Aun marcado por un aroma local y de colores tintos, el consumo de vino en Perú muestra un “cuerpo” en constante evolución. En la actualidad, más de 70% de la demanda es atendida por la producción nacional; y de la importación, el 40% viene de Argentina, seguida de Chile (24%) y España (21%). En tanto, siete de cada 10 botellas bebidas son de vinos tintos, con el protagonismo de cepas o uvas como el Malbec, Borgoña y Cabernet Sauvignon.
Sin embargo, este tradicional mercado ha ido cambiando y seguirá incorporando nuevos orígenes, cepas y estilos.
Así, la sommelier Melina Bertocchi refiere que la pandemia acercó el universo del vino a los peruanos en un espacio íntimo que les permitió conocer y pedir nuevas etiquetas, abriendo las puertas no solo a bebidas de Portugal y Sudáfrica, sino de orígenes aún más “exóticos” o menos convencionales como Hungría, Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos e, inclusive, China.
“Hay empresas francesas que se han afincado en China, que en unos años puede estar entre los primeros productores. Es un país gigante, se puede hacer de todo”, comenta a Gestión, tras mencionar que dos etiquetas del país asiático ya circulan en Lima.
Por su parte, la oferta local no se queda atrás. Un nuevo impulso se viene gestando con vinos de las denominadas uvas patrimoniales (torontel, negra criolla, quebranta y otras), que solían ser empleadas en el pisco.
Y respecto a los tipos, menciona que los vinos blancos también han ido ganando terreno (ya representarían más de 15% del consumo) por sus posibilidades de maridaje con la comida marina y otras variedades de la gastronomía peruana.
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Nuevas cepas y estilos
Hugo Samander, socio de SS Wines, señala que el conocimiento y demanda de nuevas variedades de vino vienen al alza. Así, esta importadora ya trae alrededor de 12 cepas.
“Puede parecer grande, pero es pequeño frente a la cantidad de cepas del mundo. El público empieza a probar cepas poco usadas, que pueden ser la Semillón, el agliánico de Italia y Grecia, entre otras”, anota.
En restaurantes de cinco tenedores con menú degustación, Bertocchi observa que al menos el 50% de la oferta de vinos ya comprende a cepas no tradicionales. “Hay una fuerte tendencia por apostar por vinos de este tipo”, afirma la también organizadora de la feria Hay más vino, que se desarrolla la primera semana de este mes de mayo en San Isidro.
Asimismo, el mercado se ha ido nutriendo de nuevos estilos o tendencias de vinicultura como producciones veganas (sin insumos de origen animal), orgánicas y biodinámicas, que se caracterizan por procesos sin empleo de insecticidas, pesticidas y otros elementos que impacten en el medio ambiente.
“El auge de la gastronomía ayuda en la demanda de estos vinos, pero hay otros factores como el cambio de filosofía de vida, ligada a una alimentación más sana, más natural y eso influye. La gente empieza a buscar vinos que no tengan mucha intervención humana ni químicos, quieren un vino más cercano a la naturaleza”, destaca.
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Nuevos targets y tendencias que asoman
En el mercado del vino, el público cautivo y que conoce de etiquetas suele tener entre 40 y 60 años; sin embargo, un target con menos edad, pero más curiosidad, empieza a emerger. Se trata del segmento de 25 a 40 años.
“Son personas que están iniciando en el consumo de vinos menos convencionales, preguntan mucho y miran vinos ‘más divertidos’, que tengan un sentido. Les importa lo orgánico, tienen una mentalidad distinta”, sostiene Bertocchi.
En dicho público, precisamente, Samander resalta el surgimiento de la demanda de vinos con menos graduación alcohólica, siguiendo una tendencia global que ya aterrizó en Perú. Así, se apunta a presentaciones con 11 o 12 grados de alcohol, cuando el estándar de la industria empieza en 15 grados.
“Buscan bebidas que los acompañen, no que los embriaguen”, finaliza.
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Bachiller en Comunicación Social (Universidad Nacional Mayor de San Marcos). Trabajé en radio y prensa escrita y, desde el 2013, soy redactor de la sección de Negocios del Diario Gestión.