Probé y me enganché al vermut en las rocas, con una piel o rodaja de naranja, en un viaje a España hace unos años, incitado por la recomendación de mi amiga María Rosa, entonces estudiante de máster en Barcelona y hoy respetada editora periodística. Pero mi primer recuerdo de esta bebida viene de mucho más atrás y no se relaciona con terrazas mediterráneas, sino con la pasión por el fútbol que solo entienden los que tenemos algo de ADN albiceleste en la sangre (¡gracias, mamá!).
Si hoy no paro de corear “Muchachos, ya ganamos la tercera”, de niño no paraba de ver las retransmisiones de “Fútbol de Primera” o de leer las páginas de “El Gráfico” para enterarme de lo que pasaba con el equipo argentino de mis amores, River Plate. Y en esas imágenes noventeras del Monumental de Núñez, como fondo de un gol de Francescoli o una atajada de Comizzo, aparecían los colores azul y rojo y las letras blancas de uno de los vermuts más consumidos en el mundo: Cinzano. Así de importante ha sido siempre el mercado argentino para el vermut, aperitivo a base de vino al cual se adicionan extractos de hierbas, flores, frutos y especias. Para Cinzano, hoy Argentina representa la mitad de sus ventas en el mundo.
Siendo una bebida de larga tradición, el vermut ha tomado un impulso importante en Argentina en los últimos años, con tasas de crecimiento de más 20%, gracias a la aparición de vermuts locales premium, que se apalancan en la excelente producción de vino en Mendoza y otras regiones, con marcas destacadas como Alfonsina, Cárcamo, Pichincha La Mala María o La Fuerza, esta última con presencia en varios locales limeños. También favorece el despegue del vermut, tanto en Argentina como en otros lares, la creciente preferencia de los consumidores por bebidas de baja gradación alcohólica y de un consumo más relacionado a momentos de disfrute reposado que de desenfreno fiestero.
El reciente lanzamiento de Cinzano Segundo seguramente apuntalará este naciente boom del vermut argentino. Es la primera producción de la marca fuera de Italia y, como en otros vermuts del Nuevo Mundo, el vino —Malbec, orgullo nacional— ocupa un lugar destacado en su elaboración y en el perfil sensorial del producto final. Más argentino, imposible.
Claves
- Sabor local. También hay vermut peruano. La marca Avelino trabaja con botánicos nacionales, en pequeñas producciones.
- En Barranco. Locales como Cordial, Nuestro Bistró, Cosmo o Casa Lola ofrecen buenos vermuts a precios razonables.
- Patriota. El vermut rosso es la otra mitad de uno de los grandes cócteles pisqueros: el Capitán.