Riesgo Crediticio: ¿Se ha olvidado las lecciones de la Crisis?
Con esta Crisis que ha empezado en el 2007, y de la cual puede decirse que en realidad, no ha terminado aún, la banca internacional y los reguladores habían sacado una serie de lecciones. Se pensó que quedarían atrás las operaciones de titulización de créditos de mala calidad, que se tendría mucho más cuidado con el apalancamiento excesivo y con la búsqueda de altos rendimientos a través de la toma excesiva de riesgos.
Efectivamente, cuando se ve por ejemplo a los bancos europeos, se diría que además de afrontar nuevas exigencias regulatorias que limitan parte de sus actividades preferidas, todavía siguen incluso con una aversión excesiva al riesgo, que afecta a la economía real: se les ve poco proclives a financiar operaciones de muy largo plazo (como los grandes proyectos – Project Finance), pero sobre todo con muchas reticencias a retomar el crédito a las Pymes, al punto de que el Banco Central Europeo ha condicionado recientemente el otorgamiento de líneas a 4 años a que éstas se usen para hacer créditos al sector real.
Esto no significa necesariamente que se haya aprendido lecciones: se diría más bien que estamos todavía en esta fase de credit crunch donde se registra una tendencia excesiva a no querer prestar, una fase de “miedo” que sigue a la de la “codicia”; felizmente esto no se ve de manera uniforme en todas partes, lo que ha permitido la sobrevivencia de muchas Pymes europeas. Además en el Project Finance, varios bancos europeos han sabido asociarse con nuevos jugadores, como empresas de seguros, para seguir sacando operaciones significativas.
En todo caso, cuando se ve ciertas tendencias en el mercado desde hace un par de años, parece que no se aprendió mucho, por lo menos en EE.UU., donde se inició la Crisis:
. Hace unos meses un alto dirigente de un banco francés me contaba que se estaban viendo cada vez más operaciones de financiamiento de compras apalancadas, con múltiplos excesivos de endeudamiento respecto de la rentabilidad operativa de las empresas adquiridas; me citaban muchos casos de múltiplos que excedían 6 veces, que ya son, valga la redundancia, muy excesivos; recordarán tal vez mis posts de Febrero 2014 sobre los riesgos de estas operaciones. Bueno, hace unas dos semanas salió un artículo en el Wall Street Journal donde se indicaba que 40 % de las operaciones de este tipo realizadas este año en los EE.UU., excedían ese múltiplo y que se estaba cerca de lo registrado en el 2007, justo antes del estallido de la Crisis.
. ¿Recuerdan los créditos “subprime” (es decir, a deudores de mucho riesgo), en el sector hipotecario? Bueno, ahora lo que se ha puesto de moda son los créditos automotrices “subprime”, que conocen un desarrollo acelerado, y también se están titulizando, como pasó con los famosos créditos hipotecarios. Y hay muchos inversionistas que compran los bonos que los tienen como activos subyacentes.
. También se está desarrollando rápidamente la compra por varios fondos de inversión, en búsqueda de mayores rendimientos, de bonos de países que representan un alto riesgo soberano, que forman parte de los llamados “mercados de frontera”. Aparte del fuerte riesgo de mercado que acarrean, por su alta volatilidad, es un hecho que también conllevan un riesgo crediticio mucho mayor. Incluso se ha visto a Grecia retornar a los mercados con una tasa relativamente baja, poco después de un rescate costoso para sus acreedores. La cuestión es que si esta tendencia se acelera, veremos a países financieramente frágiles obtener “financiamiento demasiado fácil” que podría crearles problemas de sobreendeudamiento después, como se vio para América Latina en los 70as e inicios de los 80as.
. Y según ciertos analistas, la “agresividad” de las entidades semi-estatales Fannie Mae y Freddie Mac en promover el mercado hipotecario, algo que fue parte de los diferentes factores que llevaron a la crisis de los créditos “subprime” en ese sector, estaría de vuelta. ¿Lo harán mejor esta vez? Es posible pero no es seguro.
