enfrenta en la búsqueda de una recuperación temprana en momentos desafiantes como el actual.
En la cuarta semana de octubre, el ministro de Economía y Finanzas del Perú, Álex Contreras, confirmó un escenario que la agencia calificadora internacional Moody’s habían previsto días atrás: una recesión.
El Banco Central de Reserva del Perú señala por recesión el periodo donde se produce una caída de la actividad económica de un país o región en la medida que baja el Producto Bruto Interno (PBI) real.
Aunque de manera similar pero no idéntica, otros periodos en los últimos 90 años han estado caracterizados por retrocesos y declives económicos, cada uno con sus propias causas y soluciones particulares.
Si consideramos los momentos en los que factores no ajenos a lo económico (guerras, pandemias y fenómenos meteorológicos) impactaron en su crecimiento, estos serían los momentos en los que Perú ha experimentado recesiones y ha logrado encontrar soluciones para superarlas.
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Gran depresión de la economía peruana (1929-1932)
Durante los años de presidencia de Augusto B. Leguía (1928-1930), el Perú se vio afectado por las variaciones de los mercados internacionales. Este primer ciclo contractivo en los últimos 90 años tuvo lugar entre 1929 y 1932, debido principalmente al colapso del mercado de valores en Estados Unidos.
Esta crisis mundial repercutió en el plano local con una disminución generalizada en los precios de las principales exportaciones peruanas, casi todas las materias primas, salvo el oro. Los precios del cobre, azúcar y algodón, que en conjunto representaban el 47% del valor exportado, descendieron a un ritmo anual promedio del 28% durante ese lapso. Esta tendencia llevó a una reducción drástica del valor exportado, cayendo de US$ 134 millones en 1929 a solo US$ 38.1 millones en 1932.
“Hubo una reacción mala sobre las medidas del gobierno de Estados Unidos, al punto que se llamó la “Gran Depresión””, dijo Eduardo Jiménez, jefe del Sistema de Información de Macroconsult, quien sumó que esto llegó a afectar a un cuarto de la fuerza laboral en el país norteamericano.
Durante ese periodo, la producción nacional sufrió una caída acumulada del 21.7%, siendo la reducción de la inversión privada (-78%) el principal factor ante la baja en los precios internacionales. Esta situación llevó al Perú a sumergirse en una recesión caracterizada por descensos que impactaron severamente en su economía.
No obstante, la economía peruana pudo recuperarse debido al aumento en el gasto público, una medida que se adoptó siguiendo la estrategia de otros países en una situación similar. Este incremento en el gasto estatal fue esencial para estimular la demanda de servicios y productos. El enfoque en aquel periodo se centró en aumentar las compras estatales, realizar inversiones y llevar a cabo proyectos de infraestructura pública para reactivar la economía.
Aunque el período de contracción fue breve y se experimentó un crecimiento promedio anual del 7% durante los cinco años subsiguientes, no fue hasta 1948 que se alcanzaron nuevamente los niveles de inversión y exportaciones anteriores a la crisis global.
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Primer gobierno de Alan García (1987-1990)
En el primero de los dos periodos de gobierno de Alan García (1985-1990), se produjo el segundo ciclo contractivo. Aunque su duración fue breve, su impacto fue más que considerable. Durante ese periodo, el país enfrentó una deuda externa que llegó a ser el doble de su Producto Bruto Interno (PBI).
“Probablemente sea la crisis más severa que ha experimentado el país en su historia”, apuntó Fernando Gonzáles, economista senior del Instituto Peruano de Economía. Agregó que la solución a esta crisis sentó las bases para tener un crecimiento importante en los siguientes años.
Entre 1987 y 1990, según estadísticas del Banco Central de Reserva (BCR), el PBI experimentó una contracción del 25%, a consecuencia de una disminución acumulada del 19% en la inversión privada y del 43% en la inversión pública.
