La apuesta de Google por consolidarse definitivamente como un jugador principal entre los fabricantes de teléfonos móviles ha coincidido con las primeras señales de saturación en este mercado, lo que ha llevado a la empresa a ceder y rebajar a la mitad el precio de sus Pixel.
El anuncio tuvo lugar durante la conferencia de desarrolladores I/O celebrada esta semana en Mountain View (California), donde la empresa tiene su sede, un evento que normalmente se reserva a los anuncios en software, pero en el que este año el hardware y concretamente los móviles desempeñaron un papel principal.
Frente a los US$ 799 que cuesta el Pixel 3 y los US$ 999 de su "hermano mayor", el Pixel 3 XL (que salieron a la venta en octubre pasado), Google presentó en I/O los Pixel 3a y 3a XL por US$ 399 y US$ 479, respectivamente, unas rebajas de precio de en torno a la mitad en cada caso.
Y es que la firma que dirige Sundar Pichai ha visto cómo, pese a tener uno de los dispositivos más bien valorados por la crítica -el Pixel 3 y el Pixel 3 XL reciben casi sin excepción las puntuaciones más altas en los ránkings elaborados por los expertos-, sus ventas no han terminado de arrancar.
Según datos de la firma de análisis StatCounter, los teléfonos Pixel representan menos de 2.5% del total del mercado en Estados Unidos, y la propia consejera financiera de Google, Ruth Porat, admitió en una llamada con inversores a finales de abril que el Pixel 3 se está vendiendo incluso menos que su antecesor, el Pixel 2.
"Los resultados de hardware reflejan unas ventas del Pixel más bajas a nivel interanual, a causa en parte de la intensa actividad promocional en toda la industria consecuencia de las recientes presiones en el mercado de los teléfonos 'premium'", explicó Porat.
Las razones por las que el Pixel no logra hacerse un hueco en el mercado no parece que tengan que ver con la calidad del producto (ha sido un éxito de crítica) ni con compatibilidades (Android, de Google, es el sistema operativo más usado en todo el mundo), sino que hay que buscarlas en la ralentización de las ventas de móviles en general y en el precio del Pixel en particular.
Contra lo primero es difícil que Google pueda luchar: las ventas de teléfonos inteligentes han dejado de crecer al ritmo que llevaban durante los últimos años y, por ejemplo, en el segundo trimestre del 2018 (el último del que se dispone de datos a nivel global) bajaron un 1.8% en todo el mundo con respecto al mismo período del 2017.
De hecho, si Google está teniendo problemas para entrar en el mercado, una marca tan consolidada y de prestigio en todo el planeta como Apple los está teniendo para mantener el ritmo, ya que desde finales de 2018 los iPhone han bajado en número de ventas en casi todo el mundo, muy especialmente en China.
Dada esta coyuntura, Google ha optado por maniobrar con la única variable que sí está bajo su control: el coste para el cliente.
Rebajar a la mitad el precio de uno de los modelos de más calidad y más caros del mercado manteniendo prácticamente la totalidad de las prestaciones y tecnología de la versión 'premium' es una apuesta arriesgada, ya que supone un cambio de estrategia de 180 grados por parte de Google, que siempre había querido competir en el segmento de teléfonos "de lujo".
Sin embargo, se trata de la única alternativa que le quedaba a la empresa para intentar animar a los clientes potenciales y es una tendencia que ya marcó precisamente unos meses antes Apple con la salida al mercado del iPhone XR, que por US$ 749 se está vendiendo mucho mejor que los XS y XS Max.