El Economista de MéxicoRed Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)

Desde mi punto de vista, hay cuatro grandes rubros que son clave para lograr el éxito financiero:

1. Establecer claramente nuestras metas y objetivos en la vida.

2. Nuestras inversiones, particularmente tener claros los riesgos que estamos dispuestos a tomar para alcanzar esas metas.

3. Nuestra actitud respecto del crédito.

4. La protección de nuestro patrimonio.

Estos aspectos inciden directamente en las posibilidades de lograr lo que realmente queremos en la vida. Pero vayamos en orden:

¿Cuáles son nuestras 
metas y objetivos?En la actualidad el cambio es quizá lo único constante. Las necesidades cambian y por ello el establecimiento de metas y objetivos debe ser un proceso dinámico.

Por ejemplo: cuando somos muy jóvenes quizá no pensemos en tener hijos, pero más adelante tal vez tengamos otros planes. El éxito financiero depende en gran medida de cómo establecemos esas metas.

En este sentido es clave que tomemos en cuenta lo siguiente:Fijar nuestras metas en etapas tempranas. Tener un retiro digno, por ejemplo, es una meta que debe ser planteada desde que comenzamos nuestra vida laboral.

Mientras más pronto determinemos metas de largo plazo, más fácil será alcanzarlas y será menos el ahorro para obtenerlas.

Visualizar nuestras metas constantemente. Nuestros objetivos financieros deben coincidir con nuestros valores, y con nuestro plan de vida. Deben reflejar nuestros anhelos más profundos.

Por eso, debemos soñarlos, visualizarlos, imaginarlos, verlos realizados en nuestra mente. Esto nos sirve de motivación: mientras más veces nos veamos con nuestras metas realizadas, menos arduo y largo parecerá nuestro camino.

Establecer prioridades. En ocasiones no es posible reservar el dinero suficiente para el cumplimiento de todas nuestras metas. Mucha gente decide dejar de lado los objetivos más importantes (como el retiro), para poder alcanzar otros menos relevantes (como un televisor nuevo, por ejemplo).

Esto es humano, tendemos a buscar satisfacer nuestros deseos inmediatos, sin embargo, es importante entender que esto es un grave error que se verá en el futuro. No debemos posponer o sacrificar las metas de largo plazo: éstas son las más importantes.

La actitud respecto del riesgoLa gran mayoría de las decisiones que tomamos implica un cierto nivel de riesgo. Esto se debe a que el resultado de esas decisiones muchas veces depende de otro tipo de factores, sobre los cuales no tenemos control. Particularmente en el caso de las inversiones, es clave que consideremos lo siguiente:

El riesgo afecta todos los aspectos de la vida. Uno puede elegir trabajar en una compañía sólida con un gran paquete de beneficios, en una compañía más pequeña con grandes perspectivas; o bien, iniciar un negocio propio.

A medida que se toma , los beneficios potenciales crecen, pero también las posibilidades de perder. Lo mismo sucede en las inversiones.

Necesitamos tomar riesgos apropiados a nuestra edad. Cuando uno es joven, cuenta con el tiempo suficiente para resarcir cualquier minusvalía en nuestras inversiones causada por la volatilidad inherente en los mercados financieros. Esta capacidad disminuye después de los 50 años, cuando se acerca la edad de retiro.

Hacer nuestra tarea. Invertir sin conocer los instrumentos y sus riesgos a detalle es sólo una forma más de apostar. Antes de comprar cualquier valor, es vital hacer un análisis que permita determinar el riesgo que implica, su potencial de ganancia y también de pérdida.

El peor error que uno puede cometer es invertir a ciegas, o hacerlo sin conocer las características de los instrumentos o los riesgos en que estamos incurriendo.

Hablaremos más acerca de estas claves en la .

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