Esta situación llevó al país a su período inflacionario más alto registrado en la historia, la cual alcanzó el 7,000% en 1990. El gasto público excesivo y una política monetaria inestable llevaron al país a lo que se conoce como ‘hiperinflación’, la cual se caracterizó por su fuerte efecto recesivo. Este tuvo un impacto significativo en la sociedad con un aumento de la tasa de pobreza del 42% al 55% entre 1987 y 1990.
Debido a esta crisis, el ingreso per cápita retrocedió hasta niveles equivalentes a 30 años atrás.
De acuerdo al libro de Bruno Seminario, El desarrollo de la economía peruana en la era moderna (2015), en menos de un lustro, el nivel de la productividad de finales de 1990 retrocedió 75 años.
La inflación, reflejo de desajustes en la oferta y la demanda, provocó complicaciones en los mercados al incentivar la especulación de precios debido a la implementación de controles. Esto dio lugar a la proliferación de mercados negros y a nuevas disfuncionalidades en el sistema.
A modo de solución, al inicio del gobierno de Alberto Fujimori en 1990, se implementó lo que se denominó como ‘shock’ económico, lo que implicó la actualización de los precios para reflejar la inflación de ese momento. También se aplicó un congelamiento de precios y la nacionalización de la banca y de empresas públicas que estaban quebradas.
Esto permitió que los precios estuvieran en línea con la oferta y la demanda real del mercado. Y aunque los altos precios impactaron negativamente en muchas familias, estas acciones permitieron eventualmente que la economía se recuperara de la crisis y sentó las bases del crecimiento en los siguientes años.
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Repercusión de la crisis financiera en Estados Unidos (2008-2009)
Entre los años 2008 y 2009, el mundo experimentó “La Gran Recesión”, desencadenada principalmente por el colapso del mercado inmobiliario en Estados Unidos, donde los precios de las viviendas se desplomaron, los intereses se elevaron y surgieron impagos masivos, causando una crisis de liquidez en dicho país. Esta situación repercutió en actores clave de la economía norteamericana, como el cierre del banco de inversión Lehman Brothers.
A nivel local, durante el segundo gobierno de Alan García (2006-2011), la desaceleración económica peruana se notó particularmente en sectores con fuertes lazos, directos e indirectos, con el comercio exterior.
La agroindustria (-10.9) y las ramas manufactureras de insumos y bienes de capital (-7.0%) fueron especialmente afectadas con notables descensos. La inversión privada, en un terreno negativo (-15.1), disminuyó debido a la incertidumbre causada por la crisis financiera global y la reducción de la inversión privada, lo que llevó a una pausa en la ejecución de nuevos proyectos por parte de las empresas.
A modo de solución, el Banco Central de Reserva del Perú implementó una política monetaria para mitigar el impacto negativo de la crisis financiera, promoviendo nuevas condiciones monetarias y crediticias más flexibles, manteniendo la inflación bajo control. Asimismo, el Gobierno inyectó un paquete de US$ 10,000 millones que se ejecutó entre esos años.
Después de un crecimiento promedio del 7.7% entre 2003 y 2008, la economía peruana tuvo un avance del PBI de apenas 0.9% al cierre del 2009, en contraste con la caída promedio mundial del 0.6% y la disminución del 3.2% en las economías más desarrolladas del mundo.
Pese al escenario recesivo, en Perú, el empleo siguió aumentando, lo que permitió un crecimiento continuo del consumo privado, aunque a tasas más moderadas que en 2008.
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Actualidad (2023)
Los datos del Producto Bruto Interno (PBI) del tercer trimestre de 2023 reflejan la tendencia negativa que caracterizó a la economía peruana este año, con caídas del -0.52% y -1.29% en los meses de agosto y setiembre.
En este contexto, la economía peruana enfrenta un posible cierre de año poco alentador, con una proyección anticipada de una contracción del 0.2%. De materializarse, sería la primera disminución en 25 años (excluyendo el impacto derivado de la pandemia).
Uno de los factores de este declive económico se debe en buena medida a los retiros realizados por peruanos de la CTS y AFP para el mejoramiento de sus hogares, lo que originó un aumento en las ventas de cemento, ladrillos, aceros, entre otros.
