La democracia está en crisis en el mundo y no es un tema de momento. Los indicadores antes del Covid-19 ya alertaban que existía un creciente descontento con el sistema y los liderazgos tradicionales, y la pandemia nos ha dejado un mundo aún más frágil y desigual.
En este episodio, la especialista en liderazgo y sostenibilidad Gisella Benavente – CEO de Axia Consulting Group –, analiza cómo podemos restablecer la confianza en la democracia en un contexto de crisis y cambios como en el que vivimos.
Benavente sostiene que en un entorno en el que la incertidumbre es una constante, no podemos aferrarnos a lo conocido y más bien debemos cuestionarnos como nunca. “Necesitamos reflexionar primero si la democracia es considerada esencial y el problema es que la mayoría de las personas está cada vez más insegura de esto”, indica.
La especialista recuerda que diversos informes y estudios publicados por reconocidas organizaciones y medios de comunicación, como el Centro para el Futuro de la Democracia de la Universidad de Cambridge y la revista The Economist, ya desde 2018 alertaban sobre el creciente descontento con la democracia y sobre el incremento de la desigualdad en el mundo que estaba generando sentimientos de injusticia en la población y reduciendo la confianza en las instituciones. Asimismo, en 2019 hubo grandes protestas reclamando eliminar desigualdades y nivelar oportunidades, a pesar de que los indicadores económicos revelaban que el mundo no había sido más próspero. “Ha quedado evidenciado que para generar bienestar no es suficiente el crecimiento económico; las personas necesitan saber que tienen igualdad de oportunidades para mejorar su calidad de vida”, comenta.
Benavente explica que el descontento con el sistema democrático está más relacionado con su funcionamiento en la práctica que con sus ideales y existe una baja credibilidad de que los procesos democráticos puedan generar los cambios que se necesitan. Así, en un entorno cada vez más fragmentado y polarizado, debemos esforzarnos por identificar los cambios que se requieren para convertirnos en una sociedad más justa e inclusiva.
En este sentido, sugiere centrarnos en cómo está funcionando la democracia y qué podemos hacer diferente, y preocuparnos porque las mejoras para fortalecer las instituciones democráticas se realicen lo que nos involucra a todos. “Nuestro sistema necesita evolucionar para demostrar que la democracia puede funcionar bien para todos y no sólo a favor de las élites”, finaliza.