Israel está recurriendo a tecnologías futuristas para atajar la segunda oleada de contaminaciones del coronavirus, mediante cámaras térmicas para tomar la temperatura a una muchedumbre, o algoritmos conectados a grandes bancos de datos para determinar en tiempo real los nuevos focos.
Israel aúna paradójicamente dos universos antinómicos: el a veces anárquico de la calle, y el hipereficaz de las ‘startups’ de alta tecnología.
En el cruce de estos dos mundos, las autoridades buscan identificar la “nueva normalidad”, entre economía desconfinada y medidas para evitar la nueva ola de contagios, explica Ran Balicer, jefe de innovación de Clalit, mayor prestatario de cuidados en Israel.
Para ello, hay que “utilizar la mejor tecnología para vigilar el estado de salud de la población”, recolectando “datos electrónicos en tiempo real” para que las autoridades tomen decisiones precisas y rápidas, dice Balicer.
Al principio de la pandemia, sus equipos trabajaron con la startup local “Diagnostic Robotics” y el ministerio de Salud para establecer un cuestionario al que la población debía responder en sus smartphones en caso de que aparecieran síntomas de COVID-19.
El algoritmo trata esos datos y los contrasta con los de "millones" de personas, explica Kira Radinsk, jefa de Diagnostic Robotics.
“Alerta”
“Cuando el sistema identifica un creciente número de casos sintomáticos, una alerta es enviada al vicedirector del ministerio de Salud que generalmente aprueba de inmediato una serie de tests en un lugar determinado”, explica.
Ello permite por ejemplo cerrar un barrio para prevenir una "segunda oleada" sin paralizar al conjunto de la economía.
Hasta hoy Israel tiene buenos resultados, con menos de 20,000 enfermos de COVID-19 y 300 muertos de un total de 9 millones de habitantes, un bajo 'ratio' comparado con países de Europa y América.
Pero a medida que se produjo el desconfinamiento, el número de contagiados volvió a crecer, hasta tal punto que el primer ministro Benjamin Netanyahu exhortó el martes a recurrir a “soluciones digitales”.
Ejemplo de ello es la sociedad Anyvision, especializada en tecnología de reconocimiento facial, y recientemente acusada por varias ONG de haber suministrado instrumentos para una vigilancia masiva en los Territorios Ocupados, hasta tal punto que Microsoft anuló sus inversiones para luego, tras una auditoría, afirmar que las acusaciones eran infundadas.
Tras el inicio de la crisis sanitaria, Anyvision instaló cámaras térmicas especiales en un hospital de Tel-Aviv para permitir a los responsables saber quién tenía fiebre entre el personal.
“Muy poderoso”
Un sistema de reconocimiento facial fue también instalado en el hospital Sheba, centro de la lucha contra el COVID, para identificar en “algunos segundos” a los individuos que entraron en contacto con un miembro del personal infectado, e identificar quién debe ser puesto en cuarentena, explica Alex Zilberman, jefe de operaciones de esta startup.
“Imagine un enfermero o un médico que ha dado positivo. Antes, era necesario contactar con la persona por teléfono y preguntarle ‘¿con quién se ha reunido en los últimos 14 días?’ Pero en un lugar como en un hospital, era imposible responder”.
Todo esto ¿no se parece un poco a "Big Brother"?
“Es un sistema muy poderoso” admite Zilberman. Pero “tenemos salvaguardas”, alega, como asegurarse de que los empleados no pueden entrar en el sistema para vigilar las idas y venidas de sus compañeros.
Para aliviar a los hospitales, el gobierno ha firmado un acuerdo con la start-up local Datos. Los pacientes descargan una aplicación e ingresan ellos mismos sus señales vitales en el sistema, generando así datos tratados por el algoritmo de la compañía.
Y el sistema envía automáticamente avisos a los pacientes o a las personas en cuarentena.
El objetivo de la operación es permitir al personal sanitario concentrarse en los casos más graves.