También, el deterioro de la confianza empresarial se ha mantenido pesimista durante estos últimos 3 años, lo que ha mellado sobre la inversión privada que lleva más de un año contrayéndose.
A esta situación se suma que el gobierno actual, liderado por Dina Boluarte, se ha enfrentado a diversos factores que han influido en el panorama económico del 2023. Estos incluyen protestas a principios de año, el acercamiento del Ciclón Yaku, el Fenómeno El Niño Costero, y un ajuste en el ciclo de inversión de las familias.
“Hay una crisis de confianza, y si bien hay un factor político detrás, también hay factores económicos muy importantes. En la recesión actual no se puede saber cuánto pesa el factor político, pero sí la parte económica”, resaltó Jiménez de Macroconsult.
Esta combinación de eventos han exacerbado las proyecciones de un cierre de año en números negativos.
Esta situación no es ajena a una desaceleración que ha caracterizado la economía peruana en la última década, y que en la actualidad se refleja en tasas negativas. Además, factores externos como eventos climáticos y la incertidumbre política y social han contribuido a este escenario preocupante, que para el noveno mes del 2023 acumulaba un desenvolvimiento negativo en siete sectores.
“Se ha hablado, por ejemplo, de que esta recesión es una de las más extensas que hemos vivido desde el ‘Fujishock’, lo cual es correcto. Pero no debemos confundir extensión (cuánto está durando) con profundidad (cuánto impacta en el bolsillo de las familias)”, manifestó Fernando Gonzáles del IPE.
Los especialistas refieren que actualmente la economía peruana atraviesa una etapa de ajuste ‘normal’ dentro de su ciclo económico, dado que después de un período de crecimiento, ha ingresado en una fase de desaceleración que se considera parte del proceso habitual de adaptación.
Se estima que el crecimiento potencial del país alcance alrededor del 2.6% del Producto Bruto Interno (PBI) el próximo año, según Macroconsult, tras superar un escenario de “tensa calma”.
En cuanto a la inversión pública, se espera una mejora para el próximo año. Se prevé que las autoridades regionales, que han dificultado la inversión durante estos años, hayan aprendido de esas dificultades y puedan contribuir positivamente a la inversión.
Además, se anticipa que la inversión privada no disminuirá tanto como en el año en curso. Sectores clave como la pesca, afectados por el Fenómeno El Niño, se espera que se recuperen, al igual que el sector agrícola.
Con miras hacia el futuro, el análisis estructural resultará clave para entender la razón del crecimiento negativo de este año y que responde en buena medida al deterioro de la productividad en el país, es decir, la capacidad de los trabajadores peruanos de poder producir más con las herramientas que tienen considerando su conocimiento, educación, acceso a maquinarias, infraestructura de calidad, a un entorno institucional favorable, entre otros factores.
El reto girará entorno a la solución para encontrar un nuevo sector que permita gatillar el crecimiento económico, como se hizo en el pasado con sectores como minería (1990).
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¿En qué momento empezó el auge de la economía peruana?
Los especialistas consultados para esta nota coincidieron en que el proceso de recuperación económica peruana se inició a principios de la década de 1990, tras las reformas estructurales implementadas para superar la crisis previa.
Esto permitió un crecimiento económico diferenciado en América Latina, con un promedio de 4.4% por encima de sus pares, como Chile, Bolivia y Colombia.
Estas reformas se centraron en la apertura comercial y una mayor participación del sector privado en un sistema de libre mercado.
Estas medidas generaron un crecimiento acumulado del PBI del 41% entre 1990 y 1997.
Después de una breve desaceleración entre 1998 y 2001, la economía retomó su ciclo expansivo hasta 2012. Durante esta segunda etapa, se consolidó el auge de las exportaciones, tanto de productos tradicionales como no tradicionales, y se observó un crecimiento notorio en la inversión privada.
Entre 1990 y 2017, el PBI se multiplicó 3.4 veces, impulsado por estos factores.
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