Escribe: Pedro Pablo Kuczynski, expresidente de la República
Hace 80 años se reunieron en Bretton Woods, en el estado de New Hampshire, en Estados Unidos, los países aliados que dirigían la guerra contra Hitler y Japón, para planificar el futuro económico del mundo. En esa época, América Latina era vista como un aliado importante y los principales países de nuestra región se vieron representados, en el caso del Perú por nuestro entonces Embajador en Washington, don Pedro Beltrán. La Unión Soviética, aliada en la guerra contra Hitler, fue invitada, pero no aceptó. No se sabía entonces que Rusia tenía un espía en el tesoro americano, el muy alto funcionario Harry Dexter White, nada menos que el principal negociador económico de los aliados.
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De Bretton Woods salieron dos instituciones: el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Iba a haber una tercera, la organización mundial del comercio, pero tomó varias décadas más de intensas negociaciones para llegar a culminarla.
El orden internacional que se instaló hace 80 años tuvo enormes éxitos, empezando con la reconstrucción de Europa, de Japón y Corea y culminando en el auge del comercio internacional que marcó las décadas de 1960 hasta ahora.
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Pero en este aniversario, que debería ser de felicidad y satisfacción, el mundo se encuentra a punto de entrar en una guerra de enfrentamientos económicos que pone de un lado el sistema liberal liderado por Estados Unidos y Europa Occidental, y de otro por países muy importantes que tienen profundas ambiciones políticas. No es una Guerra Fría, es más bien una guerra que se está calentando día a día y que corre el riesgo de explotar en el actual período de transición hacia un nuevo gobierno en Estados Unidos.
Lo más llamativo de este conflicto no es solo la pugna por mercados y posiciones internacionales, sino el hecho de que los enemigos del sistema liberal están dentro de la casa.
El electo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, es el líder de esta guerrilla y, como lo comentamos hace un mes, está proponiendo una guerra arancelaria no vista desde la depresión económica de 1930. La postura clara de Trump contra las importaciones de China tiene mucha acogida popular y es probablemente una de las razones por las que pudo ganar la elección presidencial. La pregunta entonces es si realmente él podrá implementar lo que está proponiendo, aranceles astronómicos de 60% a las importaciones de China y de 10% a 20% sobre todas las otras importaciones. En el caso improbable que se dieran estas medidas, se acabaría la era de Bretton Woods y de la prosperidad liberal internacional. No quiero pronosticar lo que va a pasar: los mercados hasta ahora no lo creen, pero podrían despertarse en medio de una pesadilla.
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Pero no solo se trata del programa económico de Trump, que el actual Gobierno de Biden ha apoyado parcialmente-sin decirlo—, pero las ambiciones de diversos grupos de países para promover sus propios intereses políticos. Sobresale de este grupo la reciente reunión de los países de los “BRICS” (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, más varios otros más pequeños) en Kazan, Rusia. Vladimir Putin, para darle más realce como anfitrión de la reunión, la hizo coincidir con la conferencia anual de los mellizos del Bretton Woods (Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional) en Washington en las mismas fechas. Los BRICS forman un grupo heterogéneo de países muy diversos, que están, en plenos debates económicos internos como China, y de un auge tecnológico como el de la India. Se habla mucho de que los BRICS son los líderes del “sur global”, un recuerdo del finado estatismo del grupo de los “77″ y del estatismo de la década de los 70 en la economía mundial.
Es interesante que los enemigos del liberalismo económico sean actores tan diversos como Trump de un lado y Rusia del otro. No es una alianza perdurable.
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Pero lo que está absolutamente claro es que, si esta avanzada proteccionista y antiliberal progresa, muchos países serán perdedores, entre ellos el Perú.
La era de la apertura económica internacional empezó para el Perú hace 20 años con los inicios de negociación para el tratado de libre comercio con Estados Unidos, el cual luego se multiplicó hacia nuestros principales socios comerciales. Sin esa apertura no habría hoy los casi US$ 80,000 millones de exportaciones, ni los otros US$ 80,000 millones de reservas internacionales. Estaríamos como nuestro vecino Bolivia, saltando de tumbo en tumbo entre crisis fiscal y crisis financiera permanentes. Todo eso terminó para el Perú hace más de 30 años. No puede volver. Por eso debemos estar muy atentos a lo que pasa en el mundo y apoyar políticas de apertura, de inclusión y no de proteccionismo y de exclusión.
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