. De manera general el apetito del mercado por la deuda corporativa de alto rendimiento y alto riesgo, los “junk bonds”, está volviendo a los niveles anteriores a la Crisis; es cierto que en los EE.UU., la situación ha mejorado, pero sigue siendo una mejora algo precaria. Es decir, esas montañas de deuda nueva de alto riesgo que se está emitiendo encierran riesgos que podrían afectar más tarde el restablecimiento de la economía norteamericana.
. Incluso, en un tema que no es a priori de riesgo crediticio, se está viendo un fuerte apetito creciente de un tipo de activos riesgosos de alto rendimiento: los “bonos catastróficos” o “Cat bonds”, cuya característica es que los inversionistas sólo deben desembolsar el dinero de producirse ciertos escenarios catastróficos (sismos o huracanes de cierta magnitud o fuerza y en ciertos lugares, pérdidas económicas de cierto nivel); su costo depende de factores como la probabilidad de activación y el costo de los reaseguros, y se está viendo una aceptación de múltiplos cada vez más bajos respecto de esos factores. Lo que ya se parece a una burbuja. La pregunta es si hay bancos tomando cada vez más riesgo de ese tipo fuera de sus balances; porque de ser el caso, y de materializarse los eventos, podrían verse afectados de una manera que deterioraría su perfil crediticio frente a sus acreedores.
. ¿Recordarán tal vez que una de las lecciones de la Crisis era que había bancos que eran demasiado grandes para poder administrar correctamente los riesgos de todos sus negocios, y entre ellos los riesgos crediticios? Se suponía que los reguladores se asegurarían de que dichos bancos recortaran en parte sus gigantescas operaciones. Pues, parece que no ha sido suficiente, pues el mes pasado se conoció que el Citigroup había tenido pérdidas muy elevadas a través de su filial mejicana con un cliente cuyos problemas eran conocidos por otros y previsibles. Acá parece haberse tratado en gran parte de un caso de fraude interno, pero ello no quita que se trata de mecanismos de gestión del riesgo crediticio que siguen siendo deficientes a causa de las dificultades para un buen control.
¿ Y los reguladores-supervisores allá? Se dice que están mostrando preocupación y tratando de imponer lineamientos más restrictivos. Es decir: habrían aprendido la lección, y esta vez no estarían de meros espectadores de las malas prácticas de los supervisados. Está bien, pero también hay indicios de que los supervisados y los mercados no estarían haciendo mucho caso. Y eso es muy preocupante pues ya hemos visto cómo lo que sucede en el Norte puede afectarnos también.
Cabe preguntarse entonces para qué sirve esa inmensa masa de regulaciones financieras generada después de la Crisis, con centenares de páginas que hacen pensar más en sobrerregulación, en gran parte muy compleja, si lo que sigue faltando es la “voluntad real de supervisar”, es decir, de tomar medidas simples y más duras (más directas o con desincentivos monetarios reales) para frenar las malas prácticas. Muchas veces, y es algo que no solo vale para la supervisión financiera, una maraña de regulaciones complejas, o hacer que regulaciones simples sean en la práctica difíciles de aplicar, o regular aspectos menos esenciales pero “populares”, que hacen “quedar bien”, son un fiel acompañante de la falta de voluntad real de hacer algo, incluso permiten a veces asegurarse de que en la práctica sea imposible lograr algo concreto; se crea más bien una apariencia de voluntad de acción. Y en los países emergentes, no deberíamos creer que los errores de los países desarrollados nos han vuelto, como por arte de magia, mejores al respecto; tal vez tengamos algunas normativas con cierto grado de complejidad e intelectualmente atractivas, que dan una falsa sensación de seguridad y tal vez tengamos ejemplos propios de malas prácticas de algunos que se van tolerando hasta que terminan siendo imitadas, se salen de control y afectan al conjunto del mercado.