Pese a la paralización de algunas actividades económicas –a fin de mitigar el contagio del COVID-19–, Nicolás Urrutia, Director Asociado de Control Risks, revela a Gestión que hoy las empresas están mejor preparadas que en 2020. Asegura que en la medida que se respete la cuarentena y se agilice el proceso de vacunación la economía local mejorará.
-El Gobierno ha dispuesto nuevas medidas contra la segunda ola del COVID-19, que de alguna manera frena ciertas actividades. ¿Cómo impactarán en la economía local?
En medio de todas las complejidades de la pandemia, hay una cierta ventaja en que precisamente haya sido global porque da un mayor conocimiento, en una gran cantidad de casos, de lo que funciona mejor y de lo que no tanto. Con las medidas anunciadas por el presidente, Francisco Sagasti, el Perú aterriza en una experiencia que ya han tenido varios países -que venían en un proceso gradual de reapertura y recuperación de la vida económica y social. Pero, la gran lección -no solo para los próximos 15 días, sino para buena parte del año- es que debemos dejar de pensar que la recuperación de la pandemia es un proceso lineal. Si bien habrá una tendencia ascendente general, esta estará marcada por altibajos, con mayores libertades y, en otros momentos, con restricciones. Esto es parte de la nueva normalidad.
-Este sin duda es uno de los primeros altibajos, porque cerrar algunas actividades económicas es “retroceder” de alguna manera.
Claro, y no es únicamente de aquí a mediados de febrero, porque teniendo en cuenta todas las complejidades y dificultades que ya conocemos sobre los procesos de adquisición de las vacunas, el despliegue, hacerlas llegar y los reparos en la población, habrá retrocesos, pero más localizados por regiones respecto a las fases de cuarentena del año pasado.
Muy probablemente vamos a ver esta dinámica reiterativamente, será como dar dos pasos adelante y uno atrás.
-¿Entonces es probable que esta cuarentena se pueda ampliar?
Las cifras de contagio y de testeos son los datos claves y tendremos que ver la evolución de los próximos 15 días. La experiencia del año pasado nos dice que el nivel de respeto de la población por las cuarentenas fue más alta al comienzo y se fue erosionando a medida que se prolongaba y también a medida que se quitaban restricciones y se volvían a poner.
Hay un desgaste natural con esta situación, y en la medida que en esta nueva fase de cuarentena haya más o menos respeto, eso será algo que dictará la pauta de mediados de febrero en adelante. Desafortunadamente, los niveles de cumplimiento más duras tienden a erosionarse con el tiempo.
-A diferencia de otras economías, la informalidad en Perú es muy alta, y hay mucha gente que vive de un ingreso diario, entonces un día de confinamiento es un día sin comer.
Sí, y la informalidad ha aumentado a causa de la pandemia. Ha habido quiebras de empresas, el desempleo ha aumentado, es decir, es diferente volver a implementar restricciones ahora, así sean por 15 días, con la experiencia pasada, considerando el impacto económico y social y, claramente, en segmentos vulnerables de la población es más compleja hoy en día aplicarlo y eso a su vez incentiva más la desobediencia o por lo menos genera menos efecto disuasivo frente a los posibles costos o riesgos de incumplir las reglas.
-Teniendo ejemplos de otros países, ¿qué tan efectivo es imponer cuarentenas, así sean focalizadas?
La percepción y las opiniones de la población frente a las restricciones, teniendo como punto de referencia las más recientes encuestas de Ipsos, están divididas y no hay un real conceso. Al mismo tiempo, hay que ver los indicadores de contagios, mortalidad y de disponibilidad de camas en hospitales. En términos generales lo que hemos visto es que las restricciones a la vida económica y social sí ayudan a reducir la velocidad de contagios, teniendo en cuenta que en algunas partes habrá mayor o menor incumplimiento, pero pese a este incumpliendo parcial han demostrado ser efectivas.
Claro, esta es una medida de salud pública, la economía pública es otra dimensión muy importante de la ecuación, y en ese caso, bajo la experiencia del año pasado el resultado fue limitado. El Estado peruano, aprovechando el buen comportamiento de su disciplina fiscal, anunció el paquete de estímulos económicos más amplio de la región; sin embargo de esos anuncios a su implementación en los segmentos más vulnerables y a las empresas se han dado una serie de retrasos, limitaciones e incumplimientos por diferentes razones.
