El mítico café Hafa de Tánger, abierto en 1921, cumple ahora cien años, intentando a duras penas conservar una identidad contracultural a la que han contribuido figuras como los Rolling Stones, Juan Goytisolo o Paul Bowles.
El café, que consiste en varias terrazas que dan sobre al estrecho de Gibraltar, con la Punta de Europa como fondo, es uno de los lugares infaltables en toda guía turística y fondo predilecto de instagram.
Es un lugar sin lujo ni glamour, conocido por su sencillez, sus paredes encaladas y teñidas de añil, con un mobiliario disparejo que incluye mesas de azulejos y macetas de barro de diferentes tamaños y colores.
Fue fundado por un joven tangerino llamado Mhamed Alouch (1901-1999), que con solo 20 años abrió este local como un espacio de ocio para los habitantes del barrio Marchane, que entonces era la primera extensión de la Medina de Tánger, el núcleo urbano de la actual ciudad.
Aunque Alouch pensaba más en los vecinos del barrio, el café pronto atrajo a la numerosa colonia extranjera que vivía en Tánger a mediados del siglo XX, y luego a los artistas que visitaban aquel Tánger canalla. Ellos fueron los que dieron fama mundial al lugar, según cuenta el escritor Rachid Tafersiti.
Este escritor, nacido en Marchane en 1944 y que se define como un apasionado de su ciudad natal, la ha homenajeado con obras como “Tánger, realidades de un mito” (1998) y “Tánger, ciudad de los sueños” (2002).
Hafa, rincón de famosos
El escritor español Juan Goytisolo -que llegó a veranear durante varios años en Tánger- fue uno de los “culpables” de la fama del Hafa, al grabar a fines de los años setenta un programa de televisión desde allí. El café aparece profusamente citado en su “Reivindicación del conde Don Julián”, como recuerda Tafersiti.
Goytisolo diría más tarde que lamentaba haber hecho famoso al café por haber atraído a los turistas y contribuir así a su pérdida de identidad.
Otros ilustres visitantes del café fueron The Rolling Stones, intelectuales como el filósofo francés Bernard-Henri Lévy, el escritor estadounidense Paul Bowles y el pintor chileno Claudio Bravo. Algunos, como Jack Lang (exministro francés de Cultura) han terminado comprando una casa antigua al lado del café.
Sin embargo, para los intelectuales tangerinos, Hafa les evoca más bien a su novelista más emblemático Mohamed Choukri, autor de “El pan desnudo” (1972) y “El tiempo de los errores” (1992), que aprovechaba la tranquilidad del lugar para escribir sus textos o recibir a sus invitados de todo el mundo.
El profesor de lengua y literatura inglesa en la Universidad de Tetuán Khalid Amin, nacido en Tánger, recuerda que cuando era estudiante se acercaba al café solo para ver de cerca a figuras importantes de la literatura marroquí y mundial.
“Para mi, el Hafa era un lugar de gatos, de té y de personalidades famosas”, cuenta.
Reino de los gatos
Según Tafersiti, el fundador del café era conocido por su amor a los gatos y cada mañana iba al mercado a comprarles pescado, lo que convirtió el local en un sitio favorito para estos animales.
Varios de los admiradores de Hafa, como Tafersiti y Amin, lamentaron que el café haya empezado, desde hace unos veinte años, a perder su autenticidad debido las múltiples ampliaciones y la eliminación de árboles y de las pérgolas que daban algo de sombra a los parroquianos.
El actual dueño del café, Abdulrahman, es un hijo adoptivo de Alouch y lleva trabajando en el local desde 1971, cuando tenía 16 años. Asegura, frente a sus críticos, que ha mantenido la autenticidad del lugar.
Al Hafa le ha pasado lo que a la ciudad de Tánger: ya no es lo que era porque no atrae a los artistas, los bohemios ni las gentes de vida disipada. Su clientela es ahora gente del barrio, y es más habitual el olor a hierbabuena que el del hachís.
Tafersiti precisa que hay una sola cosa que nunca va a cambiar y es el paisaje eterno del Estrecho de Gibraltar: “A pesar de todo, el café sigue siendo un símbolo de Tánger, ubicado en el encuentro del Mediterráneo y el Atlántico, es puente entre el Occidente y el Levante y un espacio de convivencia entre religiones y clases sociales”, dice Amin.