Las vacas, la crisis y la comunicación
Existen
una serie de temas tabú para toda dama discreta. Por experiencia podemos
asegurar que edad y peso deben ser los más sensibles y los primeros generadores
de sinsabores y desencuentros.
Siguiendo
esa lógica, imagino que las vacas peruanas deben andar bastante incómodas ante
el mediático zarandeo al que hemos sometido sus intimidades basculares en las
últimas semanas.
Foto Molina
La
discusión sobre si nuestro ganado económico está flaco, robusto, musculoso o si es que simplemente no ha
perdido peso, se convirtió en la noticia principal de la agenda periodística
nacional, gracias a las declaraciones en tono de alerta del presidente Humala.
Los
amigos de Caretas, como siempre, la “achuntaron” con su portada.
Más
allá de la broma, la pregunta, desde el punto de vista de la gestión de la
comunicación, es si el presidente hizo bien en alertarnos del inevitable
aterrizaje de la crisis internacional en las boyantes costas de Eisha, o
hubiera sido mejor mantener un prudente silencio en el ánimo de no “preocupar
al mercado”, eufemismo utilizado por ciertos grupos para decir “no hagan muchas
olas, que nos queman la bolsa (de valores)”.
Algunos han considerado el
mensaje como un acto de inocencia política supina, que no ha hecho más que poner en alerta a
los siempre paranoicos inversionistas, cuyos nervios viven en permanente estado
de malagua, tengan o no motivos. Otros sostienen que el campanazo era justo y
necesario para ir prendiendo las luces y bajándole la música a una fiesta que, con
una crisis que no amaina en Europa y con China creciendo a menores tasas, acabaría
pronto.
Por
otro lado, como no podía ser de otra forma, algunos aprovechan la revuelta para
intentar ganarse alguito. Otros, siguiendo con la
tendencia zoológico – económica, prefirieron la referencia equina.
El
mensaje del presidente no pudo ser más claro y sería bueno que todos
prestáramos atención a la “bajada de micro” que nos acaba de dar. Si bien es
cierto que la mayoría de proyecciones, incluso las oficiales, apuntan a una
respetable cifra de 5.7%de crecimiento (aunque algunos no son tan
optimistas), ha
llegado el momento de guardar las tarjetas de crédito y empezar a entender que,
si bien tenemos defensas, la crisis nos golpeará en mayor o menor medida.
Lo
curioso es que el mismo Humala se encargó, en sus mismas declaraciones, de
resaltar que “los saldos positivos deben
evitar que se detengan las obras”. Posteriormente ha intentado en varios idiomas y oportunidades resaltar que la solidez
económica nos ofrece una gran cantidad de oportunidades para que el temblor, si
bien prolongado, no sea tan fuerte.
El
error quizás haya estado en la selección de términos para codificar el mensaje
- el hecho que un peruano escuche la palabra “crisis” remite a aciagas épocas
de pan popular, apagones e hiperinflación–. Alguien me dijo, con mucha razón,
que este tipo de anuncio debió ser hecho en conferencia de prensa, junto con el
ministro de Economía y Finanzas, y no en medio de una improvisada rueda, donde
es imposible abundar en mayores detalles.
Valdría
la pena entonces preguntarse, frente a este panorama, si el presidente debió guardar
silencio y mantener el tono optimista, tal como algunos lo recomiendan –entre
ellos su antecesor, quien puede dar clases en el
tema de la elaboración de mensajes clave–.
Ciertamente,
la “vacuna” afirmación le estaría significando al presidente mantenerse en la
zona de pendiente en las encuestas. Gran dilema para su equipo de comunicación,
pues quizás, desde el punto de vista de la gestión de su imagen, hubiera sido mejor disfrutar de
las mieles del reciente golpe en el VRAEM y esperar a que las cifras de
popularidad repunten, antes que cargar con la amarga experiencia de ser el
portador de malas nuevas.
En un
escenario de crisis (pequeña, flaca, gorda, musculosa o grande), uno de los
deberes del gobierno es utilizar la comunicación de manera clara y directa,
como una herramienta fundamental para generar estabilidad y confianza, no solo
para el gran inversionista, sino fundamentalmente para que el común y corriente
de los mortales sepa qué hacer en su día a día.
En ese
espíritu, más allá de la sinceridad presidencial, preocupa que un día se hable
de vacas flacas y, al día siguiente, el titular del MEF salga a decir “que no
lo están tanto”.
En una
situación de crisis, esa necesidad de “traductor” es señal de la falta de
coherencia y liderazgo con los que, lamentablemente, el gobierno, y por ende su
comunicación, se ha conducido en más de una ocasión.
Una
situación que, pese a la claridad del mensaje, aún preocupa sobremanera.
La
pregunta es: si usted gestionara la comunicación presidencial, ¿qué hubiera
hecho?
@miguelugazg
Actualización: con motivo de este post el gran Paulo Rivas (@anarcopaulo), me entrevistó para la web de Gestión. Aquí comparto la nota.