Analista económico
Mes tras mes, el BCR y el MEF, y muchas entidades nacionales e internacionales, vienen disminuyendo nuestra proyección hacia una recesión en el 2023, que ya era evidente desde el inicio del año, pero prefieren ir ajustando las cifras dándonos un purgante en pequeñas dosis.
Los problemas internos económicos, financieros, tributarios, políticos y sociales han sido ampliamente analizados, esos que nos van conduciendo hacia la pobreza. Pero, lastimosamente, hay otros factores externos que van a impactar negativamente a nuestra economía.
Los principales países y regiones del mundo, EE.UU., Europa y China están con su economía complicada, y siendo nuestros principales socios comerciales y de inversión, habrá consecuencias ingratas para el Perú, en el corto y mediano plazo.
EE.UU. experimentará una recesión, no profunda, pero recesión al fin y al cabo en el bienio 2023-2024. El bajo crecimiento económico del mundo, el peor en varias décadas, lo afectará sin duda.
La FED y el presidente Biden van manejando la economía estadounidense en sentidos contrarios. La FED, intentando reducir la inflación, ha ido incrementando su tasa de interés de referencia para reducir la demanda de bienes y servicios. Mientras Biden, ambicionando su reelección, va aumentando intensamente el gasto, agrandando el déficit fiscal.
Así, el endeudamiento público de EE.UU. está en un nivel tremendo de 130% de su PBI. El costo financiero de esa deuda será un lastre de largo plazo para su economía. No es poca cosa que recientemente la agencia Fitch haya rebajado la calificación de la deuda estadounidense.
Un peligro, no menor para la economía mundial, es que si Donald Trump gana las elecciones el siguiente año, se desataría una guerra comercial global, pues un punto básico de su plan económico es cuadruplicar los aranceles, de todos los bienes y servicios que importa EE.UU. de todos los países, reviviendo su lema “America First”.
China vive su propia desventura económica. Luego de crecer anualmente a tasas superiores al 8% en promedio durante 25 años, hoy, al estar subiendo al 5% o menos afronta un gran problema. Su floja economía puede dar lugar a un desborde político y social en el mediano plazo.
China adolece de un debilitamiento de su demanda interna, de falta de empleo para los jóvenes, de desequilibrios regionales y de una declinación de sus exportaciones producto de la recesión mundial.
En China hay una suerte de deflación, lo que estanca la manufactura y sufren sectores como el inmobiliario y el financiero. Si había una expectativa que China fuese el motor económico para el resto del mundo, olvidémosla.
El caso de Europa es similar al de EE.UU. pero más complejo. La Unión Europea la conforman 27 países, habiendo divergencias en sus problemas de inflación y crecimiento. Inquietante es que Alemania, el país líder de Europa, experimente una recesión en el 2023 y un pobre crecimiento de 1% en el 2024.
El Banco Central Europeo, en su propia lucha contra la inflación, viene subiendo su tasa de referencia. Ello acentuará una disminución de la demanda de bienes y servicios y toda Europa rozará la recesión el presente año.
Un tema central para los problemas de Europa es el costo de la energía. Ante la dependencia de varios países de los hidrocarburos de Rusia, aquellos sufren un costo mayor en sus facturas de electricidad, socavando aún más su crecimiento.
Igualmente, Europa resiente los mayores gastos en la ayuda a Ucrania en su guerra con Rusia. Similar descontento se da por la emigración forzada de ucranianos, al verse comprometidos a auxiliarlos. En general los europeos sienten que son alfiles de EE.UU. en su lucha por la hegemonía mundial con China.
Hay otros muchos eventos externos que redundarán a nuestra economía en el bienio 2023-2024, especialmente en la demanda y en los precios de nuestros productos mineros y agrícolas; y en la baja inversión extranjera directa.
Entre ellos está la subida del petróleo en 27% en los últimos tres meses; el escalamiento de la guerra Rusia-Ucrania con armas más potentes y más países involucrados; el cambio climático que complica la producción y productividad de muchos productos agrícolas a nivel mundial; la sequía en la zona del Canal de Panamá que embrolla el paso a una ya larga cola de contenedores y graneleros.
Un aspecto sensible para nuestra economía es el arribo del Fenómeno del Niño, que sería fuerte. Con la ineptitud comprobada de nuestras autoridades nacionales y regionales para la previsión, en algunos meses sólo contaremos los muertos y desaparecidos, así como las pérdidas en la infraestructura privada y pública.
El Perú es un país que va al garete, desconcertado y con extrema incertidumbre para tomar decisiones personales y empresariales. Algo tiene que ocurrir para cambiar esta proyección espinosa, pero seguro que tal escenario impredecible la terminaremos pagando con la tuya y con la mía.