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Christian Lengua
Pese a haberse dedicado a la costurería toda su vida, Rosa Maldonado a sus 79 años no tiene la típica imagen de los adultos mayores tejiendo para pasar el rato. En su lugar, ella utiliza toda la tecnología que está su alcance (WhatsApp, Facebook, Zoom). Incluso ahora más desde que decidió recluirse en su departamento de Jesús María.
El caso de Rosa no es particular. Cada vez son más los adultos mayores que deciden utilizar herramientas tecnológicas para hacer su vida más fácil, y principalmente para socializar.
Jorge Juárez Li, chief behavioral officer de FutureLab, explicó que los adultos mayores (a partir de 70 años) usan la tecnología en este contexto de COVID-19 para tener principalmente cercanía con sus familiares.
“Por ejemplo el Zoom no lo usan para trabajar, sino para reuniones familiares. Lo mismo con Skype o una videollamada para comunicarse. En cuanto al uso del WhatsApp, los grupos han aumentado con la pandemia. Esto es lo que hemos indagado”, comentó Juárez.
Sin embargo, refiere que la mayoría siente desconfianza cuando se trata de banca electrónica y compras online. Esto es en gran parte porque las compañías no enfocan su experiencia del usuario a esta población.
“Hay un tema de usabilidad, que tiene que ver con la inclusión en las plataformas digitales para que finalmente sean accesibles para las personas de tercera edad”, indicó.
En Perú existe la organización Adulto Mayores a la Inclusión Digital (AMID), que promueve cursos, gratuitos y pagados, para enseñarles sobre tecnología a las personas de la tercera edad. Buscan su autovalencia digital, para que sean más independientes. Incluso, los alumnos pasan a ser tutores también: adultos mayores capacitando a adultos mayores.
Sobre las aplicaciones poco amigables con la población mayor, Roxana Ruiz, directora y fundadora de AMID, manifestó que no solo se trata de poner una letra más grande, sino de cómo le enseñas a utilizar la aplicación, creando tutoriales de uso. “Hay que hacerlo más fácil”.
Tenemos sistemas que complican la experiencia de compra y eso afecta sus hábitos de consumo. En ese sentido, prefieren las televentas, ya que son espacios más fáciles y donde encuentran a una persona con la que pueden resolver dudas. En torno al e-commerce aún hay desconfianza porque no son didácticas y por temor a la estafa, refirió Ruiz.
Según la División de Población de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), para el 2050 el porcentaje de personas adultas mayores en el Perú será de 22.8%. Esta cifra no debe pasar desapercibida por las compañías, apuntó Juárez.
“Deben empezar a innovar su productos y servicios digitales teniendo en cuenta a la población de la tercera edad que va en aumento, y muchos de los servicios no van enfocados en ellos. Es un target interesante. En el extranjero sí hay productos enfocados, pero aquí no se ve mucho”, dijo.
En esa línea, Ruiz acotó que desde AMID vienen promoviendo esta inclusión, “pero ni siquiera está segmentada para el marketing de las empresas. No solo son un nicho de mercado interesante, sino en ola creciente. La población adulta mayor no es la de hace 20 años ni siquiera la de hace diez años”.
Silver economy
Desde el año 1970, se identificó como silver economy a los servicios y productos que se pueden adecuar y enfocar a las personas de la tercera edad. Ahora, esto es algo que puede tomar cuerpo con la pandemia. “Tras el boom de los gerentes jóvenes, en tiempos de crisis es necesario contar con alguien con experiencia como las personas de la tercera edad”, detalló Juárez.
Por su lado, Ruiz expresó que gracias a esta perspectiva de la nueva longevidad, los adultos mayores deciden emprender, aun estando jubilados deciden reinsertarse en el mercado laboral, estudiar, y hacer lo que no pudieron hacer cuando trabajaban.
La directiva de AMID cuenta que, por ejemplo, en Buenos Aires hay organizaciones que solo se enfocan en promover y financiar emprendimientos de adultos mayores, y esto debería replicarse en nuestro país.
El adulto mayor tiene más oportunidades de llevar a cabo un emprendimiento, por el grado de inteligencia emocional que tienen para asumir los retos.
“Cómo el adulto mayor enfrenta el fracaso es extraordinario. Eso se aprende con los años. Si ves la edad que tienen los grandes presidentes de directorios de multinacionales, todos son mayores de 65 años.
¿Por qué en nuestro país es al revés? Cuando una persona llega a los 50 años, es considerada como jubilada, cuando debería ser al contrario”, puntualizó Ruiz.