Usted se encuentra finalizando setiembre del 2021 y siente alivio al enterarse que el PBI peruano está por recobrar sus niveles prepandemia.
Recuerda esos duros momentos del 2020 y los meses de confinamiento, con las preocupaciones en su empresa por la continuidad del negocio, mantener puestos de trabajo, las renegociaciones con proveedores y muchos otros flancos abiertos, así como el posterior reinicio de actividades presenciales y la recuperación del flujo de caja.
La vacuna anticovid-19 está ya disponible en el país y más que “nueva normalidad”, usted percibe que la situación del mercado está casi como antes.
En su empresa están evaluando importantes iniciativas comerciales, pero algunas están “atracadas” a la espera de más reuniones, vistos buenos, aprobaciones de presupuesto, que se corran más escenarios o simplemente, que algunos directivos regresen de vacaciones para darle más vueltas a las decisiones.
¿Y donde quedó esa “agilidad” que tenían en su empresa para tomar decisiones y ejecutar durante la cuarentena? ¿Han mantenido solo la buena práctica del home-office para un buen grupo de colaboradores, pero no esa “adrenalina” para sacar adelante las cosas?
Decisiones directivas
Además de desarrollar gente, la esencia misma del trabajo de un directivo consiste en tomar decisiones, muchas veces bajo presión y con información incompleta. Nunca tendremos disponible toda la información necesaria para decidir correctamente, pero además de escoger la mejor alternativa, hay que hacerlo oportunamente.
Las decisiones directivas no deben tomarse con base en conjeturas, sino revisando hechos y datos, analizando patrones, relaciones causa-efecto, correlaciones, flujos proyectados, definiendo alternativas factibles y criterios para una buena elección; sin embargo, como pueden implicar muchísimas horas de trabajo individual y en equipo, con la noble causa de reducir la incertidumbre, una decisión muy importante se convierte en no tan urgente.
En una crisis como la actual, el tiempo apremia y lo importante de pronto se torna también urgente; luego, buscando reducir costos, generar más ingresos o atender más rápido y mejor, hemos “desempolvado” iniciativas pasadas que estaban congeladas o desarrollado rápidamente nuevas opciones.
¿Adiós “reunionitis”?
Según una encuesta global de Microsoft del 2010, los empleados en el mundo dedicaban 5.6 horas a la semana a reuniones, sobre las cuales el 69% de los participantes piensan que son improductivas e innecesarias.
Esta crisis no solo nos está demostrando que las reuniones virtuales son más fáciles de convocar, sino también más productivas y que cuando se realizan con un sentido de urgencia, nos llevan más rápidamente a tomar decisiones.
Si queremos mantener esta velocidad para el “go-to-market” que venimos desarrollando en nuestra empresa durante la pandemia, repensemos nuestro organigrama, descripciones de puestos, comités, reuniones uno-a-uno y sistemas de información, para que las capacidades que estamos desarrollando no se conviertan en tan solo un buen recuerdo.
EN CORTO
- Encuesta. En una encuesta de McKinsey realizada en abril 2020 a 100 ejecutivos de empresas de retail y bienes de consumo en EE.UU., el 82% de los entrevistados declaró que sus decisiones durante la crisis covid-19 están siendo tomadas más rápidamente que antes.