Lograr canalizar efectivamente los recursos públicos de una manera adecuada a un volumen tan grande de personas y compañías requiere una infraestructura logística y una capacidad organizacional que el Estado peruano no tiene o que tuvo que desarrollar en el camino, con los errores y el dolor del aprendizaje.
-Con estos avances y retrocesos, ¿qué tanto impactará en la expectativa de crecimiento del PBI peruano para este año, que se anunciaba sería del 10%?
Hay dos elementos importantes aquí el doméstico y el internacional. En el caso del doméstico, la velocidad y el alcance del proceso de vacunación contra el COVID-19 será clave, entre más demore más prolongadas serán las restricciones (límites de aforos de industrias y negocios) y operar al 30% o 50% no es lo mismo. Lo que también preocupa es el creciente escepticismo del población frente a las vacunas (un 44% señala que no confía). Estos factores pondrán el freno de mano a cualquier plan de reactivación.
De otro lado, hay que reconocer el frágil momento de la economía mundial. Asia, Europa y Estados Unidos todavía no se recuperan y eso está muy amarrado al comportamiento de la demanda de las exportaciones peruanas de minerales y productos agrícolas.
Nuestro socio económico de Oxford Economics proyectó, el 16 diciembre pasado, un incremento de 13,01% en el PBI peruano para este 2021, pero es muy probable que este se revise a la baja dada las últimas acciones. Además de toda esta realidad de la pandemia, este también es un año electoral para el Perú, lo que hace que las decisiones de inversionistas extranjeros tienda a ser más pausadas.
-Entonces, esta proyección de crecimiento estará en gran parte amarrada a las exportaciones porque el dinamismo local está muy ligado al proceso de vacunación y Perú, lamentablemente, está a la cola.
La dependencia externa particularmente atada a los commodities es una particularidad de los países de la región, el peso de las exportaciones en el PBI peruano es notorio.
A mediados de año el pesimismo global de los pronósticos económicos era bastante generalizado, pero a medida que salieron noticias sobre los avances en el desarrollo de vacunas comenzó a irradiarse un optimismo, sobre todo, porque se hablaba de varios laboratorios en esta carrera.
No obstante, este resultó ser un optimismo exagerado, ya que en lo que va del 2021 vemos que los diferentes países, salvo excepciones como Israel, han tenido dificultades para organizar y comunicar las fechas de disponibilidad de vacunas, como Estados Unidos y España, y si esto sucede en estas grandes economías pues la incertidumbre es mayor en la región.
¿A nivel empresarial se ha observado mayor cautela en base a esta situación y a lo aprendido?
Sí, es que evidentemente una circunstancia como la pandemia es absolutamente extraordinaria y escapa de los parámetros normales en los cuales estamos acostumbrados a pensar en la mitigación de riesgos a nivel corporativo y de negocios; sin embargo, durante estos meses muchas compañías –y lo vemos en nuestro trabajo con clientes–han desempolvado varios libros y hemos vuelto a aprender con la teoría y la práctica sobre cómo lograr adaptarnos mejor a estas condiciones y en ese sentido han sido muchos los aprendizajes.
Las compañías, a diferencia del 2020, están mucho mejor posicionadas para lo que viene este año y han desarrollado, aunque a la fuerza, ciertas destrezas para adaptarse a los cambios del entorno, planear y anticiparse a estas restricciones focalizadas a través de comités de crisis y o de compañías de consultores.
¿Esto también se da en el caso de las medianas y pequeñas empresas, que son el grueso en el país?
Si bien las grandes multinacionales tienen una mayor disponibilidad de recursos humanos, protocolos y recursos financieros para respaldar este tipo de herramientas, también se ve el esfuerzo en medianas e incluso pequeñas empresas. Han surgido redes de conocimiento, personas a su vez de pequeñas empresas que se han especializado en ayudar a otras a adaptarse mejor a este entorno, en su planeación y estrategia corporativa. El universo de expertos es muy amplio y en medio de esta virtualización del trabajo se ha podido explorar y aprovechar